
Tú bordaste el tapiz de la mañana ¡La hoz de plata ¡Y yo miraba en plena caricia de mi sueño Tú sabías del trino ¡Cómo se alborozaba tu garganta ¡Eras prisma de oro, Ya no palpitará — ¡Oh nunca, nunca! –
Alondra muerta, Flor del sol y cielo,
te dormiste a mis plantas como si en un viaje de certera flecha atravesara el mundo Ésta tu blanca irradiación de
nardos.
- mañanita de julio limpia y pura-
con el eco indeciso
de tu vida ya rota.
rozó aquella campana leve y mágica!
Era tu última queja.
tu pico negro abierto para el canto
del adiós sin retorno!
y de la miel de la corola virgen:
de los juegos del sol
en la pradera rosa, verde y lila,
era tu manto de vellón de cielo
y tu frágil cobija fue la noche.
— melodía desnuda—
cuando te me ibas recta hacia la cumbre
ignorada del alba!
reina del aire,
con tus dos alas combas!
ese adorado corazón de nardos
que dormía en tu pecho de cristal.
El pico, agudo, negro,
¿Qué solicita ahora
de la nube de oro?
¡Muerta alondra de luz de mis mañanas,
abre tu pecho herido
y recógeme humilde,
encerrada por siempre en añoranza!