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EL MAR Y EL CIELO PARECE QUE SE UNEN

Nas tomó su automóvil y emprendió hacia la carretera rumbo a Minas, buscando un poco de paz al ajetreo de su vida ¿Puede un  joven hartarse de vivir tan rápido? pensaba. Sus padres murieron en un accidente en la ruta justo cuando él podía devolverles parte de su sacrificio y trabajo. Ya que era rico a los 22 años con su propio esfuerzo en las ventas. Cleo lo abandonó por un empresario, y Cris quedó sorprendida cuando la dejó , ella tenía la esperanza de casarse con él.

Nas con sus 26 años creía que su vida se encontraba vacía y desconcertada, tenía ansias de algo, sin saber de qué. Era muy conocido entre la gente de pro, deportistas y literatos. Las mujeres soñaban con el joven rico, más apreciado porque lo fue con su propio esfuerzo. Desde los 18 años vendía cualquier cosa, era muy simpático y se hacía querer por la gente. Él nunca pensó en política ni en quién tenía la culpa de la pobreza del mundo. Hizo natación de niño, a su padre le encantaba la natación y la caza de liebres y perdices. Fue muy compañero con él y lo lloró una semana. Sus otros tres hermanos no lo querían mucho, porque era medio disparado o caprichoso, cuando se le ponía algo en la cabeza lo hacía. Su madre veía por sus ojos, quizá era por eso que los hermanos se distanciaron de él. Les decía a ellos que sus trabajos eran muy monótonos, por eso se los pagaban mal. Ellos se enojaban y no sabían de donde sacaba tanta energía, siendo el más chico.

Su madre le reprochaba que anduviera con tantas mujeres. Él se reía, argumentando que eran ellas las que andaban con él. Pero la madre sabía que era de buen corazón, trabajador de esfuerzo constante, buscando oportunidades de progreso. Su mente estaba más fija en el esfuerzo que en la diversión, pero cuando llegaba el momento no le sacaba el cuerpo.

Tenía dos amigos que eran igual que él, tan ricos como él pero más mayores, también Marcos y Estela eran dos buenos amigos, un matrimonio con veinte años de casados,  muy querido por Nas, eran cuarentones y habían adoptado mellizas por no poder tener hijos.  Las mellizas tenían quince.

Su madre y padre eran cristianos, concurrían a misa los domingos, él los acompañaba hasta los quince años, después no quiso saber más nada de la iglesia. Se dedicó a trabajar fuerte, pensaba que la pobreza era un motivo de no querer conquistar nada o dejarse achicar por las circunstancias, muchas veces movidas por los que ya sabían lo que querían. Su padre y madre eran pobres porque sin quererlo le hacían honra a la pobreza, pero muchas veces se lamentaban de ser pobres, no podían ayudar a los que querían. Sus hijos mayores, recibieron parte de esa carga negativa hacia  la riqueza o el tener.

Iba a gran velocidad por la carretera con su coche azul nuevo, tomó una curva… iba un camión adelante con una carga de arena, perdiendo parte de ella sobre la carretera, él justo atrás tomó la curva, no pudo continuar, el volante escapó a su conducción, las ruedas giraron sobre la superficie inestable por la acción de la arena y continuó recto a 100 km/h, chocó contra un árbol, luego giró y pegó cinco vueltas. Despertó a 10 metros del auto, rodeado de varias personas. Salió de ese sueño extraño en el que sus padres difuntos lo venían a recibir mientras veía que sus hermanos lloraban.

Vio su coche totalmente apretado y roto, y las personas  le decían: está vivo quieto, quieto, ya llamamos una ambulancia. Los médicos llegaron, lo revisaron, no encontrando nada, ni un rasguño, ni raspones. Tuvieron que pasar con dificultad con la camilla pues el lugar estaba lleno de piedras filosas.

Lo llevaron a un sanatorio para sacarle placas, sus hermanos lo acompañaron. No podían creerlo, estaba vivo, vieron su coche fuera de la carretera totalmente roto y la parte del chofer bien hundida y destrozada.

Se dijo para sí que tal vez sus padres pudieron hacer este milagro desde el cielo.

Fue trasladado a su residencia. Sus amigos Marcos y Estela fueron a visitarlo para ver si se sentía bien. Poco a poco la casa se fue llenando de gente. Él los miraba extrañados pues sentía sus voces más claras, casi podía escuchar sus respiraciones. Sin saberlo fue hasta el placard y miró una caja que tenía recuerdos de sus padres, fotos y cosas, encontró el rosario de su madre, de cuentas de plástico dorado que brillaban más con la luz y se lo echó en el bolsillo del pantalón.

Llamó a Juan, quien lo quería como a un hijo a pesar que fuera su patrón. Tenía toda su confianza y ellos segurísimos que nunca lo traicionarían pues de él emanaba como una energía de simpatía y consideración que sería muy triste no aceptar y empatar con ella.

-         Voy a la Argentina por tres días, a redondear unos negocios, si desean pueden traer a sus sobrinos. - Extrajo unos billetes de su bolsillo y se los alcanzó a la señora de Juan - ... por si necesitan algo, digo...

Llegó a Buenos Aires al anochecer, el avión se deslizó sobre la pista. Lo recibieron con un fino vehículo de vidrios polarizados y lo llevaron al despacho del empresario textil, que estaba interesado en los dones y habilidades de vendedor de Nas. Se ganó rápidamente la confianza de los inversores y sin chistar le pagarían lo que pidiese. Dando un margen de 15 días para repuntar las ventas, con amplias garantías para que él pudiese cumplir con sus propósitos.

Conoció a Sol, una empresaria que le hizo palpitar el corazón con rapidez. Ella era rubia de ojos castaños, pero de un castaño jamás visto en su vida, esa mirada desplegaba una constelación de luceros.

Se aproximó a ella con la libertad del que ama primero y se presentó.

-         Me sorprende ver una mujer en su posición.

