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LA REVOLUCION DE Mayo 1810-1997

LA REVOLUCION DE Mayo

1810-1997

187 AÑOS DE BUSQUEDAS

 

por Ricardo E. Polo

Para rendir homenaje a un acontecimiento como la Revolución de Mayo de 1810, generalmente se acude a la simplicidad de los textos escolares, que manoseados a través del tiempo por tantos "iluminados" de la pedagogía, solo han conseguido desvirtuar, cuando no tergiversar, los verdaderos propósitos de aquella Revolución. Eso ha ocurrido, en algunos casos, endiosando personalidades funestas y en otros, menoscabando a figuras trascendentales de nuestra Historia.

Nosotros vamos a intentar rendir un humilde homenaje a quien creemos fue uno de los verdaderos hacedores de la Revolución de mayo.

Para lograrlo, lo haremos a través de José Ingenieros, extrayendo párrafos de su extraordinaria obra La Evolución de las Ideas Argentinas, en la que además de plasmar las suyas, ahonda profundamente en nuestra historia.

Dice Ingenieros: "El 25 de mayo tiene mas valor simbólico que histórico. No fue un grito heroico, no fue una pueblada tumultuaria, no fue el gesto imperativo de una masa sublevada; el pronunciamiento de los batallones de Liniers, y la siguiente victoria sobre el motín de Alzaga, son actos cívicos tan importantes -políticamente mucho más- que la formación de una Junta el 25 de Mayo de 1810...

"¿Qué fue pues, lo que vino a diferenciarla de ellos ante la historia? No la independencia, pues todo se hizo en nombre de Fernando VII: no la destitución del Virrey, pues ya se había destituido a Sobremonte cuando se eligió a Liniers; no la soberanía del pueblo, porque ella ya había sido reconocida. ¿Qué fue?"

"Simplemente: Mariano Moreno.

"Sin el breve fusilazo de su genio, aquella Junta hubiera naufragado en un mar de papel, se habría convertido en un expediente más para el proceso de la agonía colonial...

Mas tarde el filósofo argentino dice de Moreno que: "Sus nuevas ideas hiciéronle representativo en la Revolución americana, inspirada en todas partes por una misma corriente ideológica: los fisiócratas en lo económico y los enciclopedistas en lo político, términos del binomio revolucionario que había subvertido al mundo europeo. Belgrano importó las doctrinas fisiocráticas, traduciendo máximas económicas de Quesnay y glosando a Campomanes: introdujo Moreno el Contrato Social, de Rousseau, difundiéndolo como una nueva Biblia democrática."

Enfatiza además que "...Cuando el destino le señala su puesto en la Junta de Mayo, conviértese en tirano para servir a la Libertad y se transforma de leguleyo aburrido en periodista vehemente para predicar desde la Gazeta. Ese evangelio es el único de la Junta; ésta sobra en la historia desde el día que renuncia su secretario. No es frecuente esa virtud del humano carácter que permite decir toda la verdad que se cree, explícitamente, sin temor a las consecuencias funestas que ella suele acarrear al que la dice. De conveniencias y mentiras viven todos los que medran del asentimiento público, juglares, embaucadores o traficantes; la palabra leal y peligrosa, que descoyunta una superstición o quebranta una hipocresía, es el noble y angustioso privilegio de los que ponen sus ideales más altos que sus intereses, sacrificando su personal adelantamiento al Vitam impendere vero de Juan Jacobo. Era de esa progenie Mariano Moreno..."

José Ingenieros analizó la evolución de las ideas argentinas con su erudición y su inflexible rigor científico. No tuvo pelos en la lengua ni vacilaciones en su pluma.

A quienes no hayan leído la monumental obra de referencia en esta nota, les señalamos la vital importancia que tiene su lectura. Muchas décadas de olvido o tergiversación de sus ideas, han sido motivos para los oscurantistas que hicieron de sus obras un curioso paréntesis de "antigüedad" ...Al rescatarlo, insistimos en su visión del prócer.

"....Moreno había aprendido de los liberales el culto de la educación popular; prensa, biblioteca, escuela. A poco de ocurrir los sucesos de Mayo, una de sus primeras iniciativas fue crear la Biblioteca Pública de Buenos Aires, entrando a ella gran parte de las de Maciel, Rospigliosi y Azamor, amén de otras donaciones menores. La crónica de este acontecimiento puede leerse en el docto prefacio al catálogo de la Biblioteca Nacional. (Groussac-Vol. I y en "La Biblioteca", I,9)

El 18 de diciembre de 1810 la Junta fue integrada con elementos contrarios al espíritu de la Revolución; Moreno renunció y poco después fue discretamente alejado del país, confiándosele una misión que gustamos considerar diplomática, para no avergonzarnos de su destierro.

