Aveces uno toma mala decisiones y luego no aceptamos las consecuencias...
Rated: "PG"
Estatus: Terminado

Me llamo Pablo, yo soy un chico tranquilo y muy respetado en mi país, México. Allí me crié y crecí venciendo todos los obtáculos de la vida. A los 17 años conocí a una muchacha llamada Verónica que se había mudado recientemente a mi calle. Ella es una chica sencilla, amante del hogar y siempre soñó con un amor de novela el que ella pensaba que no existía. Cuando nos conocimos ella tenía 15 años y fue en la cancha de baloncesto donde nos vimos por primera vez. Ese día muy tímido me acerqué a ella y les digo que sentí un corrientazo que cubrió todo mi cuerpo y que mientras más me acercaba más me electrificaba. Ella iba a verme todos los viernes, días que jugaba con mis amistades en la cancha, hasta que un día me animé a invitarla a salir.
A los tres meses formalizamos nuestra relación y luego de un año tuvimos nuestra primera muestra de amor, en donde ella me confesó que yo era su primera vez y yo rompiendo los esquemas del machismo, le confesé que ella también era mi primera vez. No se crean que después que probamos una vez las delicias de la carne se volvió una costumbre, pues no; yo la quiero y la respeto, todo tiene su tiempo. Nuestra relación es como algo sobrenatural, nos amamos como nadie y además somos los mejores amigos, es como un cuento de adas en donde las brujas no existen. No les puedo decir que nuestra relación es perfecta y que todo lo de ella me gusta por que no es cierto. Yo detesto la forma en que ella enrosca su pelo cuando está nerviosa, pero también me encanta la manera en que me mira y me dice te amo. Ella también detesta cosas mías, por ejemplo, ella detesta que cuando estoy comiendo y me lleno, me echo para atrás y me froto la barriga. Ella lo detesta, pero le fascina que la llame para ver como está y que la abraze cada vez que pueda.
Bueno, pero saben una cosa, no sé donde diantres estoy. Les puedo decir que estoy en una playa hermosa donde la arena es más blanca que las nubes y el agua es tan clara como un espejo. Bueno, voy a sentarme en esta piedra a pensar. Acabo de ver a lo lejos algo brillar, voy a ver que es. Es un vidrio pulido, a lo lejos parecía un diamante. (Hay un momento de silencio mientras Pablo pensaba). Oye ahora recuerdo que yo le iba a comprar una sortija de compromiso el día de su cumpleaños. Poco a poco fui recordando, iba a comprar la sortija y mi amigo Caleb, me llamó que le iba a adelantar el cumpleaños para que fuera una sorpresa, que llegara antes de las seis. Yo fui y la vi bailando con Abel. Me dio un coraje tan grande que no dije nada y seguí mi camino, me monté en el carro y llegué a un bar en donde comencé a beber. Me bebí como cuatro, cinco, seis tragos, no sé, perdí la cuenta. Un amigo se me acercó y me dijo que yo no podía guiar que le diera las llaves. Yo le dije que no me molestara y me monté en mi carro y llegué hasta aquí. Bueno, no voy a perder más el tiempo y me voy a buscar un taxi por que creo que se robaron mi carro. (Pablo salió de la palya y se fue a buscar un taxi sin éxito. Cuando se acercó al taxista, y le dijo a donde quería ir, justamente cuando iba a abrir la puerta, el taxi siguió su rumbo dejándolo en la calle. Enfadado por lo que había sucedido, decide dirigirse hasta la parada de guagua. Luego de coger guagua, tras guagua por fin llegó unas calles más abajo de su casa).