-         Yo también quedo sorprendida, esperaba ver a un hombre entrado en años, no a un joven. ¿Cuántos años tienes?

-         Sólo 26. Usted es la mujer más hermosa que he visto en toda mi vida. ¿Quisiera cenar conmigo mañana?

-         Espera un momento, consultaré mi agenda. Mm... Debes ser un poco adivino, pues mañana es el único día que tengo disponible la noche.

-         Fantástico. Mi buena estrella me guía. Mañana el Prince, a las 20. ¿Le parece bien?

Sol estaba muy elegante encajada en un vestido azul noche, con pequeños volados dorados, su elegancia era natural y sofisticada.

-         Su nombre fue acertadamente elegido.

-         Lo debo a una novela que leyó mamá cuando nos estaba esperando.

-         Sabría que su hija sería única.

-         Ja, ja.

-         ¿De que te ríes?

-         De que no es tan así, tengo dos hermanas trillizas conmigo.

-         Ah, mira tú. ¿Ellas también son empresarias?

-         No, ellas desfilan mis creaciones. -  ¿Te han dicho que tu nombre es extraño?

-         Es para que congenie bien con mi apellido: Ram.

-         Es lindo, porque es breve de llamar. El los estudios de mis sueños hay un carácter con ese nombre.

-         ¿Estudias los sueños? ¿Adónde concurres?

-         Lo hago como hobby, llevo un cuaderno, cuando sueño algo, al despertar lo apunto o lo dibujo.

-         ¿Tu Nas, se parece a mí?

-         Para nada, tenía diez hijos a su cargo, era capitán de navío.

-         Me imagino la historia, muchas mujeres ¿No es así?

-         Si, lo es.

-         Mi abuelo fue capitán de un barco español, tenía 9 chicos, con una sola mujer, mi abuela Soledad.

-         Si, tu abuelo no deseaba que ella se quedara sola mientras el se ausentaba.

-         Él se casó muy joven, y creo que el amor que le tenía era único, mi padre tenía cartas de ellos y sonaban reales, de amor sincero. Mi abuela murió, y a los dos días él dejó este mundo, dicen que murió de tristeza.

-         Casi adivino todo de ti en mis sueños, mejor dicho, de tu abuelo. En mis estudios comprobé que todos estamos unidos de alguna manera fantástica y como que nos transmitimos algo cuando dormimos. Los árabes y los que mueren, la cábala y los egipcios tienen un sistema para interpretarlo, pero yo no quise saber tanto pues tuve miedo de que si sabía mucho, ya no tendría sentido vivir sabiendo lo que sucedería. Muchas cosas ocurrieron, y yo lo predije, aunque no con todos los detalles. Sabía que ciertos personajes, amigos, familiares, conocidos, sufrirían determinados acontecimientos pero yo los veía con rostros distintos, comprobé que no tenía que fijarme en los rostros sino en sus caracteres y fue así. Sentí mucho pánico,  consulté a un sacerdote, me recomendó que no siguiera o mi vida sería un infierno, entonces mandé quemar mis escritos. Luego noté que nosotros mismos, haciendo uso de nuestro libre albedrío, realizamos lo que nos proponemos de corazón y que todo pronóstico lo podemos cambiar con nuestra voluntad como personas o como muchedumbre.

-         ¿De quién recibiste la paz?

-         En el ser humano no está claro cómo es Dios, como se interpreta o como se transmite. Dios mismo nos ha dado todo su conocimiento repartido entre todos, pero no todos pueden utilizar este don. No todos van a ver lo mismo que tú, van a dejar loca la balanza de tu criterio. Todo está en el equilibrio y no en lo que ponés en cada plato de esa antigua balanza que es la mente humana.

-         Has dejado mi mente disparada en un torbellino, pero a medida que tú hablabas veía imágenes claras y precisas, de amor, de intuición y de esfuerzo.

-         No quiero fatigarte, cambiemos de tema. ¿Cómo llegaste a rico siendo tan joven y tan honesto?

-         Por rivalidad, por contradicción, por cabeza dura y por tratar de ver las cosas de otra manera, no como te lo sirve la gente.

-         No parece sencillo, pero no veo que sea muy pacífico ese sistema y al mismo tiempo, tú transmites serenidad y como que no quieres embromarme.

-         Ese es el verdadero modo, primero soy sincero conmigo mismo, luego soy sincero con los demás en la medida que pueda equilibrar esas sinceridades que no dañe, que no moleste, que no mate el posible cariño en los demás. Persiguiendo siempre un objetivo como el barco encaminado a un puerto que quiere llegar.

-         Bueno, ahora es mi mente que se mete en la tormenta ¿Hay que escaparle, verdad?

-         Mejor que tú veas que es lo más posible.

-         Por hoy estoy cumplida con la filosofía. Estoy agradecida por el agasajo. Hacía mucho que no encontraba un hombre tan agradable como tú.

-         Espero que esto sea un hasta pronto.

-         Nos veremos pronto, dentro de 15 días, en la próxima reunión.

Nas llevó a Sol hasta su casa, y se despidieron con un beso en la mejilla. El deseaba que los 15 días pasaran pronto. Al llegar a su casa, oró con el rosario de su madre enlazado en los dedos, agradeciendo el encuentro con aquella fascinante mujer. Cada oración se elevaba como ramos de rosas. Se quedó dormido como un niño, soñando que paseaba por un rosedal.

Las hermanas de Sol esperaban impacientes, querían que contara como le había ido.

-         Salí con un muchacho muy agradable, es un bombón. Tiene una forma de ser, que sólo con mirarlo lo estás queriendo. Me sentí floja cuando me tocó el brazo.

-         Esto es amor fulminante. - Dijo Betty con asombro.

-         Es un muchacho con dinero, y cree en el amor sincero, me contó una historia que por Dios! Hablamos de todo un poco, y me contó la historia de sus días hasta hoy.

-         ¿Cuándo lo volvés a ver? - Inquirió Paula.

