
12 de marzo del 2003
Miguel Martín Ayllón
Cádiz Rebelde
"no saben lo que es la verdadera fe, nunca han tenido que experimentar el sacrificio, el de los demás antes que el de sí mismos y el de sí mismos a través de la aniquilación de los demás..."
Qoelet(1).
Lo ridículo y lo trágico comparten habitualmente territorios comunes: "La maté porque era mía", es una frase y una relación causa-efecto que da risa. Pero eso ocurre, y da miedo saber hasta que punto la necedad (tontería, terquedad) se basta a sí misma en la convicción de un pensamiento simple para cometer un crimen. Incluso en este caso la simplicidad criminal contiene una atenuante: el sujeto se justifica con un argumento insultante, pero se responsabiliza del acto.
Al contrario, la impunidad moral de un acto de fe o la inmunidad legal de un acto de servicio, hacen del monstruo un virtuoso.
El privilegio de la irresponsabilidad, que al nivel de "los comunes" es sin más inconcebible, es la condición natural de Oliver North o Rodríguez Galindo. Que estos personajes hayan terminado ante los tribunales, es una anomalía normal dentro del curso de las cosas. Cuando se quiere salvar algo más alto, alguien más alto, la credibilidad del propio estado, una vez medido el escándalo se acotan los subalternos en función de su participación y rango, y sobre ellos se carga todo el peso de las cloacas.
La relación entre terrorismo y razón de estado, no es diferente al lazo entre la voluntad de Dios y el Santo Oficio. La libertad criminal del inquisidor o del "hombre de estado", está en la irresponsabilidad que le confiere dejar de ser un sujeto para ser un instrumento en manos de un interés superior. Esa irresponsabilidad sobre los propios actos es un desorden psicológico, intelectual y ético, fruto de las tradiciones y la cultura del poder. Desde el presidente hasta el último de los mercenarios, consideran el sentido de estado como un grado superlativo de la conciencia. Se identifican como poseedores de un saber trascendente que el resto somos incapaces de rozar con los dedos, y justifican cada uno de sus actos en una teología política que construyen ellos mismos.
Condoleezza Rice, ex-consejera delegada de la petrolera Chevron y consejera de estado de seguridad de la Administración Bush, ha de servir a los intereses de la petrocracia y del estado. Rice debe ganar una guerra para mejorar las condiciones del negocio de sus jefes. La eficiencia es la única escala moral en este caso. No es extraño que el gobierno de Bush sea una simbiosis de mandos militares y ejecutivos. La profesionalidad y la eficacia como valores supremos de la acción humana tienen una inquietante afinidad con la disciplina militar clásica. Cuando al torturador en jefe Phillipe Mathieu le preguntan sobre los métodos empleados para obtener información de los habitantes de la Kabilah su única respuesta es: "...somos militares, nuestra misión es ganar" (Phillipe Mathieu, "La Batalla de Argel", 1966, Gillo Pontecorvo).
El valor de obedecer, el deber de vencer, la lealtad de no pensar. La estupidez, el delirio y la liberación de estar sometido a la voluntad ajena, a la razón de estado, a las órdenes de un mando, al compromiso empresarial, o al albedrío de un Dios caprichoso.
Hijos e hijas de su tiempo, funcionarios eficaces. Caracteres psicópatas justificados en el pragmatismo y la resignación sobre el sentido brutal de todas las cosas, sobre la fuerza como sustancia metafísica de la vida. La fuerza del dinero, la fuerza de las armas, la fuerza de la muerte misma.
