Como seres humanos y como cualquier organismo viviente, no podemos sustraernos de convivir con otros individuos, la vida de cualquier individuo siempre dependerá de la convivencia con otros iguales. Estas relaciones son parte fundamental del desarrollo del ser humano y conforme vamos creciendo es una necesidad el incorporarse a nuevos grupos y más aún, sentirse aceptado por estos, uno de estos grupos o espacios de los cuales necesitamos es la escuela, obligado no solo para el aprendizaje formalizado, sino para llevar a cabo relaciones sociales independientes o grupales.
A pesar de lo anterior, los espacios escolares, como escenario institucional y espacios para el desarrollo social, tienden a ser idóneas para la repetición de conductas aún más específicas y contrarias a los objetivos establecidos, estas conductas suelen ser actitudes o acciones contrarias a las normas establecidas, que pueden variar desde una falta de respeto, hasta un acto violento ocasional o premeditado, los anteriores incluso logran ser repetitivos y dirigidos a un sujeto o grupo específico.
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