Xena: Warrior Princess y todos sus personajes son propiedad de MCA/Universal Pictures y de Renaissance Pictures. Esta historia es propiedad mía, así que por favor, si quieres copiarla, ponerla en tu web site o mandarme algún comentario sobre ella, me encuentras en xenapolis@hotmail.com

Disclaimer: Si buscas escenas explícitas de sexo desenfrenado y frenético entre Xena y Gabrielle, lamento decirte que ésta historia no las tiene.
Este podría ser un Post Friend in Need, pero la trama central no consiste en devovler a la vida a Xena sino algo más turbio. Lo siento Gabby Fans, a lo mejor este FF puede herir sus suceptibilidades, pero que hago si yo no escribo FF normales.

Advertencia: Sé que este Fan Fiction es absurdamente incoherente, es hasta ridiculo, no se que estaba pensando cuando lo escribi, comí muchos hongos seguramente, o uno de mis alter-egos me obligó a escribir bestialidades.

Dedicatoria: A todas las personas que aún creen en las historias de Xena y Gabrielle, y que aún escriben sobre Xena y Gabrielle.


CONVERSION

Autora: Psico

Los destinos se encontraban reunidos en su templo frente al telar. Estaban preocupadas por lo que estaba pasando

- Esto no puede seguir así. Es demasiado.

- No podemos permitir que siga así, pronto solamente habrá desolación y cadáveres sobre la faz de la tierra.

- Esto ya había pasado muchos años atrás. Casi acaban con todo. Necesitamos impedirlo. Necesitamos frenarla.

- ¿Cuándo llegará el enviado? Necesitamos que llegue pronto, ¡No hay mas tiempo que perder!

- Pronto. Veo que viene muy pronto. Su misión era muy arriesgada e igual pudo haber salido muerto del castillo. Pero puedo ver que su misión fue exitosa y que pronto estará con nosotras.

- ¿Pero cuando? ¿Cuándo?

- Ahora.

Al templo de los destinos entra un hombre mal herido. Vestido con ropas rasgadas y sudoroso. Trae entre sus manos un jarro el cual aprieta con mucha fuerza.

- ¡Dioses! No fue fácil. Ustedes saben que no fue fácil. ¡Casi me matan! ¡Pero esto no puede seguir así! ¡No podemos seguir viviendo así!... Mi esposa... mis hijos....

El Hombre hace entrega del jarro a los destinos. Luego cae malherido al suelo. Uno de los destinos se acerca.

- Pronto estarás con ellos buen hombre.

Dichas éstas palabras pone su mano en la frente del valiente hombre y él muere.

- Ya tenemos lo necesario. Es hora de poner fin a todo este terror que está reinando. Vamos!

Los tres destinos hacen un triángulo. En medio ponen la jarra. Empiezan a decir palabras y oraciones.

- ¡De entre los muertos ven a nosotras!

- ¡Resurge de entre tus cenizas!

- ¡El mundo te necesita!

- ¡Solo tu puedes salvarnos!

- ¡Te ordenamos venir!

- Las tres al tiempo: ¡Xena Princesa Guerrera, derrota a la muerte y ven aquí!

Todo queda en silencio. Los destinos se miran los unos a los otros. Parece que no ha pasado nada. Miran al centro del triángulo y las cenizas ya no están.

- ¿Dónde estoy?. Pregunta una voz detrás del telar.

- ¡Es ella! ¡Es Xena!. Dice uno de los destinos.

Todas van detrás del telar y encuentran a Xena desnuda y tiritando. Una de ellas le pone una manta encima y le ayuda a pararse.

- ¿Dónde estoy?

- Tranquila Xena. Estás en el templo de los destinos.

- ¿Cómo llegué aquí? ¡Dioses estoy confundida!

- Nosotras te trajimos Xena. Te necesitamos.

- Un momento por favor, déjenme pensar. Dijo Xena en un evidente estado de confusión.

- Xena, te hemos revivido. Estabas muerta. Moriste hace tres años atrás.

- Si, eso lo recuerdo, me mataron en Japón, Higushi... las almas.... pero después de eso no recuerdo más... recuerdo... lo último que recuerdo es estar sentada junto a Gabrielle en una piedra viendo el ocaso... de ahí no recuerdo más.

- Ten Xena. Bebe agua. Te sentará bien. Le dijo otra de ellas.

- ¿Porqué me han traído? Pregunta Xena quien aún tirita.

