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 La antigua África Española: evolución de Guinea Ecuatorial.  
Gustau Nerín i Abad 
Centro de Estudios Africanos. 
Barcelona

 Guinea Ecuatorial y el Sahara Occidental han sufrido evoluciones muy dispares en los últimos tiempos,pero hay un factor que determinó el devenir de ambos países: la obstinación del gobierno español por bloquear su proceso de autodeterminación. En 1960, cuando Gran Bretaña y Francia ya habían procedido a conceder la independencia a la mayor parte de sus posesiones, el gobierno español decidió clasificar sus cuatro colonias (Ifni, Sahara, Fernando Poo y Río Muni) como "provincias". Esta medida, denominada "provincialización" estaba destinada a argumentar que los territorios africanos eran tan españoles como los peninsulares y que, por tanto, no se podía hablar de ninguna especificidad, y no había ninguna reivindicación que ejercer.A pesar de las presiones de la ONU a favor de la descolonización,la Presidencia del Gobierno, integrado por el núcleo duro de militares africanistas (dirigidos por Carrero Blanco), se negó a aceptar las recomendaciones de la comunidad internacional. 

 Solo en 1967, se reconoció la necesidad de descolonizar la Guinea Española, y se procedió a pactar la independencia de manera apresurada. Tanto por parte española como por parte guineana, se consideraba accesorio el determinar el tipo de régimen que debía aplicarse en el nuevo país, y las negociaciones se centraron, únicamente, en la retirada de la administración española. De esta forma, el país accedió a la independencia en octubre de 1968 sin que hubieran unas instituciones políticas locales consolidadas; la Constitución fue redactada a toda velocidad y obtuvo escaso consenso; y los partidos fueron legalizados a última hora, sin dejar tiempo para que se estabilizaran. A lo largo de la Conferencia Constitucional, celebrada en verano de 1968 se puso de manifiesto el caos que imperaba en la política guineana: el transfuguismo destruyó los partidos, los conflictos por el liderazgo fueron constantes, y la confusión sobre las negociaciones fue absoluto. En la Conferencia, a la que acudieron representantes de las fuerzas políticas y personajes independientes, se fueron perfilando cuatro bloques:

- El partido proespañol MUNGE, dirigido por Bonifacio Ondó Edu, que proponía una estrecha asociación con España. Estaba apoyado por la Iglesia, por los colonos, y por parte de los políticos de Presidencia.

 - Los anticolonialistas históricos, encabezados por Atanasio Ndongo, que proponían mantener vínculos económicos con España sin caer en la dependencia. Tenían el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores y del Departamento de Estado estadounidense.

- El grupo antiespañol, denominado "Secretariado Conjunto", encabezado por Francisco Macías. Aunque la mayoría de sus miembros jamás habían formado parte de los partidos independentistas, su discurso era muy hostil a España. Fueron financiados por el notario García-Trevijano. 

- Unión Bubi: partido nacionalista bubi liderado por Edmundo Bosío que pedía la independencia separada de la isla. Era muy favorable al gobierno español, y tenía el apoyo de los colonos de la isla. Fue impulsado por gente próxima a Carrero Blanco.

 El proyecto de independencia separada fue el eje de las discusiones. Los políticos continentales se negaron a aceptar la autodeterminación de la parte más rica del país. Por otra parte, la ONU y la OUA temían que fuera una maniobra neocolonial que pudiera desembocar en una tragedia (como la que sacudía Biafra en aquel momento). Finalmente, pese a las reticencias de la mayor parte de los bubis, se acordó que se concedería una independencia unitaria, aunque se garantizó a la minoría bubi ciertas cuotas de poder, y una amplia autonomía a la isla.

 A lo largo de 1968 en Guinea se gozó de una relativa libertad: la represión disminuyó y se hizo publicidad electoral de las diferentes formaciones políticas en los medios de comunicación (algo impensable en la España de la época). Las elecciones presidenciales se celebraron mediante un sistema de dos vueltas poco antes de la independencia. En la primera vuelta, Atanasio Ndongo y Edmundo Bosío fueron derrotados, y Macías y Ondo Edu continuaron la contienda electoral. Los dos perdedores animaron a sus seguidores a votar a Macías, y éste consiguió hacerse con la presidencia del país.

 El 12 de octubre, Guinea Ecuatorial obtuvo su independencia. A partir de este momento aparecerían múltiples conflictos bilaterales. En el mismo día en que el país alcanzaba su soberanía hubo un motín antiblanco en Bata, que fue severamente reprimido por la Guardia Civil y por la Infantería de Marina española. Con el tiempo, las tensiones con España no harían sino agudizarse. Los funcionarios españoles destinados a Guinea para garantizar la continuidad de la administración, boicoteaban abiertamente las disposiciones del gobierno guineano, como también lo hacía la Guardia Civil (estacionada temporalmente en el territorio). Macías no podía imponer sus decisiones pues eran saboteadas por los españoles que ocupaban los puestos claves de la función pública y de la economía privada. La banca tampoco obedecía las consignas del ejecutivo, y fomentó la evasión de capitales.

