lla tenía 8
años y él 9. Ella vivía en un pequeño pueblo, Ubidea, y él era un veraneante.
Se conocían de todas aquellas antiguas vacaciones estivales de tres meses. Él
llegaba la víspera del día de la fiesta de San Juan para iniciar las
vacaciones.
Eran vecinos en dos casonas anexas, junto a la fuente de agua de hierro. De
familia numerosa, la niña se ocupaba permanentemente de una hermanita de 3
años. Él llegó en el autobús a mediodía. A la tarde, al salir a la calle, ella
le esperaba con la pequeña. Ella le dijo varias veces cuánto se entusiasmaba su
hermanita de que él hubiera venido. Jugaron toda la tarde, y él tuvo que
escuchar continuamente aquella cantinela de ella: "Nenita, dile cuánto te
alegras de que él esté aquí".
Aquella noche, antes de dormirse, él se preguntaba por qué aquella niñita, que
apenas le conocía, se alegraba tanto de su venida. Finalmente adivinó el
maravilloso descubrimiento: Comprendió que ellas siempre son más sutiles e
inteligentes, porque hablan por boca de otros, y descubrió lo que es el Amor.
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