- Xena, están pasando cosas terribles.

- ¡Ha sido derramada demasiada sangre!

- ¡Vivimos una época de terror y tiranía!

- ¡Por favor Xena ayúdanos!

- ¡Dioses! ¡Me están asustando! ¿Quién está causando todo esto? ¿Ares?

- ¿Ares? Ni Ares siendo el mismísimo Dios de la Guerra podría derramar tanta sangre.

- ¿Entonces quien está causando todo esto? ¿Quién?

- Acércate al telar y lo verás.

Xena se acerca al telar. De repente aparece una imagen. Una imagen para nada desconocida para ella, pero que nunca imagino ver en esas condiciones.

- ¡¿GABRIELLE?! Dioses, ¿Qué es esto? ¡No puede ser!

Xena cerraba y abría los ojos, pensaba que su visión le estaba jugando una mala pasada.

- Ella Xena. Gabrielle es la que tiene sometidas todas las villas, es la que está esclavizando a las personas y matando inocentes.

- No.... No... ¡NO!

- Sabemos que no lo puedes creer Xena. Es difícil de creer. Pero es ella Xena. Es Gabrielle. Necesitamos que tu nos ayudes a detenerla.

Xena cayó sobre sus rodillas y se tomaba la cabeza. Todo lo que estaba viviendo era demasiado para haber sido traída de la muerte en tan poco tiempo. Luego levantó su cabeza y preguntó:

- ¿Cómo pasó esto? ¿Cómo llegó a convertirse en una persona así? ¡Gabrielle!

- Años atrás hubiera sido imposible imaginarlo ¿verdad?. Le dijo una de las parcas.

- Pero pasó Xena, es lo que está pasando ahora y debe ser detenida.


Una de las parcas empezó a detallarle lo que había pasado, el proceso de conversión de Gabrielle.

- Cuando tu decidiste permanecer muerta, para Gabrielle fue muy difícil Xena, muy difícil. Decía no comprender el sentido de la justicia que se estaba manejando con tu muerte. Le pareció muy injusto que te hubieran alejado de su lado. Entró en un estado de depresión terrible. Se dice que la vieron ebria en varias oportunidades. Cuando no estaba ebria, entonces estaba enojada, descargando su ira contra árboles, contra todo lo que se le atravesara. Una vez intentó suicidarse, pero tu hija Eve logró detenerla. Dentro de ella había empezado a formarse un sentimiento de decepción, de ira, furia y rabia incontenibles.

Su resentimiento contra la vida alcanzó limites insospechados, albergando en su corazón y en su mente ideales de conquista, esclavitud y poder. Ella contaba con el respaldo de tu imagen de la poderosa princesa guerrera, ella era ante las personas tu sucesora, así que aprovechó esto para despertar a los aún seguidores de Xena la destructora de Naciones. No le fue muy costoso formar un ejército que poco a poco fue creciendo y creciendo, alimentado por el hambre de poder de Gabrielle y por su ofrecimiento de gobernar y someter. Así fue como comenzó su imperio de terror, apoderándose de villas, ciudades, esclavizando personas inocentes, a los aún seguidores de Eli... así se convirtió en Gabrielle La Bárbara.

- ¡EVE! ¿Qué ha pasado con Eve? ¿Dónde está ella? ¿Dónde está mi hija?

- Tu hija es esclava de Gabrielle. Los seguidores de Eli formaron un frente de resistencia ante ella por lo cual Gabrielle decidió esclavizarlos y encerrarlos en las mazmorras de su castillo. Ha crucificado a algunos y los deja a la vista de los que se resisten a ser sometidos por ella como ejemplo de lo que les podría pasar si no se someten. A Eve no la ha sacrificado por que suponemos que aún tiene algún sentimiento de compasión por ella por tratarse de tu hija y de la líder de los seguidores de Eli.

- ¿Qué podría hacer yo? ¿Cómo detenerla?

- Tu lo sabes bien Xena. Si existe algo sobre este mundo capaz de detener a Gabrielle, si existe algún ser vivo que pueda llegar a ella y específicamente a su corazón, esa eres solo tu Xena.

- Ya no queda ser humano capaz de enfrentarse a ella. Cualquiera que oponga resistencia puede terminar con las entrañas colgadas en una cruz.

- ¡Dioses! Aún... aún... ¡Aún no puedo creer esto!

