Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!
Inicio

 
www.tiemposdereflexion.com Anúnciate con nosotros
   El entorno de las ciudades

El ambiente en el cual se desarrolla el ser humano tiene una gran importancia sobre la salud del individuo. Debe recordarse que "el hombre es perjudicial al hombre". Se considera como ambiente o entorno todo lo que forma parte de nuestra vida o historia, todo lo que puede tener contacto directo o indirecto y que puede influir en nuestra salud.

El ser humano tiene la necesidad de vivir en sociedad, pues son muy pocos los que prefieren andar solitarios o errantes por la vida. Para formar una familia se necesita una vivienda, la que poco a poco se suma a otras viviendas, constituyendo aglomeraciones, dando origen a comunidades, pueblos y ciudades.

Es la vida en comunidad la que origina los primeros problemas de insalubridad, ya que es la vivienda la que debe cumplir con ciertas exigencias mínimas sanitarias; de otra forma comenzarían a aparecer ciertas enfermedades o padecimientos, muchos de los cuales podrían ser evitados.

Las primeras ciudades aparecieron muy temprano en la historia, en especial durante la Antigüedad. Pero fue principalmente el desarrollo de la industria, durante los siglos XIX y XX, lo que desencadenó el crecimiento explosivo de las ciudades en Europa y América.

Éstas se convirtieron en los principales centros de actividad económica y atrajeron una población cada vez más numerosa, extendiéndose desmesuradamente, pareciendo no tener límites. Se estima que actualmente más de 240 ciudades del mundo sobrepasan el millón de habitantes. México D.F., la capital mexicana, con más de veinte millones de habitantes en su aglomeración urbana, es la ciudad más poblada del planeta, con más habitantes que Tokio (Japón) y San Pablo (Brasil).

En las ciudades abundan las situaciones en las que se da un exceso de motivos -imágenes, olores y ruidos- insistentes, cambiantes y perturbadores que bombardean nuestros sentidos. Es probable que muchos de nosotros no nos hayamos dado cuenta del verdadero daño que ocasiona en nuestro sistema nervioso la diversidad de formas, colores y combinaciones de todo lo que diariamente incorporamos mediante nuestra retina. Observar un edificio de departamentos es impactante, pero aún más si le agregamos los carteles publicitarios, los semáforos, los cables, toldos, adornos, vidrieras y los distintos tipos de luces con diferente intensidad. Como mariposas atraídas por la luz de la vela nos sentimos atraídos por estos motivos y factores que van a dar origen al insomnio, la ansiedad e irritabilidad, que con el tiempo llevarán al estrés.

Al crecer, la ciudad se extiende hacia lo alto, bajo tierra y a lo ancho, absorbiendo paulatinamente a las ciudades vecinas. Los suburbios terminan por juntarse, formando inmensas aglomeraciones. Éstas pueden constituir un conjunto urbano que acoge a más de 10 millones de habitantes y que se denominan megalópolis.

Las características de las urbes, su tamaño, su ruido, su constante ajetreo y su impersonalidad hacen complicadas las relaciones personales. Una persona se encuentra cada día con cientos de miles de semejantes casi todos desconocidos. Incluso cuando se hacen las presentaciones en una reunión social de amigos, la inmensa mayoría de los invitados tiene dificultades para recordar los nombres a causa de que normalmente está tensa y preocupada.

Una forma de aliviar estos problemas es mantener a los demás fuera de nuestra envoltura protectora. De hecho, es imposible conocer a todas las personas que se nos cruzan en la calles de la gran ciudad. No podemos saludar personalmente a todos los pasajeros de un colectivo lleno. No podemos abrirnos a la humanidad que florece en torno a nosotros, que rompe sobre nosotros como el mar sobre la roca. No podemos reaccionar de la manera profundamente humana para la cual nos había preparado la evolución biológica. Tenemos que mantener la distancia entre nosotros y los demás como un mecanismo de defensa, producto de la necesidad que nos ayuda a conservar el equilibrio de la conducta en un mundo inestable y caótico. Es por esta razón que nos rodeamos de una coraza de indiferencia, eludiendo silenciosamente a nuestros propios semejantes y evitando cuidadosamente reconocerlos como seres humanos. En cierto sentido, el ciudadano no es responsable de su conducta. Se ve obligado a actuar de ese modo por el carácter insano y agobiante de su entorno artificial.

El exceso de construcciones modifica el suelo y puede ocasionar catástrofes. Así, durante lluvias torrenciales, los suelos recubiertos de asfalto no logran retener las aguas, que corren violentamente, y que pueden inundar la ciudad en pocas horas.

En el Mundo del Subdesarrollo se plantean problemas relativos a la contaminación. Los sistemas de alcantarillado urbano no están adaptados al creciente número de habitantes, y los depósitos de agua potable se contaminan paulatinamente, comprometiendo el suministro de agua a la población. Los automóviles también generan complicaciones: los gases de escape forman una nube de contaminación tóxica comúnmente conocida como smog.

Serán necesarios muchos años de trabajo constante para modificar estas situaciones, realmente vergonzosas e impropias de la civilización en la cual vivimos.

Réplica y comentarios al autor: cristianfrers@hotmail.com




*
Anúnciate con nosotros

Recibe nuestro boletín mensual
*
* Tu email:
*
*
*
*
*

Noticias
*

Archivo
*
* Consulta los boletines de ediciones pasadas. *
*

Panel de Opiniones
*
* Opina sobre este tema o sobre cualquier otro que tú consideres importante. ¡Déjanos tus comentarios! *
*

Escribe
*
* Envía tus ensayos y artículos. *
*
___
Logos de Tiempos de Reflexión cortesía de Matthew Nelson y Chago Design. Edición, diseño y actualización por Morgan y MASS Media
Resolución mínima de 800x600 ©Copyright pend. Acuerdo de uso, políticas de protección de información