Confirmamos una vez más: el PVEM no sólo es un negocio familiar de los González Torres, sino que es una gran empresa llena de mañosos, personas deshonestas y yuppies que creen que la política es un ring de boxeo o un fin de semana en Cuernavaca.

Lo anterior no es nada nuevo para nuestro país. Los mexicanos, a lo largo de toda nuestra historia, sabemos que la gran mayoría de los políticos en nuestra nación son corruptos, pero la diferencia con lo sucedido con el nefasto senador González Martínez es que hay pruebas contundentes que lo delatan.

Haciendo un recuento muy rápido de los escándalos en los que está involucrado el mal llamado niño verde (un niño no es corrupto, tampoco es ratero y mucho menos un vividor), tenemos las acusaciones, sospechas, diversos señalamientos y pleitos, al puro estilo de su amigo pugilista, con la SEGOB, Los Pinos, el IFE, el Tribunal Electoral, el PRD, el PAN, la disidencia interna e inclusive la ALDF.

Unos datos: el IEDF ha encontrado irregularidades por un monto superior a los 4 millones de pesos en lo que se refiere solamente al año 2002.

¿Qué debemos de esperar para la auditoría del 2003? Quienes al final de cuentas somos los que pagamos los platos rotos somos usted y yo: los contribuyentes.

La reciente difusión del video en donde se muestra al presidente del Verde Ecologista apoyando un proyecto en la costa de Quintana Roo a cambio de dos millones de dólares, es un ejemplo más de los actos de corrupción que podemos encontrar en México.

¿Con qué descaro este tipo sale a los medios de comunicación y dice que todo el escándalo es una movida política, provocada por la SEGOB? Emilio, ten los pantalones para asumir tus actos. Claro, sé que es mucho pedir a un ser que cree que está jugando a la empresita.

La hipocresía de los políticos mexicanos ha evolucionado. Antes se podía sospechar de ellos por el estilo de vida que tenían, pero era casi imposible, por no decir imposible, comprobar sus actos de corrupción.

Hoy por hoy, gracias a la apertura parcial que hemos tenido, sabemos un poco de lo que hacen. Ahora surge otro problema: no hay manera de actuar contra ellos. Nuestra arcaica legislación y la hipocresía de la gente como los del Verde no lo permiten.

Deseo y exijo que el escándalo del que es protagonista Jorge Emilio se esclarezca. Es repugnante e indignante que sucedan estas cosas. No se puede permitir que un partido político sea utilizado como negocio y como fuente de financiamiento para diversiones de unos cuantos, que lo último que les interesa es el bienestar del país; están más preocupados en cómo se visten, cuál es su mejor ángulo ante las cámaras y cuál será su próximo rival en el cuadrilátero o en la Cámara de Diputados.

Jorge Emilio debe pagar por sus actos y aprender que nadie está por encima de la ley. ¿Qué hará? ¿Irá llorando con Papi? ¿Le pedirá a sus amigos legisladores que salgan a su auxilio?

En fin, es importante no perder de vista este caso, ni muchos otros que hay sobre la mesa. Que no suceda como con Romero Deschamps o Espinosa Villareal.

Me queda más que claro que el valor que rige la vida del senador González es la hipocresía y la transa. ¿A quién le habrá aprendido tantas mañas? Sin lugar a dudas su padre ha sido su mejor escuela; bien lo dice el refrán: "hijo de tigre pintito".

Queda en evidencia que el PVEM no es tan ecologista como dicen; no se vio en ningún momento que González Martínez se haya preocupado por los terrenos que le pedían regularizar, siendo que éstos están protegidos. Lo único de verde que tiene el partido (léase negocio familiar) son, por lo menos, 2 millones de dólares sucios que les fueron ofrecidos a su director general, perdón, presidente.

Réplica y comentarios al autor: luis_armando_esquivel@yahoo.com