17 de marzo

10 de junio 2002

El pueblo: factor decisivo

Fernando Ramón Bossi

Los unos y los otros.

A partir de aquel 6 de diciembre de 1998, cuando por una abrumadora mayoría, el candidato del Polo Patriótico Hugo Chávez Frías ganaba las elecciones presidenciales, las fuerzas democráticas y patrióticas de América Latina y el Caribe pasaron a dirigir su mirada esperanzadora hacia la república hermana de Venezuela. Los defensores del neoliberalismo y los enemigos de la democracia, la soberanía y el pueblo, también.

Desde un primer momento quedó claro que el proceso político venezolano adquiriría una dimensión tal que la indiferencia no podría ser la actitud a tomar por los sectores involucrados directa o indirectamente. Los luchadores por la Unidad y Soberanía de Nuestra América, los patriotas latinoamericanos caribeños, vislumbramos que a partir de Venezuela se abría una puerta hacia el retorno de las banderas vigentes de los Libertadores. Los artífices de la fragmentación, la dependencia y el privilegio también percibieron que en Venezuela comenzaban a oírse voces molestas, distintas a las normalmente escuchadas de los gobernantes genuflexos y abyectos. Así, la puja de intereses estaba planteada: por un lado la Patria y el Pueblo -la soberanía y la democracia popular participativa-, por el otro, la sumisión a los grandes poderes mundiales, el autoritarismo, la impunidad y la corrupción. A poco más de tres años de gobierno bolivariano, el campo de batalla presenta dos fuerzas bien definidas y alineadas, dispuestas al combate y conscientes que es mucho lo que se juega en la partida.

La rosca oligárquica y el apoyo externo.

Si sumamos las fuerzas que hoy enfrentan el gobierno democrático de Hugo Chávez llegaremos a la conclusión de que, si bien representan a minorías muy marcadas de la sociedad, éstas aglutinan un inmenso poder, tanto en lo económico, como también -y en consecuencia- en lo comunicacional e ideológico.

La gran burguesía, las empresas multinacionales, un importantísimo sector de las finanzas, el alto clero, los dueños de los medios de comunicación, los terratenientes, los sectores medios altos, los partidos políticos tradicionales, la burocracia sindical y una fracción del alto mando castrense, constituyen hoy la rosca oligárquica venezolana. No casualmente todos aquellos que usufructuaron con la IV República. Si a estos sectores le sumamos la colaboración de una ultraizquierda contrarevolucionaria, queda develada la composición de las fuerzas conspirativas, antidemocráticas y golpistas que pretenden frenar la revolución pacífica bolivariana. Pero aquí no queda reducido el poder de fuego del frente opositor oligárquico golpista, sino que éste es mucho más poderoso todavía, ya que cuenta con el apoyo externo que le brinda la Casa Blanca y los gobiernos títeres alineados con los Estados Unidos.

Las fuerzas bolivarianas.

Pero las fuerzas bolivarianas también cuentan con componentes y elementos que su adversario no puede subestimar. En principio un factor fundamental y decisivo: el pueblo, la inmensa mayoría de los venezolanos. Este factor -recordemos-, no sólo fue menospreciado por los golpistas del 11 de abril, sino que también lo fue por muchos intelectuales, analistas y politicólogos del campo antineoliberal, incluso por algunos miembros de la propia conducción bolivariana. El otro factor primordial son las fuerzas armadas. La confluencia entre pueblo y fuerzas armadas genera un bloque estratégico esencial en la hora actual, de cómo avance ese proceso de unidad -en tiempo y forma- dependerá en gran medida el destino de la revolución.

Los Círculos Bolivarianos.

La convocatoria anunciada por Hugo Chávez a mediados del año pasado, dirigida a la constitución de Círculos Bolivarianos en todo el país, apelando a la organización del pueblo, imprimió un nuevo sesgo al proceso revolucionario. No muchos advirtieron el carácter estratégico de la convocatoria, aunque un grupo decidido y consecuente -entre otros Diosdado Cabello y Freddy Bernal- supieron interpretar el mensaje que se dirigía audazmente a organizar al pueblo como sujeto decisivo y protagonista de la Revolución.

A nadie se le escapa el papel trascendental que los Círculos Bolivarianos cumplieron al rescatar la democracia y al Presidente de las garras de la oligarquía golpista. Con la Constitución en la mano, movilizados y organizados por miles de nuevos líderes que irrumpieron a la vida política empujados por las circunstancias y el amor a la Patria, el pueblo venezolano se descubrió con una capacidad de fuerza inmensa que debe ser hoy capitalizada para su robustecimiento. La revalorización del factor pueblo, consciente y organizado en la defensa de sus derechos y la reflexión sobre las enseñanzas de las jornadas históricas, serán elementos fundamentales para avanzar en calidad acumulando fuerza y poder popular.

Si la fórmula Pueblo y Ejército pudo infligir una parcial derrota al bloque oligárquico y sus aliados externos, es de esperar que sólo en la profundización de esa dirección se obtengan victorias más definitivas. El pueblo movilizado; alerta; acompañado de su brazo armado, los militares patriotas; defendiendo a su presidente y esgrimiendo en alto la Constitución Bolivariana serán los elementos sustanciales para garantizar la marcha de la revolución iniciada ese 6 de diciembre de 1998.

Carencias y perspectivas.

"O inventamos o erramos", decía Simón Rodríguez. Y hoy más que nunca es necesario recordar esta frase siempre vigente, dado que no se cuenta con fórmulas ni manuales que indiquen el camino a seguir. Estimular y apelar al despliegue creativo del pueblo es tarea urgente y necesaria para el fortalecimiento del campo popular y para esto habrá que ahondar en todo lo concerniente a la democracia participativa.

Contrarrestar la acción contrarrevolucionaria de los medios de comunicación, por un lado, es un trabajo que deberá marchar con las acciones de boicot y denuncia, y por otro con la aparición de voces nuevas y veraces, democráticas y revolucionarias.

La consigna "Con Chávez manda el pueblo" debe ser levantada vigorosamente, como escudo ante las provocaciones conspirativas y como señal de avanzar hacia la justicia social y la democratización de las riquezas.

Acompañar con grandes movilizaciones al Presidente y las medidas que profundicen la revolución será un factor desequilibrante en la puja de intereses.

Asimismo, las fuerzas bolivarianas deberán desplegar una acción dinámica hacia la formación de cuadros revolucionarios, como también campañas de concientización permanentes en el seno del pueblo y de sus fuerzas armadas.

En síntesis: formación, organización y movilización del pueblo son los tres elementos insoslayable para la hora actual.

La solidaridad internacional.

Los latinoamericanos caribeños, por lo tanto, debemos entender que en Venezuela no sólo se está echando la suerte de un gobierno, sino que también, se está dirimiendo el destino de un proyecto que nos tiene que ver reflejados en tanto y en cuanto transita un camino ajeno al del neoliberalismo y la sumisión.

Todas las fuerzas democráticas y progresistas del mundo, y en primer lugar todos los patriotas y revolucionarios de Nuestra América debemos estar atentos y dispuestos a colaborar directamente con los hermanos venezolanos.

La solidaridad, hoy más que nunca, debe ser activa y comprometida. Grandes batallas se avecinan y la mejor manera de preparar nuestras fuerzas será apelando al espíritu de Ayacucho y al ejemplo de los Libertadores. "Vacilar es perderse", decía Simón Bolívar.

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