Amanece en una villa amazona, fuera de las cabañas, el rocío que adorna las hojas,
vuelve más fresca la mañana, dentro, en la cabaña de la reina, Gabrielle duerme
placidamente, mientras Xena se levanta angustiada, algo en ese nacer del sol le dice
que las cosas no serán como siempre. Mira a Gabrielle dormir, y la deja así, sonríe al
contemplarla, pasa su mano por el rostro de Gabrielle.
Una docena de caballos, con sus jinetes, cabalgan por la llanura antes del bosque,
visten completamente de oscuro, cubren la parte superior de su rostro con capuchas, se
acercan a los linderos del bosque, veloces, feroces, las centinelas amazónicas los ven,
dan la señal de alerta. Si quieren llegar a la aldea, deberán de pasar la primera línea
de defensa de las amazonas, la jefa en turno, da las órdenes para tratar de emboscar a
los jinetes.
"Solo es una docena", es el murmuro que pasa de puesto a puesto de la defensa amazónica,
los jinetes entran al bosque, a una señal supuestamente oculta, las primeras centinelas
dejan caer una red sobre los tres primeros jinetes del grupo, estos se apartan a tiempo,
cuatro de los jinetes, hábiles con el arco, disparan flechas sobre el primer grupo de
centinelas, cuatro cuerpos amazones caen duramente al suelo, cada uno con una flecha
enterrada, el segundo grupo trata de derribar a los jinetes, ahora se une el otro grupo
que quedaba, los caballos hábilmente esquivan los troncos con los que pretendían
hacerlos tropezar, las espadas extranjeras cortan las cabezas de las amazonas, dejando
a una sola viva, la jefa de las centinelas. Uno de los guerreros la levanta en vuelo, y
se la lleva montada en el caballo.
Gabrielle se despierta.
- Buenos días Xena.
- Buenos días Gabrielle.
- Qué mañana tan más fresca, verdad.
- Así es.
Por aquella intuición dada de años, Gabrielle se da cuenta de la angustia de Xena.
- ¿Pasa algo?
Xena se desconcierta con la pregunta.
- No nada, sigue durmiendo.
- Ja, no puedo, soy la reina, y no creo que sea conveniente que la reina duerma más
que su pueblo.
- Se de muchos reyes que si lo hacen, no serías la primera.
Ambas rieron con animosidad.
Los doce jinetes entran a la aldea, causando la alarma de las amazonas que ya se
encontraban haciendo tares matutinas.
Xena y Gabriella escuchan los gritos, se levantan rápido, se visten lo más pronto que
pueden, salen a la puerta de la cabaña, a su salida son recibidas por una comitiva de
doce guerreros, Xena desenfunda su espada y salta hacia el que parecía ser el líder de
los jinetes, con un simple movimiento, éste se hizo a un lado, haciendo pasar de largo
a Xena, tres jinetes inmediatamente la inmovilizaron, poniendo las puntas de sus espadas
en la garganta de Xena. Xena comprendió que mejor se quedaba quieta.
Creyendo que el asunto era con la reina, el jinete se da la vuelta a su caballo y se
pone de frente a Xena.
- ¿Tú eres Xena?
- Si, ¿en que puedo ayudarte?
- Traigo un mensaje de mi señor.
Xena lo miraba con furia.
El jinete tomó a la amazona, la que habían capturado en el puesto de centinelas. Sacó
una daga, y enterró el cuchillo en el cuello, causando que las amazonas se horrorizaran,
incluida Gabrielle, exceptuando a Xena. El cuerpo desangrante de la amazona, cayó al
suelo, manchando todo su rededor.
- Tú y tu amiga... (el jinete señala a Gabrielle)... por todas las amazonas, no sería
una masacre, se les daría la oportunidad de pelear.
Gabrielle recoge su bastón y corre hacia el jinete, las amazonas juntan lo que pueden y
hacen lo mismo, antes de siquiera poder levantarlo, el bastón de Gabrielle fue partido
a la mitad por la espada de uno de los jinetes, las amazonas más cercanas, corrieron la
misma suerte que el bastón de Gabrielle.
- Tienes todo el día para pensarlo, cuando caiga la noche, tú y tu amiga, deberán de
abandonar el bosque por el sur, ahí habrá quien verifique que efectivamente lo hagan.
Los jinetes comienzan a movilizarse.
- Recuérdalo... Cuando caiga la noche.
Así como llegaron, los jinetes se marcharon retornando sobre sus pasos, dejando la aldea
amazona, llena de incertidumbre, de miedo.
