Fundado en mil novecientos cincuenta y cuatro por Hubert Beuve-Méry, Le Monde diplomatique lleva la marca de una época en la que todo parecía posible: los imperios coloniales vacilan, el Tercer Mundo se reúne en Bandung para oponer su unidad a las grandes potencias de la época, los pensamientos emancipadores se desvanecen. Pronto, estos pensamientos darán sitio a la rebelión de las poblaciones, tanto en el Norte como en el Sur.
Heredero de este espíritu fundador y voluntario, Le Monde diplomatique es al unísono el diario francés más difundido en el mundo –es traducido a veinte idiomas en treinta países– y el que aseguró su presencia en Internet primeramente. De esta forma, conjuga una enorme apertura cara cuestiones internacionales con una visión crítica de lo que, en la mayoría de los casos, prosigue siendo el ángulo fallecido de la prensa: la ideología y el funcionamiento global del capitalismo, las consecuencias ecológicas y sociales del libre comercio, los riesgos del “choque de civilizaciones”, lo que esconden las coaliciones militares, las utopias necesarias, las perspectivas ante nuevas formas de democracia en la era de las grandes basculaciones geopolíticas.
El equipo de este mensual, convencido de que los enfoques comparativos y el análisis histórico disipan las ilusiones de una actualidad agitada, se emplea en hacer que cada número combine análisis, reportajes e investigaciones. Con una perspectiva singular y estricta de ver los acontecimientos, compartida por cien colaboradores extranjeros, Le Monde diplomatique es el periódico de referencia de todos y cada uno de los que desean comprender el mundo, mas asimismo cambiarlo.
Historia de una independencia
Natural de 1954 dentro del diario francés Le Monde, Le Monde diplomatique tenía como subtítulo “Periódico de los círculos consulares y diplomáticos” y se dirigía sobre todo al cosmos de las embajadas. La nominación de Claude Julien para estar a la cabeza, en 1973, empezó a mudar la situación.
Especialista sobre USA y gran conocedor de los países del Sur, éste amplió los temas abordados a economía, sociedad, cultura, ideas, etcétera La difusión aumentó de manera notable. Le Monde diplomatique, bajo la dirección de Ignacio Ramonet, aseguró en mil novecientos noventa y seis su independencia editorial y económica por medio de su constitución como sociedad autónoma, filial del Monde S.A.(51 por ciento ). El cuarenta y nueve por ciento sobrante está a cargo de la asociación Les Amis du Monde diplomatique (Los Amigos de Le Monde diplomatique) y de la asociación Gunter Holzmann, que reúne al conjunto del personal.
L’Association des Amis es, sobre todo, una red de lectores creada por corresponsales tanto en Francia como en el extranjero que organiza cada año centenares de encuentros y debates. De esta manera, Les Amis tienen un papel estratégico al contribuir en la influencia del periódico y de sus ideas. Además, la independencia de Le Monde diplomatique está garantizada por sus estatutos, que estipulan que su directivo sólo puede ser designado a propuesta de la asociación Gunter Holzmann. Así, son las personas del periódico las que escogen a su director, hoy día Serge Halimi desde marzo de 2008. Asociados así, lectores y trabajadores establecen la peculiaridad de Le Monde diplomatique, resguardando así su libertad para informar.
Una red nueva de ediciones internacionales
Le Monde diplomatique es un periódico internacional realizado desde Francia más que un periódico francés vendido en el extranjero. Se ramifica en treinta y siete ediciones internacionales: 32 impresas y 5 digitales. En veinte lenguas: alemán, inglés, árabe, armenio, búlgaro, bielorruso, chino, coreano, croata, español, esperanto, farsi, finlandés, francés, heleno, húngaro, italiano, nipón, kurdo sorani, kurdo kurmanji, noruego, polaco, portugués, ruso, serbio, eslovaco, esloveno, sueco, checo y turco.
Mas no se imaginen, en total, un imperio de prensa mundial. La mayoría de estas ediciones reposan sobre la gran motivación de un conjunto pequeñísimo de personas que comparten el sueño de otro mundo.
La tirada de Le Monde diplomatique y de sus treinta y dos ediciones internacionales impresas excede los 2,4 millones de ejemplares. A esto hay que añadir las 5 ediciones solamente libres en la red.
“El Punto de Vista de Le Monde diplomatique”
Se trata de publicaciones especiales con un enfoque temático específico de actualidad en cada publicación.
De este modo, los “Punto de Vista de Le Monde diplomatique” incluyen los mejores artículos publicados por Le Monde diplomatique, completados con artículos nuevos, sobre un conflicto, un continente o una región, una cuestión económica, cultural o de sociedad, un periodo histórico, etc. Además de esto, todo esto se completa con indicaciones cronológicas y bibliográficas, cartografías y gráficos, y por último, una ilustración original. Cien páginas pedagógicas y documentales que están libres en quioscos y a través de la suscripción.