Que bueno que llegué a casa! (Abre la puerta y se encuentra con su casa oscura y sola). Parece que no hay nadie, pero nada, voy a buscar a Verónica, alomejor ella me puede decir que está sucediendo con ella y Abel. (Pablo cruzó dos cuadras y llegó hasta la casa de Verónica. El nervioso, toca la puerta una y otra vez, pero al parcer no había nadie. Siguió insisitiendo hasta que la puerta se abrió, él entró a la casa con cierto misterio, ya que no entendía el por qué la puerta estaba abierta y nadie contestaba. Entra a la sala y revisa cada una de las habitaciones gritando una y otra vez Verónica, Verónica! Sigue caminando y llega hasta las escaleras, que lo llevan hasta el segundo piso y mientras iba subiendo cada escalón, la escuchaba a ella y a una voz de hombre. Llega hasta la habitación en donde se encontró con su amada y Abel muy abrazados. El se para a mitad de la habitación mirándolos muy enfandado y pegó un gritó "VERONICA!" Ella dio un brinco y Pablo se salió del cuarto tirando la puerta, haciendo que Abel también brincara. Salió de la casa y se fue a la cancha a pensar.) Hay que mucho coraje tengo! No sé por que razón ellos me hicieron esto. Yo pensaba que ella era un ángel que se calló por equivocación del cielo que me arropó con sus suaves y brillantes alas transfórmandome en el hombre más feliz. Pero ese cielo se me derrumbó por un tropiezo de su parte que lamentablemente volvió mi vida un infierno. Ahora no sé que hacer, ni que decirle cuando la vuelva a ver, pero les aseguro que en algún momento haré que Abel me rinda cuentas de alguna forma u otra.
(Luego de unas horas llegan Abel y Verónica muy abrazados y se sientan al frente de él, mientras él les decía "por fin me vienen a dar la cara". Ella dice "tenemos que hablar") Claro que tenemos que hablar, ustedes me deben una explicación, eso no se le hace a nadie, yo te amaba y tú eras mi mejor amigo. (Ella se le sale una lágrima y dice mirando a Abel "chico estoy embarazada". Abel toma su cara en sus manos y la besa tiernamente.) Pero como se atreven, han perdido el respeto, no puedo creer esto. (Verónica rompió el beso con lágrimas en los ojos y miró a Abel diciéndole en forma de queja "Pablo ...") Ya veo que lo nuestro fue sólo un juego para ti, yo ya me voy, no tengo más nada que decir. (Pablo comienza a caminar para irse y en ese momento Abel le dice a Verónica "Mi amor déjalo ir, ha pasado un año de su muerte y estoy seguro que a él le hubiera gustado verte feliz".) QUE?!?! (vira la cabeza en dirección a ellos y camina hasta allá. Justamente cuando llegó frente a ellos Verónica le dijo a Abel "ya lo dejé ir, pero entiende que siempre lo recordaré, pero eso no significa que no te ame" y lo besó). No puede ser, no puede ser, mírame si estoy aquí, no me he ido a ningún lado. Siénteme. (Diciendo esta última palabra la trató de acariciar pero su mano la traspasó, aún estaba medio confundido y siguió tratando de tocarla, pero ella no lograba sentir su tacto ni advertir su presencia, salió corriendo desesperado al medio de la calle y un carro lo atravesó).
(Abel y Verónica llegan hasta la tumba de Pablo, seguidos por él mismo, ella se arrodilla frente a la tumba y Abel le pone una mano en el hombro. "Pablo, quiero que sepas que siempre estarás en mis recuerdos, logré enamorarme por segunda vez y de ese amor pronto germinará un fruto".) No puedo parar de llorar, perdí el amor de una maravillosa mujer por mis tontos celos, sólo estaban bailando y en vez de afrontarlos tomé el camino más fácil y por causa de eso perdí la vida al caer por un barranco. (Abel y Verónica se van abrazados y Pablo se sienta en su tumba, cierra los ojos por un momento para pensar y al abrir sus ojos aparece en la misma piedra de la playa en que estaba sentado al despertar.) Veo a lo lejos en el horizonte una hermosa luz brillante, voy a seguirla a ver a donde me conduce.