-         En la próxima reunión. Betty, ve tú a la reunión hasta la mitad y luego aparezco yo. ¿Qué te parece?

-         ¿Qué estás tramando?

-         Divertirme, a costa de él.

Nas trabajó 15 largos días, lucha intensa, estrés perpetuo, creía que no llegaría a nada concreto pero sus encantos conquistaron a todos. Consiguió lo que necesitaba para la reunión. Llegó radiante a ese encuentro, cuando le dieron la palabra, habló fluido y en poco tiempo expuso sus puntos, y todos aprobaron sus propuestas.

-         Nas estuviste fantástico. - Dijo Sol mientras se aproximaba a saludarlo.

-         ¿Tú eres hermana de Sol?

-         Lo soy, mi nombre es Betina. Sol no se sentía bien y concurrí yo.

Sol se apareció de la nada, y le susurró al oído - ¿Usted es Nas?

-         ¡Ay! Qué linda broma, pero tú eres Sol y no Paula.

-         Eres demasiado astuto.

Se apartaron del resto de la gente, y Nas le dijo a Sol:

-         Nos veremos seguido, como habrás visto, ahora debo ir y volver seguido, podemos salir juntos otra vez si lo deseas.

-         El próximo martes cumple años papá. ¿Deseas venir a casa?

La conversación fue interrumpida por la recepcionista:

-         Sol, teléfono, es urgente.

-         Discúlpame un minuto Nas.

-         Hola... - ¿Paula chocó?

-         Te llevo. - Le dijo Nas, tomándola del brazo la condujo al vehículo para ir al hospital.

-         No debes preocuparte, debe estar bien, sólo se rompió un poco el coche.

-         Ella hace mucho que maneja, era su propio auto. - decía entre llantos.

Cuando llegaron al lugar vieron con asombro que el accidente era con el auto de Paula, pero lo conducía Margarita, una amiga de ella.

-         ¿Cómo sabías que Paula estaba bien, pero su auto no?

-         Lo presentí, había dado gracias a Dios cuando conocí a tu hermana, Dios  no me la podía destrozar tan rápido sabiendo el dolor que ocasionaría a tu corazón.

-         Eres brujo. ¡Basta por hoy!

Nas se preocupó, no le gustaba la idea de ser brujo. No quería que la mujer que amaba le dijera de esa forma. Se abrió un abismo de silencio entre ambos. Él quedó sumido en la tristeza, no quería perder ese amor.

-         ¿Qué sucede Nas, has caído en la depresión?

-         No importa, lo que me interesa es que estés bien tú. Que camines hacia el mejor destino, donde te lleven tus sueños. Tú sabes como son las empresas, uno debe clasificar constantemente. A veces tienes tus desengaños y lo que mantiene en alto la bandera es mirar hacia delante.

-         Ahora que el mal trago pasó. Te espero en el cumpleaños de mi padre. Ya eres mi amigo, y confío en ti. Además de lo que has hecho por mí, te pido este último favor, no te olvides, eres mi socio. Allí habrá mucha gente y tendrás buenos accesos para seguir progresando en tu carrera. Olvídate lo del Mercosur y las trabas aduaneras, y los estados que son monstruos que devoran. Nada es fácil, ni para los ricos. Lo regalado no sirve, es mejor lo conquistado y lo que pide esfuerzo. Los que ponen el dinero a interés no entienden nada, sólo logran que los bancarios se rompan la cabeza para buscar donde invertirlo. Creen que los bancarios les regalan el dinero, pero ellos la tienen que sufrir.

Se despidieron y Sol entró a su casa.

Nas volvió a Montevideo, para ver como andaba todo.

Saludó a todo el personal de su casa que lo esperaba alegre, era su familia. La casa era demasiado grande para un hombre solo, había tanto espacio que se podrían alojar diez familias con chicos, y habría espacio para todos.

Juan se acercó para ponerlo al día.

-         Señor, Cris preguntó cuando volvía usted y sin querer le dije que hoy, lo espera en el estudio.

-         ¡Nas! ¿Cómo has estado, querido?

-         Bien. ¿Almorzamos juntos?

-         Como tú digas, lo que tu quieras... - le contestó sugerente.

Se dispusieron a almorzar, y Nas la observaba.

-         La verdad que estás espléndida, los aeróbicos se notan cada vez más. Me enteré que tu academia de entrenamiento físico marcha bárbaro.

-         Admiro la forma en que dominas a tus empleados aquí adentro, se nota que no entra nadie que tú no desees ver.

-         Sí. Son fantásticos, les tengo una fe ciega. Ellos saben que me gusta estar en compañía de la más hermosa mujer, no pasa nadie, pero ellos tienen claro quien entra a mi hogar y quien no.

-         Tu madre me tenía rabia, no me quería para nuera.

-         Que simpática. Sabés bien que mamá te conoció muchos novios fotógrafos y sabías también su forma de pensar, que el amor es uno y eterno y que el matrimonio es para tener hijos y a ti las eternidades son aburridas y los niños son para las maestras.

-         Nas ¿te vas a poner a pelear ahora?. Estoy deseosa de hacerte mimos y me vas a dejar como si fuera yo la culpable de las tristezas de este mundo. Además ya no te hablo que te cases conmigo pues es lógico que no puedo entrar en tus reglas. Me basta con llegar y acompañar.

Nas no la entendía. Pero como ella no lo entendía a él era un empate.

Almorzaron y se fueron a dormir. Nas no sabía que pasaba, el rostro de Sol lo veía muy grande y serio en su imaginación. Luego vio unas rosas movidas por la brisa.