Ingenieros agrega luego que: "...Como todo revolucionario verdadero, Moreno era considerado peligroso por los enemigos internos de la Revolución, dispuestos a parar su curso en cuanto llegara el momento propicio... Después de él, la marcha de la Junta fue minorativa y a poco de andar se infecundó con jerigonzas con que anduvieron los tartufos coloniales. Moreno, como la pirausta legendaria, necesitaba vivir entre las llamas de la hoguera; cuando lo apartaron de ella, languideció rápidamente y murrio en alta mar, el 4 de mayo de 1811, como si la distancia hubiera enfriado su corazón, hasta helarlo. En pocos meses había hecho todo el bien que de un hombre podía esperarse, sembrando el germen inextinguible de la Revolución argentina; acaso una actuación mas larga le hubiera forzado a excesos y enredado en politiquerías ensombrece doras de su gloria..."

Pero esa tumba en los abismos del mar no impidió que la obra de Moreno se extinguiera. La llama que encendió la mantuvo ígnitia el partido Morenista, que persistió por encima de los reaccionarios que conducían el desvencijado barco virreinal, llegando triunfales a la preclara Asamblea del año XIII y como bien lo dice José Ingenieros: "...Lucero de nuestro amanecer, encendido por un nuevo espíritu contra el feudalismo colonial, Moreno es el personaje simbólico y representativo de la Revolución Argentina."

Finalmente, para concretar este homenaje al 187 aniversario del 25 de mayo de 1810, consigna esta afirmación de Ingenieros en su obra: "....Tres actos esenciales para la Revolución realizó la Junta en el orden político y civil. El primero fue deportar a las Islas Canarias al Virrey y cinco miembros de la Real Audiencia... El segundo fue la destitución del Cabildo de Buenos Aires "por los repetidos ultrajes que ha inferido a los derechos de este pueblo" y su reemplazo, el 17 de octubre, por un nuevo Cabildo, cuyos miembros fueron nombrados directamente por la Junta. Eliminados los tres poderes españolizado res -Virrey, Audiencia y Cabildo- solo faltaba realizar el tercero y más importante acto revolucionario: desconocer las autoridades peninsulares que se pretendían legítimas. Cuando Elio desde Montevideo pidió ser reconocido Virrey -en virtud del nombramiento que le otorgaron las Cortes Generales- La Junta, la Audiencia y el Cabildo, desconocieron uniformemente al Virrey y a las Cortes..."

Todo lo demás es... Historia. Los "fernandistas" de la época se encargaron, como suele ocurrir en todos los procesos de cambio, de enturbiar las aguas... A lo largo de estos 187 años, esas aguas, también enturbiadas, han corrido bajo los puentes. Se atizó el fuego de la Revolución; se desvirtuaron sus fines y propósitos; se minimizaron sus alcances; el 25 de Mayo es un fasto protocolar, discursivo y mediático; los protocolos celebratorios se asemejan a los actos previos a la Asamblea del año XIII, en los que señoríos, dones, alcaldes, cortesanos y nobles, parecieran subsistir en vasallaje, por encima del "ciudadano" que Mariano Moreno y muchos otros patriotas revolucionarios, pretendían para este sufrido país.

Al conmemorarse un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, cada argentino que aliente en su corazón ese ardor patriótico que seguramente sobrevive a pesar de la "siesta" conque se nos intentan "globalizar", deberá sacudir la modorra que comenzaron a darnos los "fernandistas" en el siglo pasado y que sobrevive hoy en los "lustrosos" dirigentes que tanta ilustración necesitan.

Abrevar en las obras de nuestros filósofos, escritores, historiadores, ensayistas. Hacer honor a nuestros prohombres. Desestelevisarnos rápidamente, antes de que la lectura sea un huevo de dinosaurio y el ciudadano sufragante, una entelequia frente al vasallaje mediático.

Como el Ave Fénix, resurja el ciudadano, cuyas cenizas corren el riesgo de ser, no solo dispersas por las actuales brisas, sino por futuros vientos...