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Pero la Esperanza no se Marchita

El sendero de vuelta / Trazado ya está / Por las estrellas, / Pero desconocido para él / Que a tientas percibe / Tan sólo sus propios pies al andar. / Y en el ciego trayecto / Y al escalar inhóspitos despeñaderos / Como un peldaño / Se encuentra ella. / Ella, / Una señal en el camino, / Ella, / Un delicioso bálsamo / Para que pueda él / Seguir con su destino acuestas. / Y a la luz de las estrellas / Los cuerpos se estrechan. / Entrelazados los senderos, / Los brazos y las piernas. / Y arde la pasión, / Y como lava se derrama borrando / Todo vestigio de dolor. / Y la ilusión se enciende / Derramando su luz / Hacia un futuro infinito / De dos almas / Que juntas eternamente vuelan./ Y el cielo da vueltas. / Y a la mañana siguiente / Cuando él despierta / Solo se encuentra. / Se ha marchado ella. / Y él / Con el recuerdo de una flor se queda, / Y solo se queda. / Y la flor se marchita. / Y la desolación del frío le cobija. / Y siente el infinito vértigo del vacío. / Y se lamenta y recuerda: / Luchó contra viento y marea / Y abandonó su propio sino; / Y se despojó de sí mismo / Y con todo ímpetu se entregó. / Trató, quiso, soñó / Y creyó poseerla. / Y se desvanece ella. / Y él, / Con el recuerdo de una flor se queda; / Y solo se queda / Y la flor se marchita. / Y el eco del mañana / En el frío del silencio le susurra: / "En esa misma piedra solitaria / Me senté una vez yo / Con el recuerdo de una flor / Que también se marchitó." / Y el reclama: / "Hice todo lo humano / Y sobrehumano / Por poseerla. / Y ahora además, / Aun el recuerdo se marchita." / Y el eco del mañana / En el frío del silencio le responde: / "¿Cómo esperas / A esa flor haber poseído / Si antes bien, no te posees a ti mismo? / Busca las cumbres / Donde el cielo es transparente / Y el aire libre está de ilusiones. / Sigue escalando / Que en la desolación de la roca / Otra flor te espera." / Y él, / Con la esperanza de una flor se queda. / Y solo se queda, / Pero la esperanza no se marchita. Jorge E. Bonilla

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