17 de marzo

29 de agosto del 2002

Mujeres, hombres y niños crearon el

"Comedor Bolivariano Brisas del Café"

Edith Franco
Rebelión

Para los niños trabajamos
porque los niños son los que saben querer,
porque los niños son la esperanza del mundo.

José Martí

Frente a la Universidad de Carabobo, hace 10 años, en una comunidad popular que lleva por nombre "Brisas del Café", nació la esperanza de vida de cientos de familias que se atrevieron a imaginar una realidad distinta. A pesar del tiempo de fundada sus calles aún son de tierra, situación que pone en evidencia la negligencia de la Alcaldía de Naguanagua hacia este espacio de libertad constituido por mujeres y hombres aguerridos. Pero, a pesar de esta circunstancia, los niños no pierden la oportunidad para salir en esta época de lluvia a chapalear el barro, o de cantar, como bien lo hace Antony Linares, un niño de 7 años, quien nos recibió con una canción que habla de un cochinito enamorado; allí, en "Brisas del Café", los adultos mantienen su perseverancia, imaginando y comprometiéndose para lograr un mundo sin propiedad privada, en donde se viva en hermandad, sin codicia, donde no se pierda la capacidad de soñar, en donde los niños de su comunidad se acuesten, aunque sea con una sola comida en su estómago; y es precisamente para enfrentar esta realidad, que desde hace apenas dos meses surge la iniciativa de crear el "Comedor Bolivariano Brisas del Café".

Corina Castro, consecuente luchadora social y una de sus principales organizadoras, manifiesta que el comedor Bolivariano empezó el 23 de julio del 2002: " teníamos planes desde hace aproximadamente un año con esto, y bueno empezamos a preguntarnos cómo íbamos a hacer con tanta cantidad de niños para atender, entonces vino el compañero, el presidente de la comunidad "Brisas del Café" y me dijo: bueno vamos a ayudarlos; encontró a una Licenciada en Nutrición de un comedor que nos facilitó algo de comida y así empezamos; ahora nos reunimos y colaboramos entre toda la comunidad, por aquí y por allí pedimos y así hacemos el desayuno, a veces hacemos almuerzo, siempre hacemos el comedor de martes a sábado, desde entonces va aumentando la asistencia de los niños y también de personas adultas; procuramos darle a las personas que tienen de 60 años para arriba y, por supuesto, a las más necesitadas, que se ven que realmente necesitan del alimento diario, y ahí estamos, en el proceso de que se quede fijamente el comedor en Brisas del Café, esa es la idea, de que se quede aquí, de que permanezca todo el tiempo que sea posible".

Participan solidariamente en este Comedor Bolivariano Yamilet Torres, Agueda Prado y María Elena Ochoa, junto a Carlos Vanskentere, Miguel y Sergio quienes se encargan, entre otras cosas, del transporte y la búsqueda del alimento. "Las jóvenes de la comunidad también meten la mano, dice Corina, porque es un proceso grande, no contamos con suficientes recursos, ni humanos ni materiales, pero hay que echar pa'lante con la ayuda de todos, porque esto nació de repente, no se puede decir que planificamos algo, o que hicimos un proyecto, no, eso fue de repente, viendo sobretodo la necesidad de los niños; pensamos y nos lo comunicamos en grupo y de la noche a la mañana se dio, y entonces sin suficientes recursos materiales se preparó el comedor, primero fue frente a mi casa y ahora estamos en el solar, es decir, tenemos el espacio pero queremos ayuda para levantar y hacer fija esta experiencia, que se quede en la comunidad, ahí vamos".

Los comentarios de la gente de la comunidad son positivos, esta trabajadora comunitaria manifiesta que todo el mundo ahora le pregunta: "¿Corina, hoy hay comedor? Porque a veces en verdad, no lo hacemos por no contar con el suficiente alimento para la preparación del desayuno o el almuerzo, hemos perdido de hacerlo como dos veces y desde entonces me preguntan ¿Corina, mañana venimos?, es decir, que están muy entusiasmadas las personas aquí con el Comedor Bolivariano, pues es una ayuda, debido a que muchos niños no pueden comer en sus casas y es una alegría para ellos poder almorzar aquí, y te digo que es un almuerzo bien resuelto".

