17 de marzo

4 de Octubre de 2002

Entre el Bien y el Mal

Maritza E. Ramos de Banchs
Red Bolivariana

Venezuela ha iniciado pasos serios en la búsqueda de una verdadera democracia. La oposición, todavía hoy, se pregunta: ¿ a qué revolución se refiere el presidente Chávez ? A esa oposición le respondo que revolución significa: cambio y transformación; y, que esta revolución bolivariana y bonita; y, sobre todo, pacífica, tiene la obligación de hacer temblar las estructuras y socavar los cimientos de cada uno de los venezolanos y venezolanas. Quien no quiera entenderlo, seguirá el camino de la razón de la sinrazón; y, continuará chocando con las circunstancias revolucionarias, que la mayoría sí tiene como reto y meta. Y en estas transformaciones revolucionarias, se necesita también un Código Nacional que rija la conducta moral de la nación ¡Esto es urgente!

Descartando la violencia, no hay duda que la confrontación actual es el único camino para el adecentamiento de la patria. El conflicto es necesario para las transformaciones . Está de anteojito que la moral republicana está en terapia intensiva. Vulgares hampones, arropados con títulos universitarios, posiciones políticas o económicas, tienen la osadía de erigirse en voceros de la gente digna y honesta. Copan miles de páginas en la prensa diaria. Llenan con sus rufianescas figuras, largas horas de la radio y la televisión, como si fuesen profesionales del modelaje. ¡Son el escarnio y la mayor vergüenza, de una sociedad corrompida y vil!

Toda cultura tiene su sistema de moral. El nuestro ordena amar a Dios y al prójimo como a si mismo. Ordena honrar a los padres, respetar y obedecer a las autoridades, respetar la persona humana y sus derechos, no levantar falsos testimonios ni mentir. Debemos expulsar del alma los sentimientos negativos de impureza y de codicia. Pero este sistema de moral ha desaparecido en Venezuela en un proceso de desintegración galopante.

La distinción entre el bien y el mal, que es la base de toda moralidad, para algunos no funciona. Lo mismo da lo bueno que lo malo, lo justo que lo injusto. Se abusa de la libertad. No hay convivencia sino coexistencia mecánica. Los hombres honestos estorban. Para vivir en armonía con los otros hay que ser cómplices. Poco a poco, y cada día, hemos sido testigos del subdesarrollo, la decadencia y la deshumanización de los ciudadanos (as) venezolanos (as). Nos convertimos en un país formado con hombres y mujeres desprovistos de moral, sin fe religiosa, sin hábitos de trabajo, ni costumbres sobrias, ni virtudes domésticas, ni grados de cultura. Hemos llegado a ser un país sin moral. Un país de pécoras rumiantes.

En esta hora de necesario recuento de valores, no hay honor más dignificante que representar en herencia cabal la cosecha espiritual de la siembra bolivariana. Nos queda una noble y patriótica tarea por hacer, una tarea, con reclamo justo, será la de defender y salvar la democracia con coraje para afrontar a sus enemigos y descubrir las excrecencias morales de los hipócritas.

Sabemos que en nuestros días, agitados por vientos de opiniones adversas y hasta contradictorias, se ha puesto de manifiesto el ataque sistemático de quienes mantienen posiciones ideológicas distintas, hasta el punto de ignorar el respeto a la dignidad humana. Tenemos entonces un reto, y no pequeño, de que la patria venezolana vuelva a transitar por caminos de honor y se entierren las degradantes vergüenzas, dando paso a las virtudes y a la defensa de los valores morales y éticos.

El problema moral preocupó hondamente al Libertador. Sin moral no hay articulación social, no hay unidad, no hay grandeza. Sólo hay caos, anarquía, desorden. La moral que proclamó Bolívar es la base de una cultura bien integrada, la moral que emana de Dios, que predicó Jesucristo.

Somos un pueblo joven que mira al porvenir. Precisa formarlo en los cauces de la verdad y del bien. Nuestro deber es hacer cada vez más de nuestra patria ejemplo de dignidad. Si tanto amamos a Bolívar, tratemos de imitarlo, en su tenacidad, en su dedicación, en su limpieza, en su nobleza. Moral y luces continúan siendo nuestras primeras necesidades.

Tomado de Red Bolivariana


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