Nas concurrió a su empresa todo marchaba sobre ruedas pero igual tenía como un desasosiego. Dejó establecido donde estaría en Buenos Aires a su secretario Alberto. Marchó 15 días más. A pesar que el no acompañaba a Dios en las misas de los domingos sentía igual que Dios lo acompañaba todos los días. Pero no quería hablar de esta cosa con nadie, el mundo siempre lo iba a ver como uno del montón hacía todo igual que ellos. Si él era rico peor lo miraban, como aplastador de cabezas, codo con codo con todos los poderosos y el gobierno de su lado para  que fuera cada vez más rico. Hasta la iglesia amada de sus padres no lo aceptaba. Sintió misericordia por los niños pobres, pidiendo limosna camino al aeropuerto, se tomó el trabajo de pedirle sus datos, edades y filiación. Luego mandaría a su asistente Luisa para que los visitara y le solucionara esos problemas. Seguiría adelante, que la gente piense lo que quiera. Sembraría el bien.

 Llegó a Buenos Aires, su amigo Felipe lo esperaba en el aeropuerto.

-         Fantástico Nas, te va saliendo todo lindo, si logras aguantar quince días más y cerrar tantos tratos, no vas a poder dormir pensando en que banco vas a depositar tanto dinero.

-         Sé que es una forma de decir, eso, pero tu ya sabés como, ya que fuiste mi maestro.

-         Sí, saliste muy bueno, ya que yo a tu edad recién comenzaba a encontrar ideas. Andaba enredado con mujeres, bailes, carreras de caballos. Luego, un amanecer, dejé de lado el tango, la pobreza y el alcohol. Estaba gastando muy rápido mi cuerpo. Cambié los caballos por el paracaídas. Los bailes por el trabajo constante. El alcohol por los viajes. En los viajes conocí dos tipos de personas, los que trabajan para ellos y los que trabajan para otro. Yo era de los que trabajaba para otros. Salí a buscar una mujer que reuniera los atributos necesarios como para salir de lo gris. Comprobé que una familia bien llevaba ayuda también a la prosperidad. Todos los años aquellos me habían puesto basura en la cabeza. Nunca me habían dicho que yo debía crear mi propio empleo.

-         Te gusta, Felipe, repetir todo esto, me lo comentaste cuando yo entré en el club de los paracaidistas, tratando de salir de la tristeza, para tirarme de un cielo azul sobre los pastos verdes y ver el mundo desde otro punto de vista.

-         Te gusta también repetir las historias, esto ya lo sé.

-         Después de presentarme a Marcos y Estela, dos personas extraordinarias que se tiraban a tierra desde el cielo.

Nas estaba contento, llegó el día de ver nuevamente a Sol. Hizo lugar en su trabajo y llegó a las ocho de la noche a su casa. Otra vez Sol mandó a la hermana que no conocía a recibirlo vestida igual que ella en la pasada reunión.

-         Bienvenido

-         Gracias. Tú eras la hermana que no conocía.

-         ¿Cómo supiste que no soy Sol ni Betina?

-         ¿Y tú que piensas? ¿Por qué llegué adonde estoy? Me interesan las personas, los rostros y caracteres. No se me olvidan.

-         Ven a conocer la familia.

Llegaron a una sala enorme, con varias personas ilustres ya conocidas por él en sus estadías en la Argentina, luego les presentó a su padre; era un hombre mayor, atlético y elegante. Le cayó bien de entrada y le estrechó con firmeza la mano. Su madre no, encontró vestigios de desconfianza. Le dio una sonrisa cumplida. Mi futura suegra ya es suegra del primer momento. Así es la vida. Llegó Bettina y lo saludó contenta. Apareció Sol con un hermoso vestido color crema que resaltaba toda su elegancia y belleza. Su corazón se aceleró. Sabía que era la mujer de su vida.

-         Me alegro que hayas venido.

Lo tomó del brazo y le presentó otros matrimonios importantes. El sonreía feliz y atento.

La residencia realmente era magnífica, con sus jardines iluminados estratégicamente. Pensó que realmente la vida compensaba el dolor y pobreza de su niñez y adolescencia, y estaba agradecido por todo. Luego se apartó un poco de la fiesta con sol y los dos reían sin ton ni son. Nas trató de superar un poco esas emociones, pues si no no iba a llegar a los treinta. Sol tomaba su brazo como si toda la vida lo hubiese hecho; siguió contando su vida, su niñez y travesuras de trilliza. Los padres eran de clase media, muy trabajadores, pero fue ella y sus hermanas las que sacaron todo adelante. Ella era la que tenía más estrategia y sabía resolver los problemas, o mostraba dónde estaban las soluciones. Tuvo tres novios pero eran demasiado quietos, ahora estaba libre. Sus hermanas tuvieron la misma cantidad de novios que ella, pero las dificultades eran distintas.

-Bueno, Nas, ahora te toca a ti contar tu vida.

-Mis padres eran realmente pobres, pero le dieron estudios a mis hermanos con grandes sacrificios. Ellos trabajaban de empleados en distintas empresas. Están casados los tres, dos tienen hijos pequeños menos el que sigo en edad, su señora no pudo tener familia.

-¿Por qué no trabajan en tu empresa?

-Porque no somos unidos. No me han valorizado y creo que hasta abusarían de mi si pudieran. Mis normas son que si ellos quieren, pueden realizar lo mismo que yo. Para ellos todo lo mío fue una gran suerte, nada más. Mi primera novia concurrió a un concurso de bellezay ganó; tenía dieciséis años pero estaba enamorado de ella, y me dejó por un empresario brasileño. Después aparecieron otras que no duraron nada, y últimamente no estoy enamorado de nadie… esta Cris que adivina siempre cuando estoy solo, y concurre a casa, mi personal la atiende en el recibidor pero no la dejan que camine por la casa, y me avisan cada vez que llega. Pero yo les dije que no la echen.

-Esa mujer piensa quedarse contigo, a la larga… ¿tiene una buena posición?

-Un poco menos que yo. Su padre es dueño de un diario, ella tiene una casa de ejercicios y masajes, vive para el cuidado de su figura. No quiere hijos, tiene treinta y dos años.

-Es mejor estar solo que mal acompañado.

-Sol, contigo me siento muy bien acompañado. Soñaba volverte a ver, si tú me aceptas me harías dichoso.

