Contemplamos a Maria, La inmaculada Concepción: ella esta entre el cielo y la tierra como el nuevo comienzo,
el gran signo de la Salvación. Desde la luminosidad de Dios baja el Espíritu Santo sobre Ella y la circunda de
luz: " Tu eres la llena de gracia". Por ello su cabeza esta adornada con doce estrellas, dones de Dios. Es el espíritu de
la obediencia amorosa, que le enseña a Ella a implorar. "!Padre, Abba! Hágase tu voluntad, yo soy la servidora del Señor".
Su manto se mueve en medio de la plenitud del que da la vida: !es la esposa del Espíritu Santo! Ella , no tocada por la culpa
original, se mantuvo también libre de la culpa personal. Y con actitud segura pone su pie sobre la cabeza de la
"Serpiente antigua", que serpentea alrededor de la luna, como un signo de inconstancia y de inconsistencia. La virgen
vence al espíritu de la desobediencia, de rebelión, de tinieblas, el que lanza gritos de furor. Contemplamos a Maria como
la Desatadora de nudos.
El nudo de la desobediencia de Eva esta desatado por medio de la obediencia de Maria. La virgen Eva, por
medio de su incredulidad, ato el nudo del pecado, y a este nudo lo desato Maria por medio de su fe. Por nuestras acciones falsas
--pecado delante de sus ojos-- acepto Dios como reparación, compensación y satisfacción la obediencia de su hijo, y unida a
la Suya y a la de Maria, también la obediencia de todos sus hijos. Contemplamos a Maria como Mediadora de todas las gracias.
Ella distribuye ahora los bienes que una vez adquirió: por ello es Salud de los enfermos, refugio de los pecadores, Consoladora
de los afligidos, Auxiliadora de los cristianos, Madre del buen consejo, Desatadora de todos los nudos.
Uno de los Ángeles le alcanza una cinta con nudos grandes y pequeños, separados y amontonados. Esto es el pecado
original con todas sus consecuencias, y que esta tan anudado en nuestra vida. Estos nudos aumentan nuestra fragilidad humana
y nos debilitan. Y también están nuestros pecados propios, obras de nuestra desobediencia, pecados que producen siempre
nuevos nudos. Debido a la resistencia que le oponemos, la gracia no puede fluir libremente a través de la cinta de nuestra vida;
pero la Servidora del Señor nos anima para la obediencia: con sus manos bondadosas va soltando un nudo después de otro. Y así
la cinta resbala -reflejando la luz de la misericordia y de la sanaciòn- hacia el otro ángel, que expresivamente, la muestra a quien reza
confiadamente y se siente escuchado, como diciendo: "Mira lo que Ella, por medio de su intercesión, pudo hacer nuevamente".
En la década del `80, esta imagen de Maria "la que desata los nudos", fue traída desde Alemania por el entonces sacerdote
jesuita Jorge M. Bergoglio (hoy Arzobispo de Buenos Aires) a través de unas estampas postales y haciendo componer una
hermosa oración a Nuestra señora, la comenzó a distribuir entre las distintas personas que con el se conectaban. Con el tiempo,
grande fue la difusión que, a través de esa sencilla vía, ha tenido esta advocación de la virgen y, a la vez, se iban multiplicando
escondidamente los testimonios de "gracias" concedidas a través de esta imagen-postal que llegaba a manos de la gente.