17 de marzo

Dictadorzuelo

El pequeño dictador Carmona, atildadamente vestido, rasurado por el viejo barbero de palacio, impregnando el ambiente con la fragancia exquisita de un costoso perfume francés, llegó al salón Ayacucho, cuyos espacios estaban copados por personajes de la más rancia oligarquía caraqueña, empresarios, clases medias altas y, sobretodo, alabarderos y jalamecates que ardorosos gritaban, cual fauna salvaje: ¡Salve su Majestad! ¡Viva el Rey!

Estanga oteó el paisaje complacido y bajo sus frondosas cejas y ojos picarescos intentó un guiño, quizás hacia las damas encopetadas que lanzaban besos y gritos exasperados al enano ser que hacia sus adentros se decía "¡Soy el Poder!".

Una silla dorada, suspirada y deseada por él, acogió su escuálida figura: la silla presidencial.

Los vítores ensordecieron el recinto mientras un miembro de la Suciedad Incivil ocupaba el proscenio y con cara patibularia, mirada de perdonavidas leyó el lapidario manifiesto:

¡Se elimina la Asamblea Nacional!

(gritos)

¡Se eliminan los poderes constituidos!

(gritos)

¡Se elimina todo lo que camine pa’lante!

(gritos ensordecedores)

¡Se elimina a todo el que use el pelo largo!

(La idea es lucir más calvo que El Breve)

Y por último... ¡Se elimina todo lo que haya que eliminar, y punto!

...

En el salón oyose  un estruendo y rugidos a lo lejos que parecían las propias fuerzas desatadas del averno.  - ¡Silencio, Silencio! - Gritó Carmonita.  - Investiguen que ruido es ese que parece de fieras enloquecidas.  Alguien entró con talante espantado y dijo: - Presidente Estanga, hordas chavistas como una marejada están entrando a Palacio. - ¡Ay!, gritó espantado Carmonina. - ¡Sálvenme, por favor!  ¡No quiero caer en manos de esas huestes!.

Los que antes lo aupaban salieron como locos en desbandada mientras un Carmona chorreado suplicaba - ¡Sálvenme!.  Alguien al que atrapó por un brazo se le desprendió y le dijo: - ¡A ti que te salve tu m...!

... Días después, al ser interpelado:

-         Yo no di un golpe de estado.  Yo lo que di fue un golpecito; mejor dicho, un minigolpe.

¿Qué te pasa Carmonita?  Que se te fueron los bríos.


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