El
30 de Enero de 1972 es un día que en la historia ha quedado marcado como un día
sangriento. Pocos saben porqué, algunos saben que es una canción de un grupo
irlandés (¡Excelente!) que se llama U2. Hablo del Domingo Sangriento (Bloody
Sunday). En
1971 el gobierno británico implantó en Irlanda del Norte una política de
encarcelamiento sin juicio a cualquier persona que las autoridades sospecharan
de pertenecer al movimiento republicano. Muchos ciudadanos eran encarcelados sin
haber estado en un tribunal y eso provocó la reacción de la gente. La
Asociación de Derechos Civiles de la ciudad de Derry en el condado del mismo
nombre en Irlanda del Norte programó para el día 30 de Enero de 1972 una
marcha para manifestar el descontento de la población ante esta medida tan
arbitraria por parte de las autoridades británicas. A las 2:00 pm la gente
comenzó la marcha de uno de los barrios republicanos de Derry hacia el centro
de la ciudad. Tras dos horas de marcha la cantidad de manifestantes ascendía a
25,000 personas y a las 4:00 pm el contingente llegó a William Street. El
gobierno había mandado sellar la calle convarios batallones de elite del ejército
británico, fuertemente armados y apoyados con carros blindados. Los
manifestantes desconocían totalmente este movimiento del ejército pues, después
de todo, era una marcha pacífica y obviamente no comprendieron el porqué de la
presencia tan fuerte del ejército. La marcha continuó hasta pararse frente a
las caras de los soldados. Algunos jóvenes comenzaron a tirar piedras a la
barricada formada por los soldados británicos y estos respondieron con gas
lacrimógeno y balas de plástico y después procedieron a realizar arrestos
entre los manifestantes. En medio de la confusión causada por el gas, los
golpes de los militares y la revuelta de los jóvenes (que no es un evento
inusual para Irlanda del Norte) los soldados británicos comenzaron a disparar ráfagas
de metralleta a los manifestantes. La gente entró en pánico y comenzaron
dispersarse. Por media hora los militares dispararon 108 ráfagas hiriendo a 14
civiles y matando a otros 13. [1] El
descontento internacional no se hizo esperar y al día siguiente el gobierno
británico se deslindó de toda responsabilidad reclamando que los soldados
actuaron en defensa propia pues habían sido atacados con armas de fuego y
bombas caseras. Ninguno de los manifestantes declaró haber visto bombas o armas
entre la gente y el ejército no encontró restos de ninguno de los supuestos
artefactos en el lugar del conflicto. Ningún soldado o carro británico salió
herido. Por
supuesto, el gobierno británico se ha tratado de excusar de mil
y un maneras. Cito al Secretario de Estado Británico, Reginald Maudling
en su declaración del día siguiente del ataque: “el ejército regresó el
fuego dirigido a ellos con tiros certeros y causaron bajas en aquellos que los
atacaban con armas de fuego y bombas”.[2] Las
investigaciones siguen hasta el día de hoy, los testimonios de los soldados
involucrados cambian día con día, como por ejemplo tengo en mis manos el
ejemplar del 24 de Junio del 2000 del Irish People donde un soldado (identificado
para protección como 027) afirma que un oficial les dijo la noche anterior a la
marcha: “we want some kills tomorrow” (“Queremos algunas muertes mañana”).
Y en el ejemplar del 30 de Junio del mismo año el soldado identificado como
INQ1952 informó que a su sección se le ordenó disparar contra los
manifestantes fueran o no pacíficos. Muchas veces los soldados llamados a
testificar han pedido su anonimato por represalias por parte de las autoridades. Aquí,
como en cualquier asunto en el cual el “honor” de las fuerzas armadas de la
corona se pone en tela de juicio, el gobierno británico ha dado una multitud de
declaraciones ambigüas e incluso contradictorias en la investigación del caso
del Domingo Sangriento para ocultar esa acción criminal del 30 de Enero de
1972.
La
canción que mencioné al principio dice:
“And
the battle's just begun,