17 de marzo

8 de mayo del 2002

De la sospecha a la certeza, al mes del videogolpe

Amor con amor se paga

Carol Murillo Ruiz
ALTERCOM

Me interesa tanto el proceso. Me interesa solo como cuando el amor llama dos veces a la puerta y una se halla tentada a abrir. Me interesé tanto que no dormí. Que lo vi todo, todo lo que me permitieron ver y todo lo que podía entretejer simultáneamente. Me interesé tanto que lo oí en vela y en vilo. Desde la distancia, desmenuzando cada palabra, cada gesto y cada pálpito. Y tan lejos, en las grietas de su rictus, pude advertir las últimas páginas escritas por una sociedad diferente, encarnizada, dura.

La madrugada que Hugo Chávez le habló a Venezuela lo hizo también para el Mundo y, sobre todo, para el futuro. Ya lo había hecho antes, en otros foros, con distintas señas, con una elocuencia discutible pero abierta, con una generosidad verbal que tanto lo acerca a lo popular que los ilustrados lo dibujan como populista. Sí, ya lo había hecho antes. Ha dicho las cosas más obvias sobre la lucha social que aún libran los pueblos del mundo, que el "pensamiento único" que hoy erige y dirige la globalización, lo califica de retrógrado, de comunista, de subversivo. Ha traído de los pelos, en conferencias súper modernas y virtuales, temas tan anacrónicos como el subdesarrollo, la dependencia, la salubridad, la seguridad regional, que los interlocutores de turno no ven ni oyen más que la sombra y el murmullo de la retórica de izquierda; sombra y murmullo de una sospecha; recelo de que esa sombra sea el nuevo fantasma que recorre América Latina, el fantasma de la otredad política, del gran contradictor ideológico. Y es cierto, Hugo Chávez habla desde un panteón de muertos vivos: los pobres, los marginales -¿o marginados?-, desde la tribuna de los desclasados, muertos vivos. Habla desde la "contradicción social" desafiando la "síntesis política" de los vencedores, los desarrollados.

Ahora todos hablan del golpe. Pero el asunto está tremendamente lejos de aquello.

La fuerza de Chávez hoy -después de comprobar que la revuelta fue una forjada cobertura mediática, el "vídeogolpe" lo llaman algunos-, radica en la voluntad y el nuevo amor propio de los postergados. De esos que bajaban de los ranchos, suburbios y muladares de Caracas. De esos que lo aman sin miedo porque los ubicó por fin en la geografía de la tierra, dándoles tierras, recuperándoles el lugar natal y laboral para siempre.

Hoy seudodemócratas e institucionalistas reclaman a Chávez que rectifique su acción gubernamental. ¿A nombre de qué? ¿De un golpe que fue fomentado por extraños, versión sugerida por una empresa privada de inteligencia estadounidense llamada Stratfor, cuando señala que "sus fuentes reportan que el Departamento de Estado (EE.UU.) estaba silenciosamente apoyando la coalición moderada civil-militar de centro-derecha que buscaba hacer renunciar a Chávez al enfrentar su régimen crecientemente autoritario con un poder popular desarmado y pacífico"...? ¿O tal vez a nombre de pasar por alto la información del The Washington Post que apunta que los militares golpistas se reunieron con funcionarios de la Embajada de los EE. UU. en Caracas semanas antes del golpe?... Imposible.

Chávez no regresó a Miraflores porque unos cuantos oligarcas fracasaron al fraguar una caída en picada del régimen, sino porque el gobierno chavista se funda y se despliega en un proceso íntimo de remoción social que apaña las virtudes de la política y los escudos de la economía (su visión petrolera) para cambiar, poco a poco, un modelo que subsume a la gente pobre y enanca a los ricos. Ergo, no tiene que mirar atrás sino profundizar su revolución, y pregonar su rumbo por cuanto escenario pase. Si ha llegado a convertirse en el fantasma que los anticuarios políticos de la región temen, debe saltar de la sospecha a la certeza. La certeza de que su sombra amplía la posibilidad de romper el maleficio de soportar la miseria.

Chávez dijo que quienes bajaron de los ranchos para suplicar su regreso le demostraron solamente amor. Y él lo coronó esa madrugada: amor con amor se paga.

(Altercom.QUITO)

Tomado de Rebelión


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