Conforme a lo pedido por Uds., a continuación paso a detallar las circunstancias en las que fui objeto del accidente que me ha dejado en este estado.
Siendo aficionado a la escucha de radiodifusoras varias, y con objeto de llevar un paso más adelante mi hobby, decidí instalar en el techo de mi casa una base que me permitiese instalar varias antenas para la escucha en varias bandas. Una corta planificación me llevó a decidir que sería bueno fabricarla junto a la chimenea, para que la estructura tuviese algún punto de apoyo. Sin embargo, producto de un mal cálculo de los materiales a emplear, me sobraron 40 ladrillos. Tirarlos hubiera resultado en la virtual destrucción de los mismos, por lo que me dispuse a utilizar el mismo método usado en subirlos, pero esta vez para bajarlos. La infraestructura para este efecto consistía en una roldana colgando de un palo que sobresalía del techo, por la que pasé una cuerda, y en uno de sus extremos até un canasto alcachofero (de esos de 1,6 mts. de diámetro). Debido al peso de los ladrillos (5 kgs. cada uno), fue necesario subirlos en varios lotes, pero como esta vez el camino era de bajada, opté por bajarlos todos de una vez.
Bajé del techo, subí el canasto, me aseguré que la cuerda quedase bien atada para que no se aflojara el canasto, subí, y cargué los 40 ladrillos en el canasto. Cuando bajé a desatar la cuerda y comenzar a bajar lentamente los ladrillos, no tomé en cuenta que 40 ladrillos pesan 200 kgs, y yo sólo peso 80. Grande fue mi sorpresa cuando me vi disparado hacia el cielo, y producto de esa misma sorpresa fue que no atiné a soltar la cuerda. A mitad de mi meteórico viaje hacia las alturas, tuve un no muy afortunado encuentro con el canasto lleno de ladrillos que viajaba en dirección opuesta a la mía, lo que explica la fractura en el homóplato, la dislocación de la cadera, y algunos rasguños de menor consideración. Aunque medio aturdido por el dolor, me dí cuenta que no me convenía soltar la cuerda, dada la altura que había alcanzado en ese momento. Mi viaje ascendente continuó hasta que los dedos índice y medio de mi mano izquierda se incrustaron en la roldana, deteniendo al mismo tiempo mi ascenso y la caída de los ladrillos. Sin duda alguna que a ello se debe el que ya no pueda moverlos.
Desafortunadamente, debido a lo brusco de la detención del canasto con ladrillos, éste se volcó, desperdigando todo el contenido en el patio de mi casa. El canasto vacío no debe superar, en peso, los 5 kgs, por lo que nuevamente se produjo un desbalance de masas, evento que propició esta vez el viaje descendente mío y ascendente del canasto. A mitad de camino, nuevamente, tuve un encuentro con el canasto, esta vez vacío, por lo que el resultado de dicho encuentro se limitó a un dedo del pié roto, la luxación del tobillo, y la desaparición de dos dientes. Este encuentro tuvo por lo menos algo de positivo, que fue frenar mi caída sobre una pila de ladrillos, gracias a lo cual sólo me fracturé la columna. Desgraciadamente, debido a los dolores que me aquejaban, y al estar tendido en el suelo sin poder moverme, perdí el conocimiento. La consecuencia lógica de ésto es que solté la cuerda, por lo que el canasto arremetió a velocidades supersónicas hacia el suelo, dándome justamente en la cabeza, lo que sin lugar a dudas fue el causante de mi TEC cerrado y de la mandíbula hundida.
Todo lo anterior lo transcribo para su conocimiento. Espero que explique el por qué los médicos me han declarado imposibilitado de volver al trabajo, al menos por un par de meses.