Las razones sobre las que se apoya la doctrina del "ataque preventivo" son una involución en torno a teorías ya conocidas. Bushijo, mientras emula los gestos del prototipo presidencial hollywoodiense en sus perfiles desafiantes, compungidos, trascendentes, cómplices, campechanos... confirmando con Warhol que la vida imita al arte, caricatura de la caricatura, repite los peores chistes de la institución en la que representa su papel:
"Nicaragua... estaba a ¨dos días de marcha de Texas¨, un puñal apuntando al corazón de Texas, por tomar prestada una frase de Hitler. Nuevamente, uno puede pensar que la gente se moriría de risa al oír esto. Pero no lo hizo... Nicaragua nos podría conquistar en su camino para conquistar el hemisferio. Se decretó el estado de emergencia nacional por la supuesta amenaza..." (Noam Chomsky, "Igual que en los años 80", Gara 9/02/03).
Son siempre las mismas ideas, que constituyen un mecano que se construye y se deconstruye, que se usa o se guarda, según las necesidades de cada momento. La oposición oficial a la guerra acata el chiste, el reflejo de Lex Luthor preparando la desestabilización y destrucción del mundo desde su nuevo bunker de Bagdad, delimita las líneas básicas del debate. "El fondo del asunto lo compartimos: la búsqueda del desarme. pero hay planteamientos diferenciados de como se consigue mejor ese desarme" (Ana Palacio, La Vanguardia 11/01/02). La facción gubernamental franco- alemana, los partidos social-liberales, y muchos de los intelectuales opuestos la escalada bélica, sostienen una "vía pacífica para el desarme", admitiendo la teoría de que Irak es un peligro latente. Si damos crédito a las encuestas, la mayoría de la población está en las mismas; mientras el 84.7% se opone a la guerra, casi otros tantos consideran que Irak posee armas de destrucción masiva y mantiene relaciones con el terrorismo.
¿Esos son los elementos reales para entender lo que ocurre, o estamos en una situación en que hasta los términos usados en el debate público son un fraude?.
Que Hussein es un tirano de la peor calaña está fuera de toda duda, que usaría todos los medios a su alcance para defender su posición, también. Pero otra cosa diferente es que las hipótesis que se manejan se ajusten a la realidad o sean una construcción y una pesadilla inducida.
Aunque la propaganda del Departamento de Estado pretenda hacer pasar a Sadam por el ojo de una aguja, la supuesta peligrosidad militar de su régimen es un imposible.
En las propias promesas de la propaganda norteamericana está la falacia. El mensaje de la guerra breve y sin costes, descalifica de facto el supuesto de que Irak es un peligro para el mundo. Un peligro para la humanidad solo podría serlo un enemigo poderoso, preparado económica, militar y armamentísticamente como para resistir un conflicto bélico durante años; capaz de someter a los estados limítrofes; y de tener quintacolumnistas políticos en cada uno de ellos como para sostener una posible invasión relativamente continuada. Contra un enemigo poderoso sería imposible una guerra breve y sin costes. Una guerra breve y sin costes solo puede hacerse contra un enemigo débil. Un enemigo débil no puede ser una amenaza para la humanidad.
Si no es suficiente veamos que datos ofrece la historia reciente sobre la potencia militar iraquí.
La apuesta bélica más importante de Sadam Hussein comienza al año aproximado de su ascenso a la presidencia del país, nombrado por Ahmad Hassan al-Bark en 1979, después de la oscura dimisión de este al frente de la república. El 21 de septiembre de 1980, el ejército irakí inicia una incursión en la frontera con Irán con la excusa de la recuperación total de la desembocadura del río Shat-el Arab. El verdadero telón de fondo de la guerra iniciada por Bagdad son el miedo y los recelos de Estados Unidos, Unión Soviética, y las monarquías teocráticas del Golfo Pérsico, ante la Revolución Islámica y la concentración del poder absoluto en Jomeini. Debilitar al gobierno iraní y consolidar el orden geo-político frente a la posible expansión de las ideas de la nueva república islámica (opuesta al capitalismo, al comunismo, y a la plutocracia de las petro-monarquías), eran los objetivos reales.