-Nas, siento lo mismo, siento cosas lindas por ti. Ven, vamos al jardín.

Llevó a Nas al jardín, junto al rosedal. Se miraron, lentamente se acercaron, se abrazaron suavemente, como si tuvieran miedo de quebrar un sueño. Nas dijo: te amo, Sol, ella besó sus labios con una sonrisa, sintiendo algo como el aletear de muchas aves. Estuvieron besándose unos minutos en que sus cuerpos parecían formar un solo corazón. Se separaron lentamente, volviendo a la reunión.

Desde la puerta del jardín hacia la sala principal hacían como un corro, con un clavel en la mano, aplaudiendo a la reciente pareja. El padre de Sol era el que más reía. Las hermanas repartían claveles entre la gente.

-Gracias, gracias- dijo Nas- ¡estas hermanas se han portado de maravilla!

Nas se aproximó a Carlos, el padre de Sol, y lo abrazó.

-Perdón, desvié la atención de su cumpleaños.

-No, muchacho, es el mejor regalo que me puede hacer. Sé que tú eres noble y amas a mi hija, se notaba de lejos tu admiración por ella. Sé que la harás feliz.

-Yo le cuento todo a mi padre, él sabía desde el principio que tú me tenías atrapada y sin salida- dijo Sol.

-Bueno, ya no tengo palabras. Quiero verlos en mi residencia de Carrasco.

-¡Amor fulminante!- decían las hermanas, y se reían a carcajadas.

Apareció una orquesta de mariachis contratada por Nas. Sol realmente parecía un sol, irradiando alegría y luz. Su brazo no se apartaba de Nas, hacían una linda pareja.

Nas dejó la residencia con nuevos bríos de trabajo. Conquistaría todo con la alegría que tenía.

Pasaron veinte días. Todo lo que llevó a cabo tuvo éxito y volvió a su residencia en Montevideo, a preparar la visita de Sol con sus padres. Como si supiera, Cris desapareció definitivamente de su vida.  Llamó a sus hermanos y los invitó a casa para que conocieran a Sol el día de su venida. Ellos aceptaron de buen talante, vendrían con sus familias.  Nas sintió la necesidad de agradecer a Dios. Fue a la habitación más pequeña de su casa y se puso a rezar. Abrió el corazón y le agradeció su colaboración constante. Agradeció la vida de sus hermanos, padres, su lugar en el mundo. Abrió un mueble que tenía recuerdos de su padre, lapiceras, cuadernos con apuntes de lecturas, libros que aquel apreciaba mucho En uno de ellos tenía una estampa de la Virgen del Huerto con el Niño Jesús en brazos, atrás se veían distintas flores y rosas. La mano le empezó a temblar mientras la sostenía, luego comenzó a inundar todo su cuerpo como un estado de gozo, amor y plenitud. Su alma dijo: bendita seas, maría, se que esto no es mi voluntad sino la participación de tu amor, para que te siga. En ese momento golpearon a la puerta. era el mayordomo.

-Perdón, Nas, acaban de llamar por teléfono, su hermano César ingirió unas pastillas para los nervios que le hicieron mal, está internado.

 Encontró a Beti pálida y demacrada. Vino corriendo hasta él y lo abrazó llorando.

-Se muere, Nas, se muere tu hermano. Su profunda tristeza y angustia colmó el corazón de Nas, se le inundaron los ojos de lágrimas. Rosana, que le acompañaba, tomaba del hombro a Beti y le acariciaba los cabellos.

-Ay, Nas, yo no sabía que estaba tan desesperado como para llegar al suicidio, qué será de mí y de mis hijos pequeños… la empresa en la que está reducen el personal y lo despidieron.

-Espera, hablemos con el médico.

Nas presionó para que lo dejaran pasar. El médico no quería hablar. Estaban tratando de salvarle la vida a César.

-Escuche, ya que se está muriendo déjeme pasar a verlo, es mi hermano.

Al final lo dejó pasar. Estaba pálido, los aparatos marcaban su muerte.

Nas puso la mano izquierda sobre la frente de César.

-Regresa, César, te daremos mucho amor. Beti está también aquí, y Rosana. Vuelve, vuelve… Beti y Rosana lloraban.

El médico miró fijo a Nas. En ese momento el rostro de César comienza a tomar color, en los aparatos vuelve a sonar la vida. Vomita, las enfermeras se acercan a limpiarlo. El médico mira a Nas sorprendido. César está de ojos abiertos y ahora le sonríe. Beti y Rosana lloran y ríen.

Se armó un corrillo afuera…

-Doctor ¿hubo un milagro?

-No, tuvo una reacción tardía. La medicina salva y cura…

Nas lo miró con seriedad y le agradeció todo lo que hizo por su hermano. En los corredores se sentía perfume de rosas.

Llegaron Berto y Fran, enterados por Rosana de un casi milagro de Nas. Lo abrazaron con fuerza.

Ana lloraba y sonreía, alternativamente.

-Tenemos que sacar adelante a César.

-¿Por qué no me contó que le iban tan mal las cosas? Puedo conseguirle otro empleo- dijo Nas.

-Llamé varias veces a tu casa, cuando no estás en un seminario estás en una convención de empresarios, parece que no tuvieras hermanos, solo amigos y amigotas.

-Afloja, Ana, afloja. Tú sabes que he invitado muchas veces a todos mis hermanos pero como yo soy el oveja negra, no les intereso.

“Justo ahora que van a ir a casa ocurre esto”- pensó Nas.

-Tú los alejaste con tus ostentaciones y tu “si ustedes quieren, pueden”, sabiendo bien que el esfuerzo y las suerte no les acompañan como a ti.

-Ana, sabes que estas palabras y reproches están de más, en los casos urgentes yo estoy con ustedes. Recuerda cuando se quebró tu nena.

Ana lo abrazó.

-Está bien, Nas, ya sé, pero digo todas estas cosas delante de ellos para que tú sepas la verdad.