- ¡Xena!, ¿estás bien?
Corre Gabrielle a ponerse al lado de su amiga.
- Si.
Contesta secamente Xena.
- Reina Gabrielle.
Le llama una de las amazonas, mientras sostiene el cuerpo de una de las amazonas más
joven. Gabrielle no soporta ver el cuerpo sin vida de alguien tan joven, se quiebra y
rompe en llanto, Xena la abraza.
- Pagarán por esto Gabrielle, te lo prometo.
Dentro de Xena, la incertidumbre y angustia se anidan.
Un grupo grande de amazonas llegan a los puestos de vigilancia, encuentran los cuerpos
decapitados de sus compañeras, y los cuerpos muertos por las flechas, su fortaleza
característica las abandona, muchas de ellas lloran, otras gritan desesperadas al ver
la cabeza o el cuerpo sin vida de alguien muy cercano a ellas.
En la cabaña, Xena y Gabrielle platican, no reunieron a la junta de amazonas, pues Xena
quería platicar a solas con Gabrielle.
- Supongo que no te tengo ni que preguntar.
El silencio de Gabrielle le respondió todo.
- Cierto, es tu obligación como reina.
- ¿Qué otra opción queda Xena?, ni una, tenemos que luchar.
- Si esa es tu decisión, así se hará.
- Hay que reunir a la junta, debemos de organizar la defensa.
Durante un tiempo la junta estuvo reunida, planeando la forma de defenderse, Xena
permanecía apartada, Gabrielle tomó su papel de reina, habló y animó a sus guerreras.
Pensando que la noche les favorecería, decidieron camuflarse para la ocasión, preparando
emboscadas, trampas, ellas mismas se vestirían para no ser reconocibles en la oscuridad.
Xena observaba alejada, como Gabrielle se iba volviendo cada vez más una amazona, ya
empezaba a extrañar a su compañera de viaje, aunque todavía la tuviera frente a ella.
El día se acercaba a su fin, ya casi todo está organizado para la defensa de la aldea.
Xena se acerca a Gabrielle, aprovechando uno de los pocos momentos en que Gabrielle se
quedaba sola.
- Gabrielle.
- ¿Si Xena?
- Hay algo que quiero decirte.
- Dime.
- Gabrielle... yo...
- ¡Reina Gabrielle!
Xena fue interrumpida por una de las amazonas.
- ¿Qué pasa?
- Ya estamos listas, ya hemos terminado los preparativos.
- Bien. Esos malditos pagaran por lo que hicieron. Xena tú y yo nos quedamos aquí, de
retaguardia.
- Gabrielle escúchame, tengo que decirte algo.
- ¡Oh por favor Xena!, si vas a decirme algo, que sea rápido.
- No olvídalo, no es nada importante.
Como presagiado, la noche tendió su velo sobre las tierras y el bosque amazón, muy poco
tiempo pasó antes de que la primera línea de defensa, pudiera escuchar el sonido de los
cascos de los caballos presionando el suelo, pronto se hicieron visibles alrededor de
cincuenta jinetes, todos vestidos de oscuro, al frente cabalgaba una figura que a pesar
de su sombría vestimenta y la poca luz que reflejaba su ropa, lucía imponente. El grupo
se dividió en tres partes, pensaban atacar por tres puntos. Al centro del bosque, en la
aldea amazona, había cuatro puntos de defensa, uno por punto cardinal, el grupo que iba
de frente al primer puesto de defensa, alrededor de quince jinetes, sacaron sus arcos,
con inhumana habilidad dispararon dos tandas de flechas, acabando con la primera línea,
los otros dos grupos atacaron por los costados, no encontrando resistencia, avanzaron
sin obstáculos hacía la aldea, y entraron en ella con facilidad, las defensas se vieron
atacadas por la espalda, todo se concentro en el centro de la aldea, aunque las amazonas
eran superiores en número, iban cayendo con rapidez, las espadas extranjeras resplandecían
con la poca luz de luna que lograba filtrarse por entre los altos árboles. Xena protegía
la parte norte, y Gabrielle al este, los grupos que estaban siendo masacrados eran los
del sur y el oeste, al escuchar los gritos, los otros grupos se acercaron, así como las
demás amazonas que estaban dispersas en el bosque. Un gran número de amazonas rodearon
a los jinetes, pero solo encontraban la muerte al intentar atacarlos, Al darse cuenta
de lo inevitable, Xena corrió buscando a Gabrielle, la encontró justo cuando pretendía
lanzarse contra uno de los guerreros, Xena trata de detenerla, pero no puede asirla por
el brazo, Gabrielle se arroja contra el guerrero, éste reconoce a la mujer que lo ataca,
simplemente de un puñetazo la aparta de su lado, Xena encolerizada empuña su espada y
se lanza contra el mismo guerrero, el guerrero vuelve a hacer lo mismo, dejándolas a
las dos en el mismo lugar. Gabrielle se recupera del golpe, observa como el número de
amazonas se va reduciendo alarmantemente.
