Elecciones presidenciales

La primera vuelta electoral de la elección presidencial francesa del 2002, nos ha dejado sorprendidos, ya que en el sistema electoral francés los dos primeros lugares participan en una segunda vuelta, y en esta ocasión, son dos candidatos de perfil conservador de derecha, quienes participarán en el mismo. El actual presidente de aquella República, Jacques Chirac, representa a los grupos de derecha moderada. Lo que llama poderosamente la atención es que el ultraderechista Jean Marie Le Pen haya logrado casi el 17% de la preferencia electoral, en tanto que el Primer Ministro Alain Jospin quedó hasta el tercer lugar, lo que prácticamente le descarta de la contienda por la presidencia.

La tendencia que se aprecia en Francia y en otros piases europeos por parte del electorado, es que se están prefiriendo las opciones que representan a las posiciones conservadoras de la sociedad. En el caso francés, se debe considerar el hecho de que el Partido Frente Nacional ha ido avanzando lenta pero gradualmente en su posicionamiento político. Basta recordar que en 1988, el Frente Nacional obtuvo el 14% de la votación; en 1995, lograron el 15% y en el proceso electoral del año en curso, alcanzaron casi el 17%.

Resulta interesante encontrar respuestas del porqué el socialismo francés ha disminuido en el ánimo de los ciudadanos; tanto los socialdemócratas como los eurocomunistas parecen continuar en su política de dispersión y división. La izquierda francesa hoy paga el precio de no lograr la unidad y los censos básicos entre sus filas.

Sin embargo, este escenario nos lleva a considerar que en la segunda ronda electoral, los socialistas franceses apoyen a Jacques Chirac para evitar que un conservador de ultraderecha como Le Pen pudiese acceder a la presidencia francesa.

La actualidad política de Francia, muestra signos de desencanto por su integración cada vez mayor a la Unión Europea; además, la sustitución definitiva del franco por el euro, que pretendía ser únicamente una decisión de política monetaria, de alguna manera impactó en el ánimo de profunda identidad francesa entre los electores de aquel país.

Es de preocupar la propuesta de un individuo como Jean Marie Le Pen, quien ha diseñado su oferta política con fundamento en un discurso racista, anti unión europea y un nacionalismo exacerbado que bien lo podría calificar de neofascista.

Los liberales progresistas creemos que la defensa indeclinable de la libertad, incluye entre otros aspectos, el libre tránsito de los individuos y de sus derechos, sin importar su condición social, raza, religión o preferencia política. Francia es la cuna de la declaración universal de los derechos del hombre y sería lamentable que en su proceso evolutivo, pudiesen campear por los Campos Elíseos vientos de intolerancia y sinrazón de las autarquías espirituales.

Después de Alemania, Francia es el segundo pilar económico de la Unión Europea que ha mostrado un proceso de integración ejemplar, con naciones soberanas que deciden unir sus esfuerzos para crecer en forma conjunta, sin perder aquello que los identifica en forma particular. Sabemos que a lo largo de su historia, Europa ha sufrido conflictos y divisiones. Hoy, sin embargo, están construyendo nuevos caminos e instituciones para cohabitar responsable e inteligentemente. Precisamente, ese crisol de culturas e identidades, les permite enriquecer su perspectiva de futuro, en donde ya están pensando cómo integrar a los países de Europa Oriental, que durante mucho tiempo sufrieron la rigidez de la sombra soviética.

Nunca antes, noches prolongadas podían ser eclipsadas por la luz de nuevos despertares, y aunque en Francia apreciamos cierto desánimo entre las clases medias y los agricultores, también es cierto que los políticos con visión de aquella nación, seguramente encontrarán las respuestas apropiadas para los tiempos de una mayor integración, y que este proceso no significará en ningún momento regresar al pasado. Le Pen pretende vender la idea de una Francia colonial, cuando el mundo moderno ya no asimila estos conceptos. La globalización de la que él se queja, es la vía que muchas naciones del mundo desarrollado han incorporado en sus proyectos de largo plazo. Además, un discurso antiglobalización, propuesto por alguien de ultraderecha, parece estar fuera de contexto.

Dada la importancia de Francia en el mundo contemporáneo, ojalá el pueblo francés reflexione sobre el rumbo que desea imprimir a la cuna de una de las revoluciones más impactantes para la civilización occidental. Ellos, los franceses, nos dieron el ejemplo para luchar en contra de las monarquías absolutistas y de sus manifestaciones arcaicas de gobierno.

Entendemos que el desempleo y el desplazamiento de los productos agrícolas franceses, sea una preocupación real para su satisfacción material; sin embargo, no se debe perder de vista que el puerto lejano del bienestar no siempre está a la vista en el horizonte del primer plano. Es necesario avanzar para ir descubriendo y construyendo los puertos a los que deseamos arribar.

Para la izquierda francesa queda muy clara la lección de lo que provoca un clima de dispersión. Al eurocomunismo le ha faltado capacidad innovadora para modernizar su discurso y hacerlo más tangible y alcanzable para la población. Los socialdemócratas deberán revisar su agenda e imprimirle un giro significativo a las formas que han elegido para unirse al resto de la Europa Occidental.

Los liberales quisiéramos ver a una Francia que apoye el respeto a los derechos laborales de los extranjeros, sin importar el país en donde éstos residan. En nuestro caso, los liberales mexicanos estamos construyendo una agenda internacional que tiene como prioridad la defensa del trabajo, de sus prerrogativas y derechos en el extranjero; por cierto, la actual legislación francesa en relación al trabajo de los inmigrantes en aquel país, contempla preceptos de avanzada.

Que la libertad, la fraternidad y la igualdad, sean norma y premisa en la vida republicana de aquella nación latina. Nosotros, los liberales progresistas, trabajamos para que estos valores sean práctica cotidiana y no una excepción fortuita del destino. Que sea por el bien de los franceses y los mexicanos que soñamos y trabajamos por la libertad. ...con responsabilidad.

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