- Sabemos que es difícil Xena, sabemos que para ti no es grato regresar después de tres años y escuchar tan malas noticias. ¡Pero realmente te necesitamos!

- ¡Contamos contigo!

- ¿En donde se encuentra ella? Preguntó Xena un poco más recuperada.

- En Atenas. Su ejército está en todas las villas a la redonda.

- Bien, creo entonces que no hay más que decir. Voy a ir a buscarla.

- ¿Qué vas a hacer Xena?

- No puedes solicitar hablar con ella, nadie puede hablarle.

- Sería muy arriesgado, solo por tratar de verla podrían matarte.

- Bien, entonces seguiré una vieja táctica de guerra... me uniré a su ejército y me ganaré su confianza.

- ¿Crees que funcionará?

- No lo sé, pero tengo que intentarlo.

- Si necesitas ayuda Xena, puedes venir aquí, es de los pocos lugares que ha estado lejos del alcance de Gabrielle y en los cuales te puedes refugiar.

- Gracias. Así lo haré.

- Antes que partas Xena, ten. Necesitarás algunas cosas, ten ésta ropa y ésta espada. Te serán muy útiles.

Xena se viste, toma la espada y se retira del templo. Sobre sus mejillas ruedan lágrimas. Nunca se imaginó que Gabrielle se convirtiera en un monstruo. En el monstruo que era ella en el pasado. Con cautela empezó a caminar entre el bosque hasta llegar a la cima de una colina. A lo lejos pudo ver los campamentos del ejército de Gabrielle.

- Bien. Llegada la mañana buscaré unirme a ellos. Dijo planeando su estrategia.

- Aún pasados tres años hay cosas que no cambian ¡Muéstrate Ares!

Ares apareció.

- ¡Oh Xena! Pensé... Pensé que nunca más volvería a ver esos hermosos ojos azules.

- Y yo pensé que nunca más tendría que volver a soportarte.

- ¿Cómo llegaste aquí eh? ¿Cómo es que regresaste de la muerte dímelo si?

- Eso a ti no te importa.

- No necesito que me contestes que haces aquí por que la respuesta tiene cabello rubio.

Xena apretó sus puños con fuerza.

- No he practicado el uso de la espada en tres años, ¡podría empezar a practicar contigo Ares!

- Cálmate... digo.. es genial... simple y sencillamente genial en lo que se ha convertido Gabrielle ¿no crees?

- ¡Cállate!

- Siempre supe que detrás de Gabrielle había un gran potencial, al fin y al cabo tu la entrenaste, le transmitiste todo lo que había dentro de ti, inclusive la destructora de naciones que siempre hubo dentro de ti.. y al parecer aprendió muy pero muy bien la lección.

- ¡No más!

- Cada vez que la veo pelear... cada vez que la veo en batalla es como verte a ti, tiene el mismo fuego en los ojos, la misma sed de sangre... si Livia fue la Campeona de Roma, Gabrielle es la Campeona del Mundo entero. Sería entretenido que se enterara que tu andas por aquí...

- ¡Anda! ¡Ve a decírselo!

- ¿Y perderme toda la diversión? Será muy divertido ver como tratas de llegar a ella, tu... tu aún crees que Gabrielle es la misma que dejaste sola tres años atrás y no es así Xena, Gabrielle ha cambiado, tocar su corazón si es que aún le queda uno es una tarea muy, pero muy difícil... así que para mi resultará entretenido verte intentar llegar a ella. Solamente hay una persona capaz de llegar a ella... solo una...

- ¿Quién? Pregunta Xena esperanzada.

- ¡YO!

- ¿Qué?

- Así es Xena, ¿Quién más podría acercarse a Gabrielle?. Al final, la rubia resultó de mente débil y muy ambiciosa, además de cariñosa y gentil...

- ¡No te permito que!...

- ¿Qué Xena?... Gabrielle necesita alguien que... tu sabes... no todo es guerra y batallas... la rubia es una mujer necesitada de afecto y yo me ofrecí claro está incondicionalmente a darle un poco cada vez que me lo pide... con decirte que soy el único que puede estar en su cuarto... y en su cama...

Xena desenfunda su espada y se la entierra a Ares, olvidando que es un Dios y que no lograría nada con eso, toda la furia y la ira que sentía al oír a Ares hablando así de Gabrielle las había sacado en ese golpe de espada que hubiera querido con toda su alma que hubiera logrado su objetivo. Xena llora inconteniblemente, prefiere darse la vuelta e irse.

