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   El yaguareté

Avanza sin ruido, esquivando cada rama como si la conociera desde hace años. Tan rápido, que su tránsito por el sotobosque se confunde con miles de destellos de luz y sombra que las copas, mecidas por el viento, proyectan sobre el suelo. Sin embargo, no corre, no tiene por qué. Sólo lo hace al cazar, en brevísimos y contundentes trechos. Casi nunca para huir.

Es un yaguareté, el más respetado de los animales salvajes donde quiera que le toque vivir. Originalmente, se extendía desde el SO de los Estados Unidos hasta las orillas del Río Negro, en la Argentina. En la actualidad solo se pueden encontrarlos dentro del país en la mitad boreal de Misiones, norte y este de Salta, este de Jujuy, noreste de Santiago del Estero, noroeste del Chaco y de Formosa. Le gusta frecuentar una gran variedad de ambientes: bosques tupidos, tacarales, picadas, caminos y, en especial, sitios cercanos al agua.

Vulgarmente se lo conoce como yaguar, yaguareté (guaraní), uturuncu (quichua), nawell (mapuche o araucano), jaguar (México), tigre, tigre americano, overo (Salta) y su nombre científico es Felis onca, también conocido como Leo onca o Pantera onca.

Este animal posee una cabeza muy ancha y grande, con orejas pequeñas y redondas. El cráneo es corto y redondeado con anchos arcos zigomáticos. Posee ojos con pupilas que se contraen verticalmente. Su cuerpo es musculoso y compacto, cuello grueso y cola larga y fina. Patas cortas y fuertes, con cinco dedos, las delanteras, y cuatro las traseras que finalizan en uñas curvas y retráctiles. Su pelo es corto, espeso y suave en la cabeza, dorso y patas. Más largo en la garganta, la parte inferior del cuello, el pecho y el vientre. La piel tiene un fondo amarillo rojizo, excepto en el interior de las orejas, en la parte inferior del hocico, las mandíbulas, la garganta y demás partes bajas del cuerpo, zonas en que es más pálida; en la parte interior de las patas predomina el blanco. Tiene manchas negras, redondas, alargadas o rayas irregulares que se bifurcan en la cruz y vuelven a juntarse en el lomo, formando en los flancos líneas más o menos paralelas; más pequeñas en la cabeza, cuello y las patas que en el resto del cuerpo. La cola tiene anillos en su tercio posterior. La forma y la distribución de las manchas son distintas en casi todos los ejemplares. Las hembras tienen coloración más pálida. Se pueden encontrar también algunos ejemplares melánicos, con pelaje negro sobre el que se observan, a contraluz, manchas aún más negras. Existen ejemplares albinos pero son muy raros. El tigre puede medir de la cabeza a la cola 270 cm y pesar 135 kilos.

Con su fuerte dentadura y sus garras retráctiles, el yaguareté emplea distintas técnicas para alimentarse. Una de ellas consiste en aproximarse sigilosamente a su presa. Cuando llega a una distancia que considera conveniente, se lanza en una corta embestida sobre su víctima, apresándola con sus garras delanteras.

En otras ocasiones se coloca al acecho en un lugar privilegiado, esperando que aparezca algún animal, para caer sobre él con rápidos y certeros movimientos.

Si la presa es pequeña, basta con un zarpazo; si es grande, varía su técnica. En este caso suele saltar sobre la región escapular de la víctima y derribarla con su peso; entonces le muerde el pescuezo para provocar la fractura de las vértebras cervicales. En otros casos, le quiebra el cuello con un fuerte tirón hacia atrás. Cuando falla en su intento, generalmente no vuelve a insistir y abandona esa pieza.

Imagínese por un momento que usted es un tigre, tiene hambre, y en su territorio hay para elegir: corzuelas que corren como el demonio, pacas que desaparecen fugazmente en el agua, tapires con dientes como puñales y la fuerza de un toro; y -por otro lado- ovejas, chanchos y cabras, dispuestas prolijamente en corrales, a veces atadas, como en los estantes de la puerta de la heladera. ¿Hace falta explicar más? Los tigres jóvenes, inexpertos, así como los viejos, ya cansados y desgastados se anotan en el menú doméstico.

En 1997, se inició un proyecto con el objeto de encontrar soluciones a los problemas comunes de la gente y el tigre, para favorecer su convivencia. La idea consiste en que los colonos encierren a sus animales por las noches utilizando cercas eléctricas especialmente diseñadas, ya que si el animal se ceba con los animales de un corral, no hay alambre eléctrico que lo detenga; pero si de entrada el corral está electrificado, entonces sí que se pone prudente y difícilmente llega a cebarse.

