Canto evocando a Mar del Plata
Y otros poemas
por Ricardo E. Polo
Evocando a Mar del Plata
Me dieron las rocas y el mar
Para que les tocara la piel y el musgo.
Las tuve sin embargo apenas los días limitados
Que fueron curtiendo mi piel con arcanos soles
Y arenas cuajadas de auríferas historias.
Sé que mis manos ahuecaron murmullos
Oceánicos
En esas caracolas que cierta vez
Cobijaron la vida.
Pero sé de mi antigua residencia en las algas
Profundas
En el coral lejano
Las pacíficas islas que el viento del sur
No conoce todavía.
Ella quiso darme refugio
Encandilar con el fuego
vivencias
De su azulverde fantasía.
Pero hay tanta soledad y triste
Y percibida.
Axial de nocturnos lunares
Sobre la cresta de espumas mensajeras
Que caen para siempre en sus orillas.
Hay fiebre en alma, caracola lejana
Dibujo de algas en la piedra modelada
Y noches de ternura.
Bajo el céfiro azul de los ojos astrales
Amo tus calles, tu asombro
De antiguas tejas y de amarronada piedra
O el rubor de poesías que emergen
De tus plazas.
Recuerdo infantil y adolescente
Que no conocen las calles porteñas.
Que mi exilio en Buenos Aires
No turbe con nieves la visión de mis ojos
ni la intención de mis manos
Que quieren abarcarte.
(1960)
OBVIEDADES
¿Celebramos el hálito de vida
que nace en la precariedad del pájaro?
¿O en la soledad de la semilla que nace
bajo el manto germinal de la Tierra?
Hay un dolor celebrado
En lo íntimo.
Tiempo que mide
vaivenes del alma.
Y así andamos
tomando al aire su vital silencio
apretando horas para beber su aliento,
anhelando los cielos
que estuvieron siempre.
Esa insólita muerte de los astros,
que aún nos miran.
Ojos que fueron
entreviendo la eternidad.
(Puertos en cada puerta cada amanecer cuando se parte.
Imágenes virtuales
A veces solazadas
Perfectamente inútiles e idénticas
A pesar de los días)
Después,
nos dicen que viajar
es morir
un poco.
Morir es esto de hacer el juego a los cielos cotidianos.
Sobrellevar tu pena.
Saber
del testimonio:
un día,
aquel en que querremos vivir lo no vivido
por ser tan obvios.
(1961)
ROMANCE DE INCERTIDUMBRES
Nada en la tarde
y el lento minutero desata hebras de finásemos hilos de serrín de lluvia.
Mientras te pienso y no llamas
Mientras la angustia recorre las íntimas fibras hasta dejar exhausto
mi corazón desprevenido.
Y nada sé.
Porque sigue en mi como una llaga lamentada. Como una arista de fuego.
Como un beso hiriente recorriendo la mejilla
Hasta saciar la sed.
Perdidamente inquieto
Mi corazón que anduvo en los misterios de tu búsqueda
Detrás de los minutos, en el paso de las horas, en el golpe abrumador
De sobrellevar el día
Mi corazón que está
No sabes cuánto
Sometido al vértigo del ansia y en busca de la fe que ya no alcanza.
¿Qué me sostiene? Responde tu sonrisa y los relatos ajenos frívolos
e inquietos
Tus cosas con dejo esperanzado de alcanzar la estrella
No es la sonrisa que me sostiene
Sino tu ruta. ¡Y pensar que mis palabras mortifican tu extraña sensación
de estar ausente!
Porque ambos mundos son galaxias cercanas
¡Un algo de esotérica deidad las une y las abisma!
¡Cómo se me van las esperanzas cada hora
¡Cómo resurge la vida en tu voz cuando me llama!
¡Cómo se me viene al alma el rubor y la sonrisa!
Dolorosa certeza de estar y ser ausente
Y relatar sin substancia
Ni alma
Los alambicados hilos de tu voz lejana.
.....
Te iras, lo sé y me importa tanto
al desafiar las cosas por ser tan inquieto.
Será tal vez por aquel beso, el incendio en tu mejilla
la palabra vana o el universo en tu sonrosa.
Puede que tu leve ingenuidad
Por no haber querido,
O haber o no querer...
Para ponerle escudos al llanto
Para entibiar las manos y andar las calles con algo de amor
En un bolsillo
Y esa lágrima penosa ahogando el alma.
Te iras. Lo sé. Tarde o temprano.
Como las rosas arrancadas por la mano
Como los días felices
Como las nubes pálidas
Como las tardes tibias;
las miradas comprensivas;
la ternura
o el amor
Y hasta la vida.
Cuando la noche derrama su silencio y mueren los párpados
en busca de tu sueño
rostro
piel
que con sed se ansían:
emergen desiertos de arena en tus cabellos prendidos a relojes extraños.
Y entonces preguntas hacia donde o por qué y pronuncias
cabalísticas fórmulas.
Y me dices nunca
Y dejas que el mundanal desprecio derrame su presencia
en la ternura de la tarde
para luchar
tan solo
y olvidarte.
(1986)
ESPIGAS
Me dice
La tarde
Del encuentro
Ahora
Que muchos silencios se hacen del olvido
Que has venido con adioses de anillo en tus manos
Que tuve en mis manos.
Que tu ansiedad se muere de ansiedades
Y que no vale la pena luchar ahora
Que vivimos
Para amar un poco en la locura de la estrella
O en el Angel de la Torre.
Esta corta distancia
De sabernos.
El amor es tan solo una espiga
Que florece en ti
O en mi.
(1991)