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LA VISITA DEL SEÑOR RUIZ


Concurso de Cuentos para Niños UTPBA/1987
Cuento seleccionado: La visita del Sr. Ruiz
En AntologíaCuentopibes.

Raquel M. Barthe

En China los ruiseñores son pájaros muy respetados y admirados, pero aquí... ¿quién conoce cómo es un ruiseñor? Si dijéramos un jilguero o un chingolo, entonces sí es hablar de pájaros conocidos, y lo mismo ocurre con el tordo o el hornero, pero... ¡un ruiseñor! Ese pajarito sólo aparece en los cuentos chinos. Sí señor, en los cuentos chinos. Es por eso que algunos creen que se trata de algo así como un hada, un duende o cualquiera de esos personajes que en realidad no existen.

Sin embargo, los ruiseñores existen y son como todas las aves, de carne y hueso y, por supuesto, con muchas plumas.

Y esta es la historia de un ruiseñor que vivía en China y que un día decidió salir a recorrer el mundo y conocer otros países.

Después de mucho volar sobre mares y continentes (a bordo de un avión, claro está) llegó a Buenos Aires.

Una bandada de gorriones le dio la bienvenida y con gran curiosidad preguntaron qué clase de pájaro era.

-Soy un ruiseñor.

-¿Un ruiseñor? -repitieron a coro y creyendo que se trataba de alguien muy importante volaron a desparramar la noticia de su llegada.

-Ha venido el Sr. Ruiz; ha venido el Sr. Ruiz...

Y la noticia voló de pico en pico y se extendió de un extremo a otro de Argentina despertando la curiosidad y deseos de conocerlo.

Todo aquél que tenía el cuerpo cubierto de plumas, emprendió viaje hacia la ciudad para ver al famoso señor Ruiz. ¡Hasta los plumeros dejaron de sacudir en su pretensión de viajar!

Los primeros cóndores que llegaron y se posaron sobre los cables que atraviesan el cielo de la calle San Martín, no sólo produjeron un tumulto, sino que también destruyeron la red telefónica con su gran peso y dejaron incomunicada a media ciudad.

Mientras tanto, en Plaza Congreso, el tránsito se detuvo causando terribles embotellamientos a causa de los flamencos que mojaban sus largas patas en a fuente. Y las palomas, temerosas de la invasión, se peleaban con loros y cotorras que no dejaban de chillar:

-Señor Ruiz... señor Ruiz, señor Ruiz...

En todos los barrios se producían contratiempos semejantes, y otros aún peores, cuando la gente se distraía observando las aves: caminaban mirando hacia arriba y chocaban entre ellos, tropezaban, caían... en fin, sufrían toda clase de accidentes insólitos.

El pequeño ruiseñor, posado en la punta del Obelisco, miraba tanto desorden y confusión mientras pensaba: «¡Qué país tan loco!» y «Quién será el Sr. Ruiz? Seguramente alguien muy importante, acaso el presidente.»

Y como nadie reparaba en un pajarito tan pequeño, decidió regresar a China.

Y se fue.

Una semana más duró aquel lío. ¡Una semana completa! Hasta que las aves comenzaron a pensar que eso del Sr. Ruiz era puro cuento, ¡un cuento chino! ¿Quién habría empezado el rumor? ¿De dónde habría salido la falsa noticia? Nunca se supo, pero poco a poco emprendieron el regreso hacia sus pagos y Buenos Aires volvió a la normalidad.

Y pasaron muchos años y el asunto se olvidó por completo.

Y cuando algún pajarito joven pregunta a su abuelo:

-Pío Nono, ¿qué es un ruiseñor?

El anciano responde:

-Sólo un personaje de cuento..., pero de cuentos chinos, sí señor.


En Revista Ludo Nº 20. -- (mar. 1996).