Recordó además, Yamilet Torres, que hace como un año le hicieron la propuesta del comedor a algunos Concejales del Movimiento V República, pero: "no le dieron importancia, ahora se acercan a observarnos, y sabemos que muchos lo hacen con la intención de hacer proselitismo político... pero bueno, seguimos esperando que manifiesten seriedad en su intención de ayudarnos. También en su momento le hicimos el planteamiento a la Alcaldía de Naguanagua y además a Funcionarios del Fuerte Paramacay, todavía esperamos por su respuesta..." El funcionamiento del Comedor Bolivariano se conjuga con otra actividad que tiene una trayectoria marcada en este espacio de libertad y es la experiencia del Círculo de Cuentos, Poemas y Sueños, que funciona en casa de Agueda Prado, quien respecto a su participación en esta experiencia del comedor expresó: "Bueno, en realidad aquí nos dividimos las tareas, un día una friega, otra recoge, y les damos responsabilidades no sólo a quienes conformamos el equipo sino, también, a las mamás que vienen y acompañan a sus hijos; a las que están amantando les ponemos también tareas para que nos ayuden porque como es obvio este es un trabajo que nosotros estamos haciendo más que todo por voluntad propia, no estamos recibiendo ningún beneficio, es voluntario y es bonito trabajar aquí, pero de verdad necesitamos ayuda porque atendemos aproximadamente a más de 60 niños.

Agueda, no pierde la oportunidad en el Comedor Bolivariano para inculcarle a los niños que allí se atienden otros principios, y en ese orden de ideas expresa:" En esta tarea del comedor aprovechamos para inculcarles a los niños otros valores, que a lo mejor no los obtienen dentro ni fuera de su casa, situación que nos preocupa, y eso es lo que hemos estado buscando, cambiar esos valores familiares, en donde debe prevalecer el respeto, el amor de unos a otros, tratar de que crezcan con ese amor del tú para mí y del yo para tí, porque eso es lo más importante; yo creo que en esta sociedad, de verdad, hace falta mucho amor, y eso es lo que con nuestras acciones hemos tratado de inculcar en cada actividad que hacemos con ellos, el respeto, la solidaridad sobre todo, que los niños sean solidarios por encima de cualquier cosa".

María Elena Ochoa, quien recién se ha incorporado al Comedor Bolivariano aprecia que "este proyecto es una buena iniciativa", y aspira a que "colaboren con nosotros. Más que todo con comida para ayudar a los niños"; agregando que "tenemos una parcela donde se piensa hacer el comedor, hemos pedido también para que se haga el galpón y pueda funcionar allí el comedor; sabemos que otras personas, mujeres y hombres, se irán incorporando pues es una iniciativa noble que requiere de mucha responsabilidad".

De otro lado, la experiencia del Comedor Bolivariano que se está desarrollando en la comunidad Brisas del Café, es concebida por Carlos Vanskentere, como un centro piloto para el desarrollo, en donde se pueden implementar campañas educativas para que la gente se incorpore al trabajo comunitario. Esta experiencia, considera el luchador social, "es un mecanismo que nos permite acercarnos como pueblo, por supuesto, nos permite observar que el 'régimen antiguo no termina de morir', pero eso no nos imposibilita para contribuir a que se vaya formando el régimen nuevo". En ese mismo sentido, agrega: "creemos que la iniciativa del comedor es un paso importantísimo y aprovechamos la oportunidad para hacerle un llamado a todas las instituciones del Estado a que apoyen este tipo de actividad, porque esta experiencia puede realmente determinar que este pueblo, con corazón y tesón, vaya saliendo adelante".

P.D.: Estoy terminando esta nota y junto a mí se encuentra, Estefany, mi nietica, y como toda niña curiosa comienza a jugar con el grabador, aprovecho entonces para colocarle la canción de Antony, ese niñito inquieto que nos recibió la mañana de la entrevista y principal motivo de este artículo, la canción dice así: Yo soy el señor cochino/ y estoy enamorado/ de una cochinita de cachetes rosados/ esa cochinita baila/ esa cochinita goza/ se baña en el barro y sale olorosa/ pero esa cochinita no me quiere dar su amor/ me la como tostadita como un rico chicharrón/ me la como tostadita como un rico chicharrón/ ñau/ ... Al verle la carita de alegría a Estefany, una piensa, definitivamente, como dice José Martí "...los niños son la esperanza del mundo".

Tomado de Rebelión


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