El reto iconográfico
Superando la común función ilustrativa de la imagen, Le Monde diplomatique privilegia la carga creativa de la iconografía que acompaña al relato periodístico. Buscando crear “resonancias”, “puentes de significado” entre lo legible y lo visual, recurre a la inmensa riqueza de la pintura clásica o moderna. El jornal apuesta por los autores, de manera frecuente en la vanguardia, quienes siempre y en toda circunstancia tienen miles de ideas para expresarse con respecto a los temas que nos convulsionan (enfrentamientos, guerras ideológicas, mutaciones sociales, desigualdades, resistencias...). La presencia de estas obras ofrece al lector una doble lectura, tan válida una como la otra: la que proponen los textos y las que, diferentes, sugieren las imágenes. Se trata, pues, de intervenciones de naturaleza diferente pero que confluyen de forma frecuente. Al deleite visual, esta estrategia –inédita en el ámbito de la prensa escrita– añade un aporte cultural que, junto con su trasfondo histórico y con los retos estéticos, enriquecen las páginas del periódico.
Con ocasión del cincuenta aniversario del mensual se publicó un libro de arte, consagrado extensamente a la iconografía del periódico, con, entre otros, textos de Ignacio Ramonet, John Berger, Alain Jouffroy y Solange Brand.
El enfoque cartográfico
Si bien, por tradición, Le Monde diplomatique sea una herramienta de análisis “a través de los textos”, este confiere una relevancia esencial a la cartografía. La unión original de texto y mapa responde a un principio simple: trazar lo que el texto no puede explicar, redactar lo que los mapas no pueden enseñar. En efecto, el mapa da una visión del mundo que no es en ningún caso una transcripción neutral del terreno, sino la visión, https://medium.com/@delodobcgs/7-horribles-errores-que-est%C3%A1s-cometiendo-con-noticias-lanus-f7b1637e8214 la interpretación de su autor. Así pues, se trata de “mostrar”, mediante una cartografía singularmente creada para nuestras columnas, las tendencias económicas, sociales, políticas y culturales del planeta que revelan los artículos.
Desde dos mil tres –e aun mucho antes que estuviese de moda–, Le Monde diplomatique también emplea sus habilidades en la publicación regular de atlas monográficos. El éxito de estos atlas geopolíticos o temáticos –como el Atlas del Medio Entorno (dos mil ocho) o bien el Atlas de Historia del siglo veinte (dos mil diez)–, han conducido a nuestra redacción a la realización de una nueva colección de atlas críticos –como el Atlas de Historia crítica y equiparada (dos mil quince) o el Atlas de Economía crítica (dos mil diecisiete)–, auténticos contramanuales que pretenden ofrecer a nuestros lectores una visión diferente a la establecida por las políticas educativas de tintes neoliberales sobre las grandes cuestiones de nuestra temporada.
En el siglo I ya existía la costumbre en la ciudad de Roma de fijar en el foro las Acta Diurna, en la que se notificaba a los ciudadanos de las cosas de interés que habían sucedido y de las que iban a pasar en breve. La primera hoja impresa se publicó en mil quinientos veintinueve en Viene para pedir a sus habitantes ayuda para enfrentarse a los turcos, que asediaban la ciudad.
En el sentido actual del término, el primer periódico nació en Colonia de la mano de Michael van Isselt. Se llamaba Mercurius Gallo-Belgicus, tenía solo una hoja y sirvió de modelo a los diarios que nacieron después. En verdad, se conocían como "mercurios", en alusión al nombre de la cabecera en la que se inspiraban. El English Mercurie vio la luz en mil quinientos ochenta y ocho y el Mercurius Britannicus en mil seiscientos treinta y dos. Este último tiene el "privilegio" de haber sido el primer en sufrir la censura de las autoridades, que le prohibieron "dar noticias extranjeras". También fue el primero en ganar la lucha de la libertad de prensa. En mil seiscientos cuarenta y uno el juez dictó la próxima sentencia: "La libertad de prensa es nuestra libertad".
Las hojas volantes que eran los primeros periódicos cundieron en España a lo largo del siglo XVII. Pancracio Celdrán cita en su Historia de las cosas los Avisos de Jerónimo de Barrionuevo, que ofrecía todo género de informaciones, desde crónicas taurinas, pasando por la información meteorológica, hasta las noticias del corazón. Así comenzaba la crónica de una boda: "Don Fernando Ruiz Contreras se casa con la condesa de Lapilla. Es navarra, joven de 25 años, mujer rica y preciosa y sobre todo paridera, que es lo que desee tener don Fernando para tener sucesión".