Sin pensarlo más, se levanta y grita:
- ¡Corran! ¡Huyan!
Las amazonas no la obedecían de principio, pero fue tanta la insistencia de su Reina
que terminaron obedeciéndola. Se dispersaron por todos lados, Xena tomó a Gabrielle de
la mano, y corrió junto con ella, los guerreros comenzaron a seguirlas. Xena y Gabrielle
corrían por el lado norte del bosque, casualmente, el único lugar hacía donde no
corrían las amazonas.
El primer grupo se había disperso por todo el bosque, y ahora cazaban a las amazonas
que desesperadas corrían hacia cualquier lugar, los arqueros hacían caer una tras otra
con sus flechas, haciendo gala de sus capacidades, los otros guerreros obligaban a las
amazonas que escapaban involuntariamente a las flechas, a correr de nuevo hacía la
aldea, en poco tiempo, las sobrevivientes estaban reunidas en el centro de la aldea.
Xena y Gabrielle continuaban corriendo, salieron del bosque y subieron por una pequeña
colina, lo suficientemente alta para sobresalir por encima de los altos árboles. Una
figura las esperaba en la cima, ni una de las dos se había dado cuenta de ello. La
figura se perdía con la oscuridad de su ropa. Gabrielle tropieza y cae fuertemente,
totalmente débil comienza a llorar. Xena instintivamente la abraza, y la besa en la
frente, en la mejilla, descuidada besa su boca. Gabrielle continúa llorando, queriendo
hablar, pero no pudiendo, las palabras no le salen. Ambas miran hacia el bosque
abrazadas, del centro del bosque surge el sonido estridente de varios gritos fusionados
en uno solo, Gabrielle comienza a temblar, Xena se queda horrorizada. Después de los
gritos, el silencio, todo quedó en silencio.
- ¡Xena! ¡Las han matado a todas! ¡Las mataron! ¡Xena!
Xena se queda sin palabras.
- ¡Xena!... ¡Las mataron!
Una figura oscura se acerca silenciosa a las dos mujeres, se sienta detrás de ellas.
- Un espectáculo terrible, ¿verdad?
Al escuchar la extraña voz, Xena se levanta y amenaza al extraño con su espada, el
extraño ni se inmuta.
- Baja tu espada guerrera. No pudiste con mis hombres, ¿crees poder conmigo?
Por primera vez, Gabrielle vio a Xena bajar la mirada.
- ¿Xena?
Dijo con voz temerosa.
- Eres una mujer sensata a pesar de ser tan salvaje. No te apures, no pienso quitarte
tu espada. Al final de cuentas, ¿con qué otra cosa te puedes defender?
Xena mira al costado en donde solía llevar su chakram.
- ¿Con esa cosa redonda? ¡Por favor!
El hombre continuaba sentado.
- Al menos dinos cúal es tu nombre.
- ¿Mi nombre?... Bueno, es difícil de pronunciar, quizás ni lo entiendan... Mi nombre
es Gesellschaft.
- ¿Ese nombre de dónde es?- pregunta Gabrielle.
- ¡Ah!, de tierras muy lejanas, y muy frías.
- ¿Cómo llegaron aquí?- pregunta Xena.
- Estamos en todas partes. Conocemos tu historia Xena, y la de Gabrielle, por eso
estamos aquí, por ustedes dos.
- ¿Ustedes?, ¿quiénes?, creí que tú eras el jefe.
- Y lo soy, no tengas dudas sobre eso, Xena.
- ¿Qué quieres de nosotros?
- ¿De Ustedes?, nada.
- ¡Si nos vas a matar!, ¡hazlo de una vez!
- ¡Xena!
- Te sorprende oírla hablar así, ¿verdad Gabrielle?
Gabrielle no contesta.
- Nunca imaginaste que Xena se rendiría tan fácil, mucho menos estando tú en peligro...
¡Ah ilusa Gabrielle!, ¿creíste que Xena era invencible?...
- ¿En dónde está Ares cuando se le necesita?