-Vamos a querernos como hermanos, estoy decidido a poner todo de mi parte para vivir más unidos. Ustedes también colaboren un poco para que sea realidad- dijo Nas.

A la semana, César estaba totalmente restablecido. Nas lo llevó a ver a Marcos y Estela, quienes le dieron trabajo en una de sus empresas, un cargo de confianza muy bien pago, duplicando lo que anteriormente ganaba.

Subieron al lujoso auto de Nas y regresaron contentos en aquel día de sol.

-Perdona, Nas, creo que he sido injusto contigo. Pienso demasiado mal de todo lo que haces. No sabía que tuvieras tan buenos amigos. En el sanatorio creí que me moría, veía cómo entraba en un túnel negro y doloroso.  Desde el techo me vi a mí mismo, con tristeza, al ver que sacudían ese cuerpo, tratando de hacerlo reaccionar de todas las maneras. Luego salí como flotando de esa sala, vi que llegabas y mi mujer se abrazaba llorando a ti y tu rostro lleno de lágrimas como nunca antes te vi, pensé: entonces él me quería, y vi un rosal. Entré en un torbellino oscuro, al fondo de este vi una luz, que estaba a mis espaldas, sentí tu voz que me decía “vuelve, vuelve”, el llanto de mi mujer, y vi las caritas de mis hijos. Pensé “ojalá pudiera”; algo me empujaba hacia la oscuridad. Volvió a aparecer la luz, que giró sobre mi izquierda. Sentí de nuevo tu voz, la luz iluminó el rosal. Sentí mi alma en paz. Me desperté en la camilla y te vi sonriendo. No podía hablar y te sonreí también.

-Fantástico, César, aquellos rosarios de nuestros padres te trajeron de nuevo. Tienes mucho amor en Beti, que te quiere, pero tú y tus problemas te apartaron de la realidad. Todo tiene solución.  A propósito, tengo que hacerte una invitación. El sábado te voy a presentar a mi novia y su familia, creo que la vas a querer.

La residencia estaba con todas las luces encendidas y rodeada de autos. Los hermanos de Nas, muy trajeados, contentos y felices. Beti, Ana y Rosana, con vestidos nuevos, entraban curiosísimas por ver cómo tendría la casa adornada Nas, y cómo sería aquella mujer que atrapó a su cuñado exitoso.

César y Beti se hicieron muy amigos de Marcos y Estela, que no parecían para nada patrones sino dos amigos en quienes se podía confiar.

Llegaron tres coches, con mucha gente, los familiares de la novia de Nas. Las trillizas subieron las escalinatas con gran soltura, sonrientes, estaban muy bonitas. Nas les presentó a sus hermanos. Beti hizo enseguida amistad con Betina, Rosana con Paula y Sol con Ana. Los hermanos estaban reunidos.

Marcos y Estela trajeron a las mellizas quinceañeras, que miraban con atención a Sol y sus hermanas. Marcos decía, simpático: “veo triple y todavía no tomé nada”.

La suegra de Nas estaba muy seria, nada la divertía. Nas se le aproximó.

-¿Se encuentra bien, está todo bien?

-Gracias, Nas, está todo bien, me atienden muy bien en esta casa.

Luego se le acercó Sol.

-¿Qué ocurre, mamá? Estás como preocupada.

-No es nada, hija, es como una angustia y un mal presentimiento. No sé de dónde, ni de quién, pero estoy angustiada y tú también lo viste.

-¿Es por nuestra pareja, mamá?

-No sé, hija, no sé.

Llegó la orquesta contratada por Nas. Empezaron a tocar distintos temas, a gusto de cada generación, para que bailaran todos.

Sara estaba medio adormecida, sentada en un cómodo sofá. Había un gran ventanal que daba sobre el jardín. Empezó a llover torrencialmente. Se sentían truenos lejanos, apagados por la música.

Sara se durmió mientras Carlos conversaba con los hermanos de Nas. Las trillizas bailaban como nunca, pero igualmente miraban de vez en cuando a su madre dormida. El mismo baile no les permitía llegar hasta ella, para despertarla. Continuaron bailando. Sara despertó al sentir que alguien se sentaba cerca de ella. Era un hermoso niño rubio, que le dijo:

-Hola, soy Oñin. Ya quedé cansado de tanto baile. ¿Te molesto?

-No, la verdad que no. ¿Con quién bailabas?

-Con las mellizas, que se divertían a mi costa. Son mayores que yo. Queriendo cansarme, se turnaban para bailar conmigo, hasta que se cansaron de mí y se pusieron a bailar con otros. ¿Sabes, Sara, que recorriendo esta casa encontré una sala con cosas hermosísimas? Un barquito en una gran botella, un enorme pez disecado, unas fotos de paracaidistas haciendo distintas formas en el aire… una mesa de billar, una canoa hecha con un árbol, y muchas cosas más. ¿Quieres verlas? Te llevo.

-Bueno- dijo Sara y siguió al niño. Cuando llegó a la puerta, sintió un gran estruendo que hizo temblar la casa, ruido de vidrios rotos. Se dio vuelta para ver qué había pasado, la orquesta dejó de tocar, la gente miraba espantada donde había caído el rayo.

Con gran estruendo, el rayo había entrado en la casa, volteando una estatua sobre el sofá en el que momentos antes estuvo Sara. Los cortinados cayeron sobre la estatua, ardiendo todo el sofá y la estatua de madera con forma de mujer, en forma rapidísima. Las trillizas corrieron, angustiadas, gritando ¡Mamá, mamá! Al ver esto, Sara también corrió hacia ellas ¡Hijas mías, hijas! Ellas se dieron vuelta, sorprendidas, corrieron a abrazarla.

-¡Mamá! ¿Cuándo saliste de allí?

-Recién…

En ese momento sonó un silbido agudo y comenzó a “llover” sobre el sofá, las llamas se extinguían. El sistema contra incendios funcionaba perfectamente.