 No obstante, también cabe destacar que la gestión del nuevo gobierno fue caótica: era manifiesta la falta de formación de algunos ministros (entre los cuales el de Economía) , y debe señalarse que se agudizaron las prácticas clientelistas y nepóticas ya ejercitadas por el gobierno áutónomo entre 1964 y 1968. El número de funcionarios creció espectacularmente, y las arcas del Tesoro Público se vaciaron en pocos meses. Por otra parte, desde su llegada al poder, Macías mostró rasgos de autoritarismo: la Constitución jamás entró en vigor, y el parlamento no tenía ningún poder real. Ondó Edu, que se había refugiado en Gabón, fue extraditado y encarcelado. Moriría meses después.

 En marzo de 1969, Macías anunció que había dominado un intento de golpe de estado encabezado por Atanasio Ndongo (las versiones varían: aunque algunos autores aseguran que jamás hubo ningún putsch, otros afirman que la intentona se produjo). El presidente guineano aprovechó este pretexto para acabar con toda la oposición e instaurar la dictadura. Ndongo fue asesinado, y muchos de sus seguidores morirían o serían arrestados.

 El fallido golpe generó una ola de indignación popular antiespañola (estimulada por el gobierno), y los españoles residentes en el país se sintieron amenazados.Una operación combinada de la Guardia Civil y  de la Armada española permitió la repatriación de miles de españoles a lo largo de los primeros días de abril de 1969. Tampoco los otros blancos se sintieron seguros, y numerosos ciudadanos europeos y americanos abandonaron el país.

 A partir de este momento, en Guinea se instauró una de las dictaduras más brutales del planeta, sólo comparable a las de Bokassa o Pol Pot. Los miembros del gobierno y de la milicia macista se dedicaban a todo tipo de excesos: se ejecutaba sumariamente, se torturaba sangrientamente, se violaba, se robaba, se expropiaba... No había ni libertad religiosa, ni libertad de opinión... Pero no solo se perseguía por motivos políticos: se podía ser víctima del terror macista por celos, por envidia, por venganza personal, por diversión... Las principales víctimas de la represión macista fueron los guineanos occidentalizados (aquellos que gozaban de ciertos estudios o que habían colaborado con el sector productivo colonial). Macías y sus acólitos, que carecían de formación, temían ser desplazados por los intelectuales, y procedieron a aniquilarlos. Aquellos que escaparon a las prisiones guineanas, tomaron el camino del exilio; de esta forma, la administración guineana quedó en mano de personal absolutamente incapaz de gestionar un estado moderno.

 Las represión macista condujo el país a la ruina. No solo marcharon los inversores europeos, sino también los técnicos locales y extranjeros. Aunque los técnicos fueron progresivamente sustituidos por cooperantes internacionales (de la UNESCO, de la OUA, de Cuba, de la URSS...), los abusos que sufrían provocó su progresiva retirada. Igualmente abandonaron el país los 30.000 braceros nigerianos que, durante la colonia, garantizaban el cultivo del cacao (principal producción del país). 15.000 huyeron entre 1969 y 1976; los otros 15.000 fueron repatriados por los buques de guerra nigerianos en 1976.La retirada de los braceros extranjeros fue parcialmente compensada con la aplicación de trabajos forzados entre la población ecuatoguineana.

 El control policial implicó el bloqueo del comercio, ya que se limitaba el desplazamiento de personas mediante severas barreras policiales en las carreteras. Buena parte de la población ecuatoguineana debió volver a practicar una economía de autosubsistencia, pero el gobierno incluso ponía impedimentos a este tipo de actividades, ya que prohibió los rifles de caza, y confiscó las barcas de pesca para evitar huídas.

 Macías elaboró un discurso con fuertes elementos socialistas centrado en la lucha contra el neocolonialismo. Pero en realidad, su gobierno jamás fue comunista: no colectivizó la economía (sólo expropió los bienes de los españoles huídos), y siempre permitió que los sectores clave de la economía fuesen gestionados por empresas privadas pertenecientes a sus simpatizantes (guineanos y españoles). La retórica "tercermundista" y "comunista" iba destinada a encuadrar la población en un partido único mediante métodos estalinistas, y a mejorar las relaciones con los países socialistas y No Alineados. Gracias a este tipo de discurso, Macías logró el apoyó de la URSS, de Cuba y de China (fue el único líder africano que gozó simultáneamente de las simpatías chinas y soviéticas).No obstante, siguió manteniendo relaciones con los países de Occidente, con quien tenía sus mayores vínculos comerciales. Siguió comerciando con Estados Unidos y con Francia y, pese a la inflamada retórica antihispana, siguió estrechando sus contactos con España. España siempre fue el primer cliente comercial de Guinea, y se firmaron múltiples tratados de cooperación en distintos ámbitos.