"Irak ponía los soldados (la mayoría campesinos) y un cuerpo de élite -la Guardia Republicana-, las monarquías del Golfo el dinero necesario para financiar la guerra (armas, recambios, etc.), los EUA y los países europeos (Alemania, Francia, el Reino Unido, Italia y España) las armas (incluidas las armas químicas provenientes de Europa) y la información sobre Irán. La URSS por su lado continuaría con el suministro militar a Irak (Antoni Segura i mas, El Món àrab actual)" ("Aproximación histórica", www.uab.es).
Será difícil encontrar en la historia de la guerra fría un ejemplo siquiera aproximado de acumulación de apoyos, tantos y tan dispares: dos superpotencias militares y económicas enfrentadas entre sí, las petro-monarquías del Golfo y los estados europeos. Irak, que a pesar de las fuertes tensiones internas, había mantenido una clase dirigente más o menos estable desde 1968(2), logrado cierto desarrollo económico gracias a la explotación del petróleo, y mantenía buenas relaciones tanto con su entorno más inmediato como con Estados Unidos y la URSS, tenía en sus manos la clave para consolidar el régimen. En frente, Irán, una república con un año de antigüedad, sin ningún apoyo exterior, con un ejército prácticamente de nueva creación, y sumida en las convulsiones internas provocadas por la represión contra los sectores laicos, democráticos e izquierdistas que habían apoyado la Revolución Islámica, pero se habían convertido en un estorbo para los ayatolás(3).
El balance de la sangrienta aventura se puede calificar de ridículo. Después de 8 años, es cierto que la fuerza de los hechos desvió la atención de los dirigentes iraníes de la expansión ideológica a la defensa del territorio y la gestión de la economía de guerra, manteniendo así el equilibrio geo-político de la zona. Pero la República Islámica sigue aún hoy viva, y la guerra se convirtió en un elemento justificador de la represión y generador de cohesión interna. Y, en concreto, si miramos el aspecto puramente militar, ni las líneas del mapa han variado un ápice, ni el ejército irakí consiguió poner en ningún momento en peligro la integridad territorial iraní.
Cualquiera puede sacar sus conclusiones sobre si después del armisticio de 1988, se puede considerar al régimen sadamita como un peligro militar. Aun en 1990, Irak era un país en crisis, pero relativamente industrializado, con recientes inversiones militares, y una economía estructurada. Entonces, muchos pudieron dejarse engañar por aquello del "nuevo Hitler". ¿Pero pretenden que hoy creamos, que tras un embargo de más de una década, sin un solo apoyo exterior, y con una economía rebajada a escombros, Irak es un peligro militar?.
En el caso del armamento biológico y de destrucción masiva hay que combinar tres niveles imprescindibles: la historia, las averiguaciones de los inspectores de la ONU, y las pruebas aportadas por el gobierno de Estados Unidos y su portavoz Colin Powell. La relación entre estos tres aspectos arroja menos certezas sobre la peligrosidad irakí, que sombras y miserias en torno al comportamiento de los gobiernos estadounidenses y europeos en el pasado reciente.
1 "¿Por qué Tony Blair y George Bush no han mencionado el más terrible crimen de guerra de Saddam Hussein? En ninguno de sus "reportes" hay referencia alguna a los 5 mil hombres y mujeres jóvenes que quedaron cautivos en centros de detención cuando sus familias, de origen iraní, fueron enviadas a Irán poco antes de que Saddam invadiera este país, en 1981.
¿Podría ser porque esos 5 mil jóvenes fueron utilizados en experimentos con gas y armas biológicas cuyos ingredientes fueron suministrados por Estados Unidos?..
