17 de marzo

La gran crisis bancaria


A 1994 se le cataloga, con mucha razón, como el año de la crisis financiera, la mayor que haya padecido Venezuela y también la mayor, proporcionalmente, acaecida en el mundo. Comienza con la intervención del Banco Latino y parecía que se contendría con la esta­ti­fi­ca­ción del Grupo Latinoamericana Progreso, entre cuyas fechas, 13 de enero y 15 de di­ciem­­bre respectivamente, se desploman más de una docena de instituciones. Pero no se con­tiene: febrero de 1995 comienza con la estatificación de tres entidades más: Principal, Ítalo y Profesional.

Las instituciones auxiliadas y luego intervenidas en junio de 1994 son el Banco Amazonas, Bancor, Banco Barinas, Banco de la Construcción, Banco La Guaira, Banco de Maracaibo, Ban­co Metropolitano y Sociedad Financiera Fiveca. Más tarde son estatificados el Banco de Venezuela (9 de agosto) y el Banco Consolidado (11 de septiembre). Como escribe Pe­dro Palma: “Al fin del proceso, un tercio de la Banca Comercial había sido afectada. Trece bancos, representantes del 37% de los depósitos totales del sistema, habían desaparecido, mien­tras otros, tradicionalmente percibidos como los bancos más sólidos, experimentaron un crecimiento de grandes proporciones al ser los receptores de buena parte de los depó­si­tos de los bancos afectados”.

Esta crisis no es un episodio aislado y exclusivo, porque fenómenos parecidos ocurrieron en varios países latinoamericanos y europeos en diversos momentos. Lo efectivamente dramá­tico son los desatinos incurridos en su manejo. Para aliviarla se entrega una suma gigan­tes­ca de recursos a la discreción de quienes de alguna manera la han causado. El sacrificio por parte del organismo asegurador (Fogade) es de alrededor de 10.000 millones de dólares, de­no­mi­nados en emisiones de moneda nacional, sin tener provisión de fondos y autorizados con el consentimiento del BCV.

El cierre abrupto de los bancos mencionados repercute en una contracción súbita del mercado de bienes y de trabajo; en la expansión desordenada del circulante que contribuye a depredar las reservas internacionales existentes y a generar inflación. Estos hechos tienen repercusiones traumáticas que profundizan el escepticismo y la pérdida de credibilidad en las instituciones.



Las incógnitas de Samana

En los anales policiales del período 1994/1999, el “caso Samana” ocupa lugar prominente. Un pago por US$ 9.500.000 por concepto de repotenciación de las fragatas misilísticas de la Armada venezolana es ordenado por el ministerio de Hacienda, a nombre de la compañía italiana Otto Melara, titular de la deuda. Un misterioso fax indica que el monto sea acre­di­ta­do a cuenta de la compañía Samana. La compañía acreedora alegó no haber recibido el pago.


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