 
 

 

 Pero paulatinamente, todos las instituciones que habían apoyado a Macías fueron retirándole su cooperación. En 1975 la OUA y la UNESCO retiraron sus cooperantes, en 1976 la ayuda cubana disminuyó sensiblemente y los Estados Unidos cerraron su embajada en Malabo... Al final de su mandato, Macías atravesó un período de absoluta locura. Vivía atrincherado en su poblado, e incluso llegó a desafiar a sus aliados soviéticos. 
 
El triste período macista no puede ser explicado únicamente en función de la locura del "Gran Líder" (un apasionado admirador de Franco, Hitler, Stalin e Idi Amín).La dictadura guineana solo pudo tener lugar gracias a una gran cantidad de colaboradores, que, si bien llevaron a cabo excesos por orden del presidente, también tomaron numerosas iniciativas por lo que se refiere a la represión. Fueron factores determinantes de la dictadura, la falta de solidez de las instituciones (tanto tradicionales como modernas), el modelo social franquista, y las fuertes desigualdades sociales (tanto interétnicas como locales).

 En 1979 Macías estaba completamente aislado a nivel internacional. Tampoco gozaba ya de la adhesión incondicional de las elites macistas, ya que había llegado a ejecutar a algunos de sus más próximos colaboradores. El 3 de agosto de 1979, su sobrino Teodoro Obiang Nguema y los militares del denominado "Grupo de Zaragoza", llevaron a cabo un golpe de Estado que acabó con el régimen macista. Obiang Nguema contó con el apoyo decisivo del gobierno español y del ejecutivo gabonés. Entre el entusiasmo general, tomó el poder el Consejo Militar Supremo (CMS), que desde buen principio realizó declaraciones de un claro tono pro-occidental.

 Una de las primeras decisiones del nuevo presidente fue confiar a España la reconstrucción del país. Inmediatamente se elaboró un plan de cooperación que incluía el envío masivo de maestros y médicos, el financiamiento de la radio y la televisión, y el suministro de alimentos. Pero el gobierno de UCD no accedió a una de las principales peticiones de Obiang:la cesión de una escolta personal integrada por miembros de la legión o de la Guardia Civil. Marruecos se encargó de enviar esta fuerza especial, y España perdió una ocasión decisiva de influir sobre el futuro de Guinea.

 A lo largo de 1980, Guinea Ecuatorial fue perfilándose como la "neocolonia de UCD". El embajador Graullera despachaba a diario con el presidente, y las cuestiones políticas se decidían de forma conjunta.Obiang renunció, en la práctica, a la soberanía, y dejó que fueran los expertos españoles quienes se ocuparan de los sectores clave de la economía guineana. El gobierno español apoyó plenamente al CMS, y llegó a justificar que no se transfiriera el poder a los civiles.Pero pronto se producieron los primeros enfrentamientos entre las autoridades guineanas y las españolas, básicamente generados por la distribución de los sobornos (que al pare-cer eran percibidos por ambas partes).

 Obiang frenó la arbitrariedad en la represión, pero su gobierno se caracterizó, básicamente, por la continuidad respecto al período macista. Siguió imperando el clientelismo étnico; se violaron continuamente los derechos humanos, se negó cualquier posibilidad de apertura política; siguieron dirigiendo el país políticos incapaces de asumir sus responsabilidades; los exiliados se negaron a regresar...

 A lo largo de 1981 resurgieron las tensiones con España.Obiang optó por aproximarse a Francia como una estrategia para disminuir su dependencia exterior. Esta estrategia completamente legítima fue percibida por el gobierno español como una traición contra la Madre Patria. Pero en realidad, la implantación gala en el territorio guineano es escasa (Guinea carece de atractivos económicos, a excepción del petróleo, controlado por los norteamericanos). El juego de influencias entre España y Francia ha permitido a Obiang presionar constantemente al gobierno hispano. El temor del PSOE a un muy hipotético cambio de lengua oficial ha despertado constantemente una verdadera psicosis en el Ministerio de Asuntos Exteriores español.