...Con el entusiasta apoyo del presidente George Bush padre, el Departamento de Agricultura estadounidense envió a Irak muestras de sustancias químicas que podían emplearse para proteger cosechas, junto con pesticidas que más tarde se alteraron para utilizarlos como armas químicas, pese a que funcionarios estadounidenses habían advertido reiteradas veces que podría empleárseles contra seres humanos"(4)
2 "La prueba irrefutable. La inexistencia en Irak de armas de destrucción masiva es algo que se deduce de las largas, sistemáticas e ilimitadas inspecciones que desarrolló la Unscom hasta finales de 1998, y también del severísimo sistema de control de importaciones vinculado al embargo. La culminación de los trabajos de inspección había sido certificada en los apartados de armas nucleares y misiles, y las búsquedas en los capítulos de armas químicas y bacteriológicas se consideraba también residual"(5)
3 "No obstante, la prueba irrefutable en relación con el artificial "debate" de si Irak tiene o no armas de destrucción masiva se presentó estos días y estuvo siempre a la vista de todos: fue la "sorprendente" y reiterada negativa de los EEUU de entregar las pruebas a los inspectores de la ONU"(6).
El mito del "arma secreta" con la que un régimen incapacitado militarmente podría doblegar al mundo o siquiera a su entorno mas inmediato, difícilmente se sostiene sobre ninguna base sólida. Menos aún con los datos en la mano.
Según F. Valderrama el ex-embajador español en Irak al que el gobierno calificó tras su dimisión de cobarde, el armamento nuclear y químico que pudiera poseer el régimen de Sadam está viejo y obsoleto "...porque esas armas caducan, son armas ¨vivas¨ que necesitan ser reactivadas periódicamente, e Iraq no ha estado en condiciones...". Incluso admitiendo la posibilidad de que Irak se hubiera conseguido saltarse las duras restricciones fronterizas y comerciales, comprando material químico y nuclear a la cleptocracia rusa por ejemplo (he aquí una línea de investigación curiosamente obviada), la capacidad y peligrosidad hacia el exterior de Irak sería nimia comparada con el potencial y las constantes amenazas mutuas de Pakistán y La India. Precisamente el "aliado Musharraf", es un tirano comparable a Sadam, que con la libertad que le da ser "amigo" en la "guerra contra el terrorismo", se convierte en un elemento infinitamente más peligroso que el iraquí, que hoy no es más que un ídolo con los días contados y los pies de barro, caído en desgracia, a punto de alcanzar el crepúsculo.
Dirán entonces que el peligro de Irak no se encuentra en su capacidad para afrontar una guerra de posiciones, sino en su papel de apoyo, albergue y financiación de grupos terroristas islámicos, preparados para una silenciosa incursión destructiva en las ciudades de occidente. Y sobre todo su relación con Al-Quaeda. No es descabellada la hipótesis de que pretendiera financiar atentados fuera de su país, si pensara que aquello le puede reportar réditos políticos, al fin y al cabo cualquier tirano haría todo lo posible para sostenerse en el poder, y los propios gobiernos estadounidenses no han dudado en utilizar también esos métodos cuando lo han considerado necesario.
Ya fuera del territorio de la hipótesis, los hechos por sí mismos hacen difícil la relación entre el integrismo islámico y el régimen sadamita. El partido único iraquí, el Baas, hace una mezcla de nacionalismo totalitario y laicismo, que lo acerca mucho mas a un fascismo tipo occidental que a cualquiera de las teocracias republicanas o monárquicas de la zona. "Sus tentativas de recuperación del Islam, por no decir del islamismo, han fracasado, su credibilidad en la materia es de lo más reducida"(7). Ya en su momento Jomeini acusó a Sadam Hussein de ser un corruptor del Islam. Timothy Garton Ash, periodista poco sospechoso de izquierdismo o antiamericanismo, ha recordado en un artículo reciente que Bin Laden considera al régimen irakí como "apóstata", y que por tanto la relación entre ambos es descartable.
