Un año triste está a punto de irse, con estancamiento generalizado y hasta retroceso en varios frentes, y se acerca el 2003, con el proceso electoral federal para renovar la Cámara de Diputados y varias Gubernaturas, lo que no necesariamente significa que será un año feliz, máxime si los actores políticos y sociales no contribuyen para que sea un proceso que ayude a normalizar nuestra democracia.

Entendiéndolo, el Instituto Federal Electoral ha comenzado a hacer su parte. Por eso, hace unos días solicitó a los medios de comunicación, particularmente a los llamados electrónicos, guardar una serie de reglas en su cobertura del venidero proceso: precisar al auditorio cuándo la información transmitida sea una inserción pagada; que se satisfaga el derecho de replica de los partidos y candidatos; que haya equidad en la cobertura informativa de las campañas, y que no haya intrusión en la vida privada de los candidatos.

Afortunadamente, tales normas han venido adquiriendo plena legitimidad entre la sociedad y cada vez mayor práctica entre los propios medios, quienes han reconocido que los problemas que más preocupan a la opinión pública atañen al ámbito de la ética y, con raras excepciones, han actuado en consecuencia.

Sin embargo, nada garantiza que ese comportamiento continúe: por ejemplo, el intento de censura por parte del PAN al Canal del Congreso durante la transmisión de los recientes incidentes en la Cámara de Diputados, indica que aún subsisten comportamientos intolerantes prontos a volver por sus fueros, ahora a través de Acción Nacional y su Gobierno.

En realidad, a pesar de todo lo ofrecido, ha permanecido intocada la capacidad del Gobierno Federal para inducir conductas en los medios y hasta para utilizarlos a su leal saber y entender. Allí están, como muestra en radio "La Hora Nacional" y "Fox Contigo" (por no hablar de las cadenas nacionales de televisión cada vez que al Presidente se le ocurre, así sea para quejarse de que no lo dejan recorrer el mundo), verdaderos atropellos a la libertad. ¿Con qué derecho esos programas oficiales sofocan la libertad de expresión de otros miles de programas? Que la imposición sea anodina y hasta soporífera no quita que sea un atropello, reminiscencia de comportamientos que se niegan a quedar atrás y que pueden reaparecer durante el proceso electoral.

Todo cambio ético y cívico es lento, porque éstos son procesos de modificación de actitudes y aprendizajes prácticos. Pero ese cambio ya comenzó y germinó desde tiempo atrás entre la ciudadanía y muchos medios: hoy para millones de mexicanos, los enjuagues y complicidades que caracterizaron a la república simulada se han vuelto inaceptables. Esperemos que ello disuada a quienes aún tienen el poder de manipular e intimidar.

Para el Partido Liberal Mexicano el llamado del IFE es positivo y desearíamos que no hubiera ni siquiera necesidad de hacerlo. Ahora corresponde actuar en consecuencia no sólo a los medios, sino también al Gobierno Federal y a los propios partidos, a fin de arraigar mejores escenarios de madurez política en nuestro país, y que el año venidero pueda ser, efectivamente, un feliz año nuevo.

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