-Qué suerte tuvo, señora- le dijeron las mellizas- si se quedaba ahí, se moría.

-Sí- dijo Sara- gracias a ese niño que bailó con ustedes, él me salvó. ¿Dónde está?

-Oñin bailó con nosotras y nos preguntó quién era Sara, que tenía que sacarla a bailar. Nosotras nos reímos, yo le dije: soy Sara, y mi hermana le dijo que bailara con nosotras. Bailó un rato, hasta que se cansó y dijo: voy a descansar. Entonces le aclaramos que Sara era usted, que estaba allí, dormida. Luego lo vimos hablándole.

Buscaron a Oñin y nadie supo quién era ese niño. No era hijo de ninguno de los invitados. Los únicos que lo vieron fueron las mellizas, la señora Sara, Marcos y Estela, que lo vieron bailar con sus hijas. Nadie lo vio entrar, ni salir. Como si se hubiese esfumado.

-Sería un ángel- dijeron las mellizas- pues era muy atento para un niño de su edad.

Sara quedó pensativa, Marcos y Estela también.

Nas reía de lo insólito. Sara le preguntó:

-Nas, ¿tú tienes una sala con billar, una canoa hecha de un tronco de árbol y unas fotos con paracaidistas?

-Sí, nuestro club, donde están Estela, Marcos y otros amigos aquí presentes.

-El niño me iba a llevar a esa sala, cuando cayó el rayo.

Marcos y Estela preguntaron qué edad tendría.

-Doce años- dijeron las mellizas.

-Hoy cumpliría doce años nuestro hijo que murió bebé… dijo Estela.

Nas conoció al tío de Sol, un cuarentón de vida muy agitada. Le contó que cuando joven tenía predilección por todo lo espiritual, concurría al templo asiduamente, tenía una vida digna y recta. Quiso hacer una orden religiosa en una Parroquia, pero los desentendimientos con el sacerdote lo impacientaban. Integraba un grupo que leía y meditaba los Evangelios.

Tenía una amiga que estudiaba para religiosa pero ninguna orden le venía bien. El le preguntó por qué no se hacía una orden nueva. Ella lo quedó mirando, desconcertada.

Pues entonces entra a mi orden, le dijo. Ella le preguntó cómo sería esa orden, él le aclaró que cumpliendo el primer mandamiento a rajatabla, y además, “al prójimo como a uno mismo”, encender la fe en los cristianos, no pensar en los ateos ni en la política, hacer el bien espontáneamente y no dejarse conducir la vida por nadie. Que si los que cometen crímenes, roban, o son fraudulentos, arriesgan, también puede haber gente sincera que arriesgue jugándoselas por Dios, pero que no hay conciencia de esto porque el mundo, la ciencia, o el mismo amor humano, los desconciertan. Si uno pudiese estar atento a enamorarse de Dios todos los días, no se aburriría jamás, y en cualquier estación del año viviría en paz y fraternidad.

Formaron la orden religiosa pero tuvieron muchas contras, no podían usar algunas palabras, tenían que buscarle la vuelta a algunas tareas, la gente solo veía lo inmediato. Igualmente, comenzaron a cambiar los ambientes a sus esfuerzos y oraciones. La gente se curaba de sus enfermedades, se arreglaban las familias, los niños.

Una muchacha muy bonita que entró a la orden resultó fatal para sus proyectos, los tiró por el suelo. No lo dejaba vivir en paz, absorbente, insaciable, lo seguía a todos lados. En secreto se dedicaba a la brujería. Le presentó amigas de ella de vida licenciosa y otros que se divertían cambiando de  parejas.

Finalmente él se retiró de todo lo religioso, si no sería una farsa seguir allí, pero de un año a esta parte planeaba dejar su mala vida atrás, dedicarse a ayudar al que sufre.

Le confió a Nas sus proyectos, porque veía en él algo especial.

-Mire- dijo Nas- mi vida es un poco parecida a la suya, aunque yo me cansé más rápido. Quiero casarme  con Sol. Usted puede también casarse con alguien que le comprenda y aprecie que quiere cambiar, alguien que le acompañe haciendo el bien.

Nas conoció también en esa fiesta al psiquiatra Fernando Stevenson, a quien le preguntó por la razón de la locura…

-Tengo un paciente- dijo- cuya vida resultó una tragedia. Deseaba amor, satisfacción sexual, hijos y prestigio social, pero la vida destrozó todas sus esperanzas. Su esposa no lo amaba y nunca quiso tener hijos. Hasta se negaba a comer con él y le obligaba a comer solo en su cuarto. No tuvo nunca hijos, ni importancia social. Enloqueció. Se divorció y quedó solo. Ahora cree que se ha casado, cree tener fortuna y guardarla bien para entregársela a sus hijos imaginarios. El Hospital es su audiencia, cuenta que sus hijos lo visitan y están por terminar sus carreras, uno de arquitecto, la otra de escribana. Cuenta cosas felices de estos hijos. Me cuenta que lo visitaron la noche anterior. La vida azarosa hizo naufragar todas sus esperanzas en los escollos de la realidad: pobreza, necesidad, falta de amor. Pero en su isla fantástica siempre hay sol, amor, belleza. Tragedia, tal vez, pero si pudiera devolverle la cordura, creo que no lo haría. Es mucho más feliz como está ahora. Creo que muchas personas necesitan ser tratadas con amor, pero no pueden comunicarlo.

Al sábado siguiente, Nas se entretuvo demasiado rato en la casa de César. En Pocitos, cuando iba a tomar la Rambla, pasó frente a una discoteca, afuera había muchos jóvenes, coches y taxis. Sobre una vereda, vio, sorprendido, cómo dos jóvenes se dedicaban a maltratar a dos muchachas rubias y sintió indignación por esa violencia. Y, lo peor: las reconoció como las hijas de Marcos y Estela. Les estaban pegando, cachetazos, patadas…

“Loca juventud” pensó, “que  creen ser libres y capaces de defenderse por sí mismas”. Trepó la vereda con las luces encendidas. Gritó bien fuerte ¡Basta!, tomó el paraguas que llevaba en el auto, abrió la puerta y aporreó bien fuerte a los jóvenes que les pegaban a las chiquilinas.