"Funcionarios importantes de la inteligencia del FBI, la CIA y incluso del Mossad de Israel sostienen que no existe evidencia que relacione a Irak con Al-Qaeda en alguna forma que tenga sentido. La BBC informó el 5 de febrero que un informe secreto, oficial, de la inteligencia británica entregado al Primer Ministro Tony Blair y filtrado a la BBC señala que no existen lazos actuales entre Irak y Al-Qaeda. La BBC agregó que el documento de inteligencia "dijo que un comienzo de alianza fracasó por diferencias ideológicas entre el militante grupo islámico y el régimen secular nacionalista". ("UK report rejects Iraqi al-Qaeda link," BBC News Online, 5 de febrero de 2003)(8)
Durante la crisis han resurgido en el interior del país algunas corrientes islamistas e incluso "han salido a la superficie, como punto de anclaje, las redes familiares, las redes clánicas, confesionales, las estructuras sociales tradicionales"(9), sobre las que se ha apoyado el propio estado como espacios de cohesión. Pero aún así, la sociedad iraquí es lo menos parecido al ideal integrista en numerosos aspectos:
"es el país socialmente más liberal del mundo árabe: hay práctica pública de todos los cultos (¡en la "occidental" Marruecos no!), se vende libremente alcohol, los comercios no cierran en Ramadán, la mujer viste ropa ceñida, escotes generosos, pantalón, falda por la rodilla..." (Fernando Valderrama, ex-jefe de la embajada española en Irak).
Por principio, el integrismo islámico se posicionará contra la intervención estadounidense en Irak, pero eso no indica afinidad política alguna con Bagdad, sino el rechazo sistemático a cualquier acción norteamericana en la zona. Por la otra parte, si bien desde el gobierno irakí se ven con simpatía los atentados contra intereses estadounidenses, no es menos cierto que no le interesa bajo ningún punto de vista el fomento de un espacio político-religioso, que ya de por sí desafía a las monarquías islámicas a causa de la corrupción y la plutocracia, y que de extenderse en su propio territorio pondría en cuestión el sistema político y social iraquí en todas sus dimensiones.
En cualquier caso son las relaciones de la monarquía saudí o Pakistán con el integrismo islámico y sus elementos armados, las que están sobradamente probadas. Lo curioso es como se apoya la carga de la prueba allá donde no existe, y donde realmente existe, se obvia su existencia. ¿Se imaginan un fiscal al que le proporcionan pruebas de ADN, documentos, fotos, testimonios... sobre un acusado, y rechaza todo el arsenal porque está "convencido" de que el asesino es uno de sus ex-secretarios?
"Animada por un buen número de asesores del Pentágono, la Administración Bush parece determinada a hacer de la guerra contra Iraq no solo la ejemplificación de su nueva doctrina militarista internacional de "guerra preventiva", sino el detonante que abra la vía para una amplia remodelación del conjunto del Oriente Medio árabe, remodelación en la que puedan conjugarse la pretensión histórica estadounidense: el control del suministro y precio del petróleo y, con ello, la consolidación de su hegemonía política, económica y militar frente a potencias medias que -como la Unión Europea, Rusia o China- pugnan por penetrar los mercados de la región"(10)
Dos objetivos materiales: El control geopolítico que permita a Washington imponer una reorganización territorial a su medida, donde sobresalen la creación de un estado- puente (el Irak títere) sobre el que pueda apoyarse el estado israelí, y que permita desplazar a las monarquías del Golfo como aliados privilegiados en la zona; y la disolución de los refugiados palestinos en Jordania, que permita la vieja pretensión de los dirigentes israelíes de hacer desaparecer a los palestinos en los confines del desierto. El otro es el control comercial del crudo, de la producción y los precios.
Un objetivo simbólico: Usar y demostrar la fuerza y la superioridad de la única superpotencia realmente existente. La impúdica arbitrariedad con la que el gobierno de Estados Unidos reviste su actuación, es la consecuencia lógica del poder que posee. No se invierten miles de millones de dólares en crear "la armada invencible", para que las bombas sean "disuasorias", y los vástagos de West Point figuras de cera. La investigación y fabricación de la bomba atómica se vendió como la producción de un arma cuyo objetivo principal era que no fuese utilizada. Hiroshima y Nagasaki no tardaron mucho en llegar. Durante catorce años los bienpensantes han considerado que con el máximo poderío militar, nuclear y científico en manos de la "democracia mas antigua del mundo", la paz estaba asegurada. Pero desde la Primera Guerra del Golfo, que prácticamente inaugura la post-guerra fría, la US Army ha venido comprobando en la práctica, de una manera mas o menos titubeante su capacidad militar, y el gobierno estadounidense su capacidad propagandística y política en la nueva situación.
