Cada hijo equivale aproximadamente a unos 200 sobrinos, en gasto y en
satisfacciones. Ésta es la sesuda conclusión que he obtenido en estas fiestas
navideñas mediante unos intrincados cálculos de análisis factorial. Conste que
no lo digo por mi familia, en la que mis escasos hijos y mis escasas sobrinas
(en total 402) pueden presumir de tíos y tías, pero he barajado algunos datos
de mi entorno social y el resultado merece ser publicado.
Hace tiempo que ya sabía que el mejor txoko, barbacoa o velero es el
de un buen amigo, nunca el propio (¿será por eso que no tengo ninguno de
ellos?) Gorroneas un poco, te presentas en el momento oportuno, pagas algún
gasto menor y no te ocupas de los trajines menos gratificantes: comprar,
mantener, reparar, limpiar, preocuparte de su futuro,... Cierto que no puedes
presumir de propietario, pero... ¿a quién le interesa eso, con lo cansado que
debe ser?
También lo de ser padre es muy fatigoso, y lo de ser madre ni puedo
imaginarlo. "Los hijos son una gran ayuda", dijo alguien del que sólo sabemos
que no tenía descendencia. En realidad, los hijos -sobre todo en la
adolescencia- caen muy bien y son muy simpáticos con todos... los que no son
sus propios padres. Y es que la edad difícil no es la de los hijos, sino la de
sus padres.
Así que propongo un impuesto especial a los que son sólo tíos y tías. Con
excursiones a la nieve cada fin de semana y safaris en verano se lo deben pasar
en grande los felices solteros o las parejas sin hijos, pero así no se
construye un país. Así que anímense todos, compartan esta prodigiosa felicidad
de la paternidad. Tengan 402 u 804 sobrinos. Puedo asegurarles que nunca más
sabrán lo que es el aburrimiento y la ociosidad.
Publicado también en Noticias de Navarra (8-1-2003), DEIA (10-1-2003),...