 En 1982, el sobrino de Macías disolvió el Consejo Militar Supremo e instauró un gobierno civil, aún más autoritario que el militar, y caracterizado por su exclusivismo étnico (todos los puestos claves estaban ocupados por miembros del clan Esangui procedentes de Mongomo). El objetivo principal del nuevo gobierno era la reconstrucción del país; objetivo que no se consiguió, sino que se mantuvo la degradación económica, agudizándose de manera acelerada el endeudamiento.En realidad, el gobierno guineano jamás tuvo clara ninguna política económica, sino que sólo trató de beneficiarse de la ayuda internacional (Guinea llegó a ser el país del mundo con más cooperación por habitante y por kilómetro cuadrado). La cooperación oficial española llegó a generar el 25 % del PIB guineano, pero además de la cooperación española y francesa, en Guinea siempre ha habido una numerosa presencia de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales de ayuda al desarrollo de distintos países (Italia, Corea, China, Alemania, OMS, PNUD, UNICEF...).

 Pese a los repetitivos discursos enfatizando la soberanía nacional, todas las decisiones claves por lo que se refiere a la economía del país son tomadas por los extranjeros que asesoran a los Ministerios locales. Difícilmente se puede hablar en este caso de un expolio: en realidad, hasta 1994 (inicio de las explotaciones petroleras), la balanza comercial guineana siempre fue claramente deficitaria. El volumen de las exportaciones (madera, pesca, y pequeñas cantidades de cacao) era notablemente inferior al de las importaciones (Guinea carece de industria propia y debe comprar al exterior todos los bienes manufacturados).

 A nivel político, el gobierno de Obiang no consiguió consolidar su base social (sólo en un primer momento fue acogido con entusiasmo). La corrupción, el autoritarismo, la represión y el favoritismo étnico hizo altamente impopular el nuevo ejecutivo. Incluso los militares llevaron a cabo numerosos golpes contra su propio compañero de armas. Para tratar de ampliar el apoyo a su persona, en 1987 Obiang creó el Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE), pero desde un inicio éste estuvo marcado por un acentuado caracter etnicista (el 80 % de los integrantes del Comité Central procedían de Mongomo). El PDGE jamás consiguió cuotas importantes de popularidad, pero se convirtió en un importante instrumento de encuadramiento de la población.

 A partir de 1991, Obiang se vio obligado a aceptar la legalización del multipartidismo. La población se empezó a movilizar contra la dictadura (influida por las revueltas populares en los países vecinos); y Francia, España, Estados Unidos y los organismos internacionales condicionaron su cooperación a la democratización del régimen. Pero aunque el presidente ecuatoguineano ratificó a regañadientes el surgimiento de fuerzas opositoras, no estaba dispuesto a garantizar la alternancia en el gobierno. El objetivo de Obiang era la implantación de una "democradura" ("democracia truncada, dictadura camuflada, según una buena descripción de Max Liniger). El modelo ideal nguemista es un sistema presidencialista, en el que actúe de manera folclórica el parlamento, pero donde los líderes opositores se plieguen a los sobornos, amenazas, y prebendas del presidente (estableciendo un estricto control militar y policial para aquellos que se nieguen a cooperar con el sistema).

 Aunque la oposición reclamó la celebración de una Conferencia Nacional, en la que los diversos actores sociales pactaran la transición a la democracia, Obiang aplicó un claro tutelaje al proceso democratizador,otorgándose el papel de "árbitro y moderador" del mismo. Pero pese a este intento de manipulación, se fueron perfilando algunas amenazas políticas al PDGE. Tres partidos de la oposición legal (Partido del Progreso: PP, Unión Popular: UP, y Convergencia Para la Democracia Social: CPDS) empezaron a aglutinar militantes, y a establecer un pulso constante contra el gobierno. También el ilegal Movimiento para la Autodeterminación de la Isla de Bioko (MAIB), que agrupa al nuevo nacionalismo bubi, consiguió poner en jaque al PDGE entre los miembros de esta etnia. Pero  estos partidos no han conseguido articular una verdadera alternativa al pedegismo. Las disputas entre las distintas fuerzas políticas, el conflicto por el liderazgo, y los antagonismos étnicos y clánicos han impedido coordinar las fuerzas de oposición.

 A partir de 1994-1995, la política guineana experimenta un giro sustancial. El inicio de las explotaciones petrolíferas repercute en un aumento sustancial de los recursos del Estado. La cooperación está dejando de ser la principal fuente de beneficios, pues las multinacionales Walter International y Mobil ofrecen grandes cantidades de dinero a la élite nguemista. Por ello, si bien en 1993 y 1994, Obiang Nguema dio un pequeño margen maniobra a la oposición iniciando un simulacro de transición (para satisfacer a los países donantes), en 1996 endureció sus posturas. La represión iniciada tras las municipales de septiembre de 1995 no se ha detenido. Las elecciones presidenciales de 1966 supusieron uno de los más espectaculares fraudes de la historia del régimen guineano. En la actualidad, parece utópica toda posibilidad de democratización  pacífica. Ante el bloqueo de los mecanismos de negociación política, Guinea Ecuatorial parece condenada a forzar una salida violenta a la dictadura.