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Desearía desgranar respuestas a varias preguntas,
concretamente cinco, en torno a los resultados electorales del
pasado domingo. Son reflexiones de urgencia, pero ratifican
creencias muy asentadas y que no son de antesdeayer. Pasemos a
dichas cuestiones.
1. ¿Quiénes hemos ganado?
Hemos ganado todos, ha ganado la ciudadanía vasca. Hemos
demostrado que el electorado vasco tiene principios, tiene solidez,
tiene memoria y no es manipulable. Los datos finales acreditan que
no hay grandes alteraciones de las opciones ciudadanas.
Simplificando mucho, la interpretación básica demuestra que se
producen trasvases entre quienes se sienten nacionalistas vascos
(paso de votantes por obliteración de EH hacia PNV-EA y en menor
medida hacia IU) y un leve desplazamiento de votantes españolistas
o constitucionalistas (que nadie se sienta ofendido), por seguidismo
y subordinación del PSOE hacia PP.
Todas las salvas de artillería mediática, la marea de votos
que se iba a producir, la victoria de la ‘‘pseudolibertad’’
que se anunciaba interesadamente por parte de los menos acreditados
democráticamente ha quedado en agua de borrajas. Aquí es muy difícil
engañar al electorado. La sal gruesa empleada con chascarrillos
como ‘‘Partido NaZionalista Vasco’’ no es verosímil para
una sociedad que sabe quiénes bombardearon Gernika, símbolo no sólo
de nuestra identidad sino emblema mundial de la democracia, y un
electorado que no puede olvidar cómo los culpables atribuyeron bajo
su feroz propaganda el hecho a las víctimas durante décadas.
El votante vasco nunca ha oscilado al ritmo de la coyuntura
vigente como en otras latitudes. Aquí no todos fuimos republicanos,
ni luego casi todos franquistas, ni más tarde casi todos de UCD, ni
ayer casi todos del PSOE, ni ahora casi todos del PP. Nuestras ideas
parecen mucho más arraigadamente firmes. Aquí surgió un
nacionalismo vasco centenario, un socialismo centenario, y entre
nosotros no se puede producir un sprint mediático y chalanero que
voltee una votación, como tampoco ocurrió en el caso histórico
del ingreso en la OTAN.
Nos va a costar convencer a quienes, entre nosotros, todavía
defienden la violencia. Pero lo conseguiremos. Nuestra primera meta
es que ese electorado de EH, manteniendo los ideales que juzguen legítimos,
renuncie a procedimientos antidemocráticos. El despertar de EH a la
acción política normalizada, sin atisbo de amenazas ni coacciones,
puede convertir a esta tierra en la Arcadia feliz.
2. ¿Qué significa ganar?
El significado de ganar las elecciones recibe en Euskadi una
interpretación que debe ser matizada. Por las razones esgrimidas en
la respuesta anterior, aquí no manifiesta cuál es el sentir del
momento. No expresa que ahora todos nos sentimos muy nacionalistas
vascos y poco nacionalistas españoles. No, ganar aquí, representa
que somos tan plurales en nuestras convicciones como siempre lo
hemos sido, y que nos congratulamos de nuestras opciones diversas y
plaurales, y que nunca aceptaremos que nos interpreten un puñado de
extraños dirigentes políticos y mediáticos por mucho poderío que
reúnan (para desgracia de los españoles que no lo vean así).
El pueblo vasco ha hablado, con mayor participación que
nunca, con mayor responsabilidad que jamás, en medio de un bullicio
de insensatos que pretendían confundirnos o al menos aturdirnos.
Hemos ganado porque no lo han conseguido. Hemos ganado porque hemos
sabido escuchar y ver nuestra realidad circundante, lo logrado entre
todos y todas, y no las mentiras arrojadas por quienes ni nos
conocen ni quieren conocernos (pero esto es su problema, más que el
nuestro).
Quienes hemos ganado aquí, sólo deseamos que en el Estado
también sepan ganar. Que también acrisolen sus creencias, que se
vean menos supeditados a los vaivenes del momento. Las mentiras no
pueden engañar a todos durante todo el tiempo. La buena fe de la
ciudadanía no es objeto de sospecha, pero a veces sí puede serlo
su madurez y su solvencia frente a la manipulación mediática, tan
poco acreditada democráticamente en España en líneas generales.