- ¿Quién?
- ¡Ares!
Grita Gabrielle. Gesellschaft sonríe.
- ¡Ah!, ¿te refieres al que ustedes llaman dios de la guerra?
Ahora ríe a carcajadas.
- ¿Y por qué no invocas a Zeus, a Atenea y a los demás?
Continúa riéndose.
- Oh si el Olimpo.
Ahora Gesellschaft se levanta. Xena se pone en guardia.
- ¿No tienes algo que decirle a Gabrielle antes de morir?, ¿Xena?... algo desde muy
dentro de tu alma, que has estado guardando por años, y que hasta el día de hoy se te
ocurrió tratar de decirlo, hoy que ya no tienes tiempo. Vamos Xena, ¿por qué te cuesta
tanto admitirlo?, deja ese estúpido orgullo de guerrera y dilo. Vamos, ¿qué te cuesta?,
al fin de cuentas vas a morir, nadie sabrá, más que Gabrielle, lo que vas a decir;
bueno, y yo, pero yo tengo una memoria muy selectiva.
Gabrielle mira a Xena.
- ¿Xena?, ¿de qué está hablando este loco?
- Gabrielle yo...
- Si Xena, dime...
Gesellschaft se pone al lado de Xena, levanta su espada, lo suficiente para apuntar al
cuello de Xena.
- Xena dímelo por favor.
Le insta Gabrielle con lágrimas en sus ojos.
- Gabrielle yo...
Xena cierra los ojos, Gabrielle la toma de ambos brazos, la sacude, le implora con la
mirada, la espada blande hacia atrás, y comienza su recorrido hacia el frente.
Gabrielle mira como la espada se acerca al cuello de Xena, cada vez más cerca.
- ¡Gabrielle yo te amo!
La cara de Gabrielle es el fiel reflejo de la escena vivida, en sus ojos queda guardado
el testimonio de una muerte, de repente todo es silencio, aun con el cuerpo detenido
por los brazos, Gabrielle se da cuenta de lo sucedido. Suelta el cuerpo, se lleva las
manos a la cara, cae de rodillas. Gesellschaft se sienta a su lado.
- Te amaba muchísimo, ¿lo sabías?... más de una vez estuvo a punto de dar la vida por
ti, era su principal recurso para salvarte, por si no podía solucionar una situación.
Ahora ya no está, se ha ido. Creerás que soy un ser despiadado, pero no, me parte el
alma ver escenas así, a veces actúo inconscientemente, no lo hago por maldad, es mi
forma natural de ser, nací bajo estas normas, y las sigo, es lo que debo de hacer, por
eso existo. Pero siempre, después de actuar bajo mi moral y conciencia, hay algo que me
hace recordar lo que soy, de lo que estoy conformado, y me cala hondo en mi conciencia,
y en mi alma, aunque no lo creas, tengo ambas, es sólo que a veces lo olvido, por
comodidad, por conveniencia, por creencias también, pero siempre queda dentro de mí,
esa incertidumbre por mi esencia, sin ella, nunca habría nacido, ni hubiera llegado a
ser lo que soy, aunque tuve, como ahora, que pasar por encima de las cosas más nobles
que existen y que fueron creadas, en mi existe la maldad y la bondad, la normatividad,
es esencial para mí, sin ella, todo yo sería un caos, quizás sería peor de esa forma.
Después de todo, se que la lucha mía no es más valida, que la lucha de cada una de las
partes que me conforman, pues sin esas luchas individuales, yo no tendría la historia
que tengo ahora, ni seria el ente tan necesario como lo soy. Solamente soy yo, actúe
como yo, y ahora debo olvidar como yo.
Gesellschaft se levanta, como muchas otras veces lo ha hecho ya, dejando atrás a la
pobre Gabrielle, que sigue oculta entre sus manos, horrorizada, desecha, triste,
impotente.
El amanecer se va haciendo presente, la tenue luz del sol que despierta, lanza un
reflejo a través del metal de una daga, "olvidada" ahí por Gesellschaft, Gabrielle la
mira, la toma entre sus manos, la sujeta con la punta hacía dentro con sus dos manos.
- Esa muerte... también va por mi cuenta.
Dice Gesellschaft antes de retirarse de frente al sol, caminando tan altaneramente como
siempre, sintiéndose dueño de las tierras. Al final de cuentas, su memoria selectiva le
ayudará a olvidar todos los sucesos del día anterior. Así es su memoria, así fue creada,
por consenso de todas las partes que lo conforman.
FIN