La Comisión Tigre, un grupo multidisciplinario convocado por las autoridades del gobierno de Misiones, estudia modalidades de resarcimiento por daños probadamente provocados por el yaguar, y reglas de decisión para intervenir ante casos peligrosos; por ejemplo, removiendo animales a sitios apartados o colecciones zoológicas con fines de conservación.

Si bien el tigre carga con todas las culpas y se lo considera un peligro para el hombre, aún en nuestros días, los casos ciertos de ataques a humanos no son muy numerosos, ni justifican del todo su mítica fama. No existen casos certificados de animales "cebados", especializados en la captura de hombres. Se dice que durante la guerra del Paraguay algunos yaguaretés se acostumbraron a la carne humana, accediendo a los cadáveres de los combatientes, y que luego -cebados- volvían por más. Nadie sabe cuánto hay de cierto en aquello. Conocemos en Misiones el caso de Celso Franz, a quien la vida lo enfrentó con un yaguar. En agosto de 1993 era de noche, cuando se disponía a llevar a su vecino una radio a pilas: se la entregaría como parte de pago de una bicicleta. Abandonó la chacra de Liebrens, en la afuera de la colonia Andresito, y se encaminó por la picada del monte. En la primera curva, linterna en una mano y radio en la otra, lo sobresaltó una silueta que lo alcanzó por detrás. El tigre apenas le dio tiempo a arrojar la radio y ponerse en guardia para recibirlo de pie. Celso es alto y de huesos pesados, basta darle la mano para verificarlo. Forcejearon. El tigre apretó en sus fauces su mano derecha, y no se la soltó por un rato, mordiéndola una y otra vez, hasta que ambos se sentaron en plena lucha. Logró patearlo tan fuerte que conmovió al viejo macho que lo soltó y se retiro. El tigre fue capturado y llevado a un zoológico para su rehabilitación. Era un animal avanzado en edad, con un ojo ausente y la falta de varios dientes que seguramente le impedían cazar piezas salvajes. Casos como los famosos tigres cebados de la India y Bangladesh y los leopardos de algunas regiones de Africa no son aquí conocidos para nuestro gran gato manchado.

La declinación del yaguareté fue rapidísima. A mediados del siglo anterior vivía en proximidades de las lagunas bonaerenses y aún se dejaba ver a orillas del río Colorado y contaba incluso con el Delta del Paraná como refugio seguro. Su continuo éxodo hacia el norte puede imputársele a múltiples factores. Fundamentalmente a la alteración de los ambientes naturales y a la persecución de que es objeto desde tiempos virreinales debido al valor de su piel y a su fama de animal peligroso para el hombre y el ganado. En cuanto a las provincias que aún poseen poblaciones de este felino, el panorama es el siguiente:

Jujuy: Presente en el Parque Nacional Calilegua y en el extremo oriental de la provincia, tanto en formaciones selváticas como de tipo chaqueño. Recientemente, en octubre de 1990 un ejemplar fue cazado furtivamente en el Paraje Escaleras.

Salta: Presente en el Parque Nacional Baritú y probablemente en la reserva provincial Acambuco en la Sierra de Tartagal. También en el "Impenetrable" salteño. En el parque nacional "Finca El Rey" parecería haberse extinguido, pero hay pruebas de su presencia allí hasta bien entrado el siglo XX.

Santiago del Estero: Seguramente presente en la reserva provincial Copo, pero sería importante contar con registros actualizados. Su situación en la provincia sería muy precaria y próxima a la total extinción.

Formosa: Sus poblaciones estarían muy disminuidas, aunque subsisten algunos ejemplares en el centro y oeste de la provincia, sin reservas que lo amparen. Estaría extinguido en el Parque Nacional Pilcomayo, aunque algunos baqueanos han visto rastros que delatarían que algún ejemplar aún se halla de paso en el área en forma esporádica.

Misiones: Su presencia no deja de sorprendernos en un área tan poblada y transformada. Se hace presente en el Parque Nacional Iguazú y los provinciales Yacuy, Uruguaí, Esperanza y Moconá. Las medidas que se están tomando van provocando lentamente un cambio en la conciencia colectiva, siendo ahora habituales las denuncias a las autoridades de animales cebados para su captura viva y relocalización, como ocurrió en Andresito, en lugar de su inmediata persecución y muerte.

Les tocará vivir tiempos difíciles a los tigres. Pero no imposibles... Después de todo, este planeta nos pertenece a todos.

Réplica y comentarios al autor: cristianfrers@hotmail.com




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