La coyuntura permite una combinación simbiótica entre el objetivo simbólico y los objetivos materiales. Las pretensiones en Oriente Medio del gobierno estadounidense y sus corporaciones, ponen en tan grave riesgo los intereses geo-estratégicos y comerciales de los principales estados europeos, Rusia y China, que a la guerra espectacular que se acerca la precede una guerra sorda entre aquellos y Estados Unidos. La necesidad de poner a prueba la fuerza político-militar que se posee, se encuentra con que esa fuerza político-militar es el único medio para imponer un estado de cosas que para una serie de potencias subalternas es inaceptable. Eso explica la contumacia y la irracionalidad con la que la Administración Bush ha conducido la confrontación en el seno de la ONU.
Pero la irracionalidad y el esperpento de algunas de las escenas de este proceso serían imposibles si no se dieran las condiciones adecuadas para producirse. Si no existiera la televisión, los inspectores no tendrían que hacer como que buscan armas químicas, biológicas, nucleares, en traje y gafas de sol, sin ningún tipo de protección. Si los medios de comunicación en general no hubieran alcanzado el grado de producción espectacular que poseen, el propio gobierno de Estados Unidos no hubiera necesitado de tanta pirueta inverosímil para justificar una operación irreversible. Hoy mas que nunca se puede hablar de la guerra como un teatro de operaciones:
"El ardid es perfecto: mientras nosotros nos distraemos viendo por la televisión cómo EEUU bombardea Irak, mata a sus niños y se apodera de su petróleo, EEUU aprovecha para bombardear Irak, matar a sus niños y apoderarse de su petróleo. ¿O es quizás al revés? Mientras EEUU bombardea Irak, mata a sus niños y se apodera de su petróleo, nosotros nos distraemos viendo por la televisión cómo EEUU bombardea Irak, mata a sus niños y se apodera de su petróleo.
La televisión puede mostrar la realidad, exponer las entrañas del mundo y hasta decir ocasionalmente la verdad porque, cada vez que atrae nuestra atención hacia un acontecimiento, nuestra atención queda completamente satisfecha. Nos distrae siempre. ¿De qué nos distrae? Nos distrae de lo que está verdaderamente ocurriendo. ¿Y qué es lo que está verdaderamente ocurriendo? Lo que está verdaderamente ocurriendo es que las cosas están ocurriendo verdaderamente"(11)
En la guerra y en el teatro todo es posible, todo puede pasar, todo está permitido. Incluso pedir la paz. Para Total-Fina, UKOIL, Francia, China, Alemania, Rusia, la única forma de ganarle la guerra a Texas es el pacifismo.
Para Texas la única manera de ganar la guerra es que todas las palabras signifiquen lo mismo. No es ni siquiera una estrategia sofística; los sofistas, para bien y mal, de forma seria o frívola, investigaban las posibilidades del lenguaje y las palabras hasta extremos enriquecedores o paródicos. La semiótica de la "Estrategia de seguridad nacional" es la contraría, reducir todas las palabras a una sola. Civilización significa que hay que hacer la guerra. Democracia significa que hay que hacer la guerra. Legalidad significa que hay que hacer la guerra. Paz significa que hay que hacer la guerra.
Aznar y Blair, en dos escenas calcadas responden de manera idéntica a un presunto espontáneo que interrumpe el discurso presidencial al grito de "No a la guerra en Irak". "La diferencia es que si en Irak alguien interrumpe al presidente para pedir la paz, le pegan un tiro". Que existe disidencia significa que hay que hacer la guerra. No a la guerra, por tanto, también significa que hay que hacer la guerra.
Ha empezado la guerra, ha estallado la paz, muera la inteligencia.
Tomado de Rebelión
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