Muchos han nacido en el campamento, muchos también han estudiado en Cuba o España, pero todos están allí. No importa los años que se van, todos vuelven . Como dicen ellos, dejaron una gota de sangre al nacer y eso les ata. Por muchos años que están fuera, la sangre está ahí, su familia, sus raíces, su cultura y nada ni nadie les va a ofrecer nada mejor, porque lo mejor es lo que uno es, no lo que quieren que seas. Una niña de 12 años que ha estado en España varios veranos decía: “quiero que mi familia de España venga a ver dónde vivo, mi casa, las cabras, los camellos, las bodas….y daremos paseos e iremos a El Corte Inglés que aquí se llama Mercado”.