Acuerdo luterano-católico
1.- Un paso de gigante
en el dialogo entre luteranos y católicos: El cardenal Cassidy explica la trascendencia
de la Declaración conjunta
2.- «El acuerdo sobre la justificación es un cambio sustancial»: Habla el obispo Knuth, de la Iglesia evangélico-luterana de Alemania
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1.- Un paso de gigante en el dialogo
entre luteranos y católicos
El cardenal Cassidy explica la trascendencia de la Declaración conjunta
CIUDAD DEL VATICANO, 2 nov (ZENIT).- Con la firma de la Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación entre la Iglesia católica y la Federación Luterana Mundial tuvo lugar el 31 de octubre, en la ciudad bávara de Augsburgo, un paso histórico en el desarrollo del diálogo ecuménico.
Este gesto ha sido definido por Juan Pablo II como un «signo consolador» en vísperas del Jubileo del año 2000 y como «una piedra angular en el complicado camino de la recomposición de la unidad plena entre los cristianos».
Junto al cardenal Edward Idris Cassidy, presidente del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, y el obispo protestante Christian Krause, presidente de la Federación Luterana Mundial, además de otros representantes de las dos Iglesias, participaron en la ceremonia centenares de huéspedes de todo el mundo. Los medios de comunicación alemanes han considerado este momento como un cambio decisivo para las relaciones entre católicos y protestantes, casi 500 años después de la Reforma emprendida por Martín Lutero con sus famosas 95 tesis expuestas el 31 de octubre de 1517, en la puerta de la iglesia de Todos los Santos de Wittenberg.
El cardenal Cassidy ha
querido aclarar la trascendencia de este paso ecuménico en una intervención a
los micrófonos de «Radio Vaticano» en las que explica que «la importancia de
esta Declaración Conjunta consiste en que toca una de las cuestiones más importantes
en el momento de la Reforma. Se puede decir que fue una cuestión central de la
situación que provocó la división de la Iglesia de Occidente. Ahora, nosotros
hemos podido encontrar con los luteranos de todo el mundo una fórmula para
expresar la misma fe en la verdad fundamental de la justificación, aunque
ponemos el acento en
diferentes aspectos».
El purpurado australiano considera que el acuerdo cierra una herida abierta hace cinco casi siglos, «pues esta división que se remonta a los tiempos de Lutero provocó las condenas por parte de la Iglesia católica, así como las condenas de los luteranos a los católicos. Hoy el documento dice claramente que aquellas condenas del pasado dejan de aplicarse».
La Declaración conjunta tiene también gran importancia, pues toca nada más y nada menos que el asunto de la salvación del hombre. «Es muy profundo --explica Cassidy--, pues se trata, ante todo, de la salvación que viene de nuestro Señor Jesucristo, de la nueva vida a la que estamos llamados a vivir gracia al Bautismo, de la justificación, pues con el Bautismo comienza la nueva vida que nos lleva hacia la santidad y a la vida eterna. Yo diría que es más una cuestión espiritual que de teología. Este acto de la salvación es al mismo tiempo divino (pues es Jesucristo quien no salva) y humano, pues nosotros tenemos que colaborar con esta gracia. El Señor nos da la gracia de colaborar con la gracia».
La comunión con los luteranos, si bien ha dado un paso de gigante, sigue estando lejos. Quedan materias pendientes muy importantes, como la de los sacramentos, por ejemplo. «Este punto fundamental abre la puerta del siglo que viene. El Santo Padre ha pedido que con motivo de la preparación del Jubileo se promuevan iniciativas que puedan unir más a los cristianos. No hemos llegado a la conclusión de este camino. Existen muchas cuestiones que tenemos que resolver. En pocas palabras: tenemos que seguir trabajando, como el Papa ha dicho: "Es un camino largo y difícil, pero lleno de alegría"».
«El acuerdo sobre la justificación es un
cambio sustancial»
Habla el obispo Knuth, de la Iglesia evangélico-luterana de Alemania
BERLIN, 2 nov (ZENIT).- «Ha sido un paso histórico, sin el cual hubiera sido imposible dar otros pasos en el futuro. Hemos encontrado formulaciones comunes precisamente sobre un punto del que nació el cisma hace cinco siglos: esta es una grandísima novedad», afirma el obispo Hans Christian Knuth, de 59 años y desde hace poco líder de la Iglesia evangélico-luterana alemana, la principal expresión de la Reforma en el país.
Knuth, que es también el máximo representante del Sínodo General de la Conferencia Episcopal Luterana y de la sección alemana de la Liga Luterana mundial, es el responsable de las relaciones con los católicos y por tanto, conoce desde dentro las largas negociaciones con la Santa Sede para llegar a este paso de acercamiento mutuo.
«Está claro que un proceso de esta naturaleza --añade en declaraciones al diario «Avvenire»-- no puede darse sin fricciones, sin problemas. Se parece en cierto modo a la política: cuando se va en serio, todos se ponen nerviosos. Y verdaderamente, tras la nota vaticana del 25 de junio de 1998, nos parecía que todo el proceso estuviera en dificultad. Luego, en cambio, de pronto, se ha producido el cambio sustancial. Yo creo que, en medio del humano toma y daca, en medio de las nebulosas de la diplomacia, el Espíritu Santo ha querido dar una señal».
El paso decisivo, según el líder luterano, se ha dado también por una razón muy sencilla: las dos iglesias, en este largo proceso, se ha conocido mejor. Han caído viejos estereotipos. «Ciertamente --explica el obispo Knuth--, está claro que ha ayudado mucho la mejor percepción del otro tanto en el aspecto personal como en el teológico. Además, naturalmente, es importante el hecho de que nos encontramos ante un frente común: la presión de la secularización, por una parte, y de las nuevas religiones, por otra. Esto nos ha conducido a concentrarnos en lo que nos une, y no en lo que nos separa».
Hay quien sostiene sin embargo que este tipo de acuerdos entre expertos en teología y responsables de las iglesias dejan indiferente a la base. No lo piensa así el jefe de la Iglesia evangélico-luterana de Alemania. «No. Yo diría más bien, por el contrario, que todos ahora se preguntan cuáles serán las consecuencias de esta Declaración».
¿Y cuáles son las expectativas por parte luterana? «Querríamos --responde el obispo Knuth-- que se acabe con el escándalo de que los cristianos se tengan que separar justamente cuando llega el momento de acercarse a la Mesa del Señor. Por nuestra parte, hemos lanzado ya nuestra invitación. Es más, decimos que no somos nosotros los que invitamos sino el Cristo resucitado. Nos gustaría que la Iglesia Católica hiciera lo mismo».
Un objetivo deseado por muchos. Pero, ¿cómo avanzar hacia esta meta deseada? Para el responsable luterano este sería el modo: «Precisamente porque estaba claro que se trata de un largo camino, las comisiones teológicas han desarrollado antes el trabajo necesario de preparación para los siguientes pasos. La Declaración sobre la justificación es el balance de un largo proceso que luego ha sido confirmado oficialmente por las respectivas jerarquías; hoy se debería hacer lo mismo con los otros aspectos, es decir, volver sobre todo lo que ha sido elaborado por las comisiones para ver si se puede encontrar un consenso. Repito, el trabajo ya está hecho».
La Declaración ¿sana las heridas del pasado? «En la Declaración --concluye el obispo Knuth-- se afirma claramente que nuestros Sínodos son reconocidos como órganos de guía eclesial. Para nosotros, sin embargo, es irrenunciable un paso ulterior: que se diga con claridad que se trata de Iglesia, no de simples comunidades religiosas».