- ¡Ni aún llorando así vas a lograr conmover a Gabrielle Xena!. Le grita Ares. Voy a estar ahí viéndote perder el tiempo y viéndote sufrir por tu... “¡Amiga!”.

Amaneció después de tanto esperar. En realidad Xena no había dormido mucho. Tenía su cabeza revuelta con todo lo que había escuchado el día anterior. Después de haber dormido durante 3 años seguidos pocas eran las ganas de continuar haciéndolo. Si por ella fuera correría sin detenerse hasta el castillo de Gabrielle en Atenas, la tomaría por un brazo y la llevaría con ella. Pero no era tan sencillo. Tal vez hubiera podido hacer eso con la Gabrielle de antes, pero con la Gabrielle de ahora las cosas eran diferentes. Sabía que tenía que pasar muchos obstáculos antes de poder hablarle. Xena igualmente estaba preocupada por su hija Eve. Al menos sabía que estaba viva y que Gabrielle no la mataría por ningún motivo. Al menos eso esperaba ella. Xena sabía perfectamente que era lo que tenía que hacer, tenía que acercarse al comandante de uno de los ejércitos y hablar con él. Por que si era sorprendida por los soldados, sería tomada como esclava y después muerta. Así que lo mejor era unirse a la causa de Gabrielle para poder estar de su lado y acercarse poco a poco.

Caminó entre los árboles. A lo lejos vio a uno de los comandantes entrar a una de las carpas del batallón. Lentamente se fue desplazando hacia ella sin hacer ruido, sigilosamente, con la habilidad que siempre había tenido. Llegada a la entrada vio a los dos soldados que custodiaban la entrada. Se escabulló de ellos y logró penetrar dentro de la tienda. Vio al comandante sentarse y tomar una copa de vino mientras observaba un mapa. Era la hora de hacer su presentación. Dio un salto y quedó de frente al comandante.

- He escuchado que buscan solo a los mejores para ser parte de éste ejército. Dijo Xena desafiante.

- ¿Eh? ¿Qué pasa? ¿Quién eres tú?

- Me llamo Ikea. Soy guerrera. Quiero estar en este ejército.

- ¿Tu? ¿Una mujer en un ejército? Jajajajajajajaja ¡por favor mujer! Dice el hombre burlándose de Xena.

- He escuchado que tu líder, Gabrielle es una mujer.

- Así es, pero no hay ninguna mujer que se pueda comparar con nuestra líder.

- Yo no pretendo compararme con ella. Simplemente soy guerrera y quiero pertenecer a este gran ejército.

- Tu lo que quieres es morirte. Dijo el comandante sacando su espada. Veamos si de verdad eres una guerrera o una mujercita que atiende tabernas.

El hombre se paró frente a Xena y la embistió ante lo cual Xena supo evadir su ataque. EL hombre volvió a tratar de atacarla pero Xena dio un salto y quedó de espaldas a él. El comandante se da la vuelta y levanta su espada, ante lo cual Xena se lanza al suelo, lo derriba por medio de una patada y salta encima de él, poniendo la punta de su espada en su garganta.

Los guardias de la entrada al oír el estruendo entran y sacan sus espadas al ver a su comandante ser atacado por la mujer.

- ¡Eres muy buena!. Le dijo el comandante agitado.

Xena se levanta y quita su espada de la garganta del hombre.

- Te dije que era una guerrera. Le afirma Xena levantando una ceja.

- Aún así no me convences mujer. Guardias. Llévensela. Más tarde veo que hacer con ella.

- ¿Vas a matarme?. Pregunta Xena.

- No. Más tarde te mandaré llamar. Por ahora vete con los guardias.

Los guarias toman a Xena por los brazos ante lo cual la mujer se suelta y prefiere caminar sola. Es llevada a una carpa en donde hay algunos caballos y es dejada ahí. Por supuesto Xena no tenía en mente escaparse. Al menos ya había logrado llamar la atención de uno de los comandantes del ejército de Gabrielle y eso la acercaba un poco a su objetivo. Se dedicó a mirar los caballos y a recordar a la vieja Argo. Encontró algunas lanzas, así que tomó una de ellas y empezó a practicar movimientos de combate. A pesar de haber pasado tres años, aún conservaba sus movimientos de batalla intactos.
De repente