3. ¿Qué hemos ganado?
Nos hemos ganado el derecho a decidir sobre nuestro futuro.
Aquí no me refiero a opciones políticas concretas, que también,
sino a la gratificante certidumbre de que somos adultos,
constituimos una social adulta, para elegir prudentemente lo que
consideremos mejor entre todos.
Conscientes de nuestra fortaleza, que proviene paradójicamente
de nuestra pluralidad y del reconocimiento de nuestros problemas (la
violencia primeramente), hemos de felicitarnos porque estamos en
disposición de mejorar nuestra sociedad a partir de nuestros
propios recursos humanos. No necesitamos salvadores, no creemos que
existan salvadores; sólo hay personas que queremos, podemos y
sabemos cómo superar las dificultades pendientes. El diálogo
humano, que hasta eso se ha querido maltratar, y la defensa a
ultranza de los derechos humanos de todos son el único camino. Esa
vía la hemos de recorrer todos los vascos juntos.
El electorado vasco ha sabido apreciar que aquí todos los
partidos democráticos luchan contra el fanatismo que representa
ETA, pero que parece más eficaz los métodos que preconizan el diálogo
sin exclusiones que el que apuesta por más represión y
enfrentamiento interpartidista, si no por la fractura social
abiertamente.
4. ¿Para qué hemos ganado?
Hemos ganado para asumir nuestras responsabilidades, como no
puede ser de otra forma. Para seguir trabajando día a día, cada
persona desde su posición, con su leal entender, pero buscando la
cooperación y el interés mutuo. Los matices que nos separan a la
ciudadanía vasca, son eso: matices. El patrimonio común compartido
es inmenso. La historia nuestra está repleta de modelos de
colaboración entre nacionalistas vascos, socialistas,
republicanos...
La pluralidad no es algo que nos asuste en Euskadi. Vivimos
en una encrucijada del mundo, entre culturas poderosas sobre las que
queremos apoyarnos. La cultura española, la francesa, y unidos por
el mar la anglosajona y americana. Y nuestra propia cultura, nuestra
idiosincrasia derivada de un lenguaje ancestral y vivo. Los vascos
somos pocos, lo sabemos, pero hemos recorrido el mundo, lo hemos
circunnavegado, nos hemos instalado entre culturas próximas con las
que nos hemos fertilizado, hemos sobrevivido durante siglos y
sinceramente, creo que seguimos disfrutando de buena salud, sobre
todo si apostamos por la vida, lo que abarca desde el rechazo de la
violencia a políticas sociales y educativas de defensa activa de la
familia. Los vascos hemos sido testigos y protagonistas de la
historia de la humanidad, y queremos seguir siéndolo y legando a la
historia universal nuestra aportación desde la humildad y el
trabajo cotidiano.
5. ¿Por qué hemos ganado?
En mi opinión hemos ganado porque somos personas antes que
vascos, y somos demócratas antes que nacionalistas, socialistas,
populares o lo que sea. Hemos ganado porque no podía ser de otra
forma, porque Euskadi es una democracia consolidada.
Por último, ‘‘last but not least’’, si algún sector
merece el reconocimiento público tras la dura campaña electoral
desatada, aparte de algunos buenos políticos de casta y con visión
de futuro, es el mundo educativo y cultural vasco. La tradición
educativa vasca, con personajes señeros como San Ignacio de Loyola
y San Francisco Javier, es referencial en continentes muy lejanos.
La diversidad y profundidad de nuestro sistema educativo ha logrado
alcanzar cotas muy destacables en las dos últimas décadas. Quedan
pendientes muchas tareas para el futuro inmediato, que se presenta
muy esperanzador.
La comunidad escolar, madres y padres, profesorado,
alumnado..., ha sido objeto en los últimos meses de un ataque
criminalizador indiscriminado, furibundo e insensato. Una vez más
ha quedado demostrada la lucidez y prudencia de la sociedad que
ratifica que sus decisiones en opciones educativas y lingüísticas
no son pasajeras ni efímeras, que aspira al plurilingüismo
contemporáneo, a la integración social, a la modernidad tecnológica
y a la educación en valores, respondiéndolo así con firmeza en
las urnas, arropando a quienes han reconocido que esta sociedad
vasca está mejor preparada que nunca para asumir su propio destino.
Mikel Agirregabiria es educador
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