-Inés, Estela, rápido, suban.

Cuando ellas subieron, bajó y les dio bien fuerte a los dos, dejándolos revolcados por el suelo. Subió al auto y siguió unos metros subido a la vereda, hacia otro grupo que se formaba como para intervenir. Lo dejaron pasar, bajó a la calle totalmente y dobló raudo por la primer esquina.

-Bueno, logramos zafar, muchachas. ¿Quiénes eran esos bestias?¿ ¿Están muy lastimadas?

-Medias contusas pero con los huesos sanos. Fuimos a la fiesta con un grupo de amigos pero no se atrevían a defendernos, eran muy fuertes esos tipos.

-Bueno, las llevo a su casa.

-Ay, qué van a decir mamá y papá.

-Son cosas que pasan, no pueden decir nada, solo curarlas.

-No voy más a un lugar así. Una va a divertirse y sale golpeada por esos estúpidos irracionales- dijo Inés.

-Qué suerte, llegaste justo, Nas. Los amigos que nos acompañaron son muy jóvenes y se achicaron. ¿Cómo hiciste para hacer todo tan rápido y salvarnos? Al principio pensé que era la policía, con los faros encendidos no se podía ver quién estaba atrás. Luego te vi a ti, como un ángel vengador, tirando a esos tipos por el suelo. Gracias por todo- dijo Estela.

Llegaron a la casona de Marcos y Estela. Al despertarlas tan de madrugada, quedaron asustados y con pena por las lastimaduras de sus hijas, pero muy agradecidas a Nas por haberlas traído. Inmediatamente llamaron a un médico amigo.

Nas entró a su casa luego de guardar el coche. Subió a su dormitorio y vio el florero lleno de rosas, frente al cuadro de la Virgen del Huerto, tan querida por su madre. Rezó frente al cuadro por sus colaboradores y personas queridas. Una rosa se  cayó, de pronto, frente a él, como si María aceptase su oración.

Se fue a dormir en paz consigo mismo y con el mundo. Mañana vería a Sol por los preparativos de la boda. Quería hacerlo todo bien y correcto, frente a aquel buen Dios, y los recuperados hermanos y familiares. Se dio cuenta de que empezaba a soñar. Entraba en un jardín luminoso, lo predecía una voz clara que antes le impresionaba un poco, pero era parte del sueño. Decía: “aprovecha el tiempo, que vale el cielo. Al amigo que en apuros está, no mañana, sino ya… al buen amar, nunca le falta qué dar…”

Sonó el despertador a las ocho.

Nas se bañó, se afeitó y tomó su desayuno. Sonó el teléfono. Era Luisa desde su oficina, recordándole las tareas del día.

Fue al trabajo de muy buen humor.

Pasó tan rápido el tiempo que ya era hora de ira a buscar a Sol a Tres Cruces. Ella prefirió venir en el Buquebús y no manejar, pues estaba muy nerviosa y emocionada.

Estaba bajando ya del ómnibus, con su mirada alegre y una elegancia que la destacaba entre la gente. Sus ojos iluminados se fijaron en él. Corrió a abrazarlo y él también, acortando camino.

-¡Sol, estás rebonita!- dijo Nas, y la besó.

-Gracias por el cumplido, Nas. Espero que luego de casados sigamos igual de atentos y felices.

-Sí, sol. Estaremos también atentos a que el amor no se desvirtúe, lo cuidaremos y protegeremos.

Fueron a la Iglesia a explicar cómo querían los ornamentos florales, los adornos de los bancos, las luces.

Un niño rubio de unos doce años se aproximó a Sol.

-¿Cómo anda, Sol?

-¡Oñin!- exclamó- ¿Cómo es que estás aquí? Nas, te presento a Oñin, siempre lo encuentro en mis viajes por avión. Vaya donde vaya, en mis viajes de negocios, se aproxima a conversar conmigo, y me ha sacado de situaciones de riesgo.

Oñin tomó las manos de Sol y Nas, y rió con una risa simpática, tersa, agradable.

-Pero si me ha hecho lo mismo a mí, y cuando empiezo a hacerle preguntas, se borra- dijo Nas- y conversa de todos los temas.

-Bueno- dijo Oñin- no me pongan en una situación azarosa.

-Está bien, Oñin. Te invitamos a nuestra boda, dentro de una semana- dijo Nas.

-Sí, respondió él, sacando del bolsillo de su camisa la invitación a la boda que aún no habían retirado de la imprenta, y mostrándoselas entre risas.

Sol y Nas se miraron sorprendidos. Oñin cruzó la calle y su imagen se perdió por unos segundos al pasar un camión grande.

-Es como si se lo llevara el aire- dijo Nas.

-Cierto, pero es real, sus manos estrecharon nuestras manos.

La semana pasó muy rápido. El día de la boda llegó con todo su esplendor y algarabía. Los familiares de Nas, y los de Sol, estaban en sus respectivos lugares, en los primeros bancos. Todo el lugar trasuntaba perfume de rosas. Los ornamentos eran florales, rosas rojas y blancas.

Sol entró, radiante, al compás de la marcha nupcial tocada por la orquesta.

Luego del casamiento, salieron en automóviles y ómnibus contratados rumbo a la residencia de Carrasco, y allí realizaron la fiesta.

Nas y Sol fueron de vacaciones al Caribe, llevando la alegría y el deseo de pasarlo inolvidable.

Nas se tomó su tiempo de explicarle su vida y su nueva fe. Sol le miraba sorprendida. Su diálogo, la arena, el mar, las palmeras, el cielo azul y el horizonte parecían unirse, y la feliz pareja, aún más enamorados, unidos en la playa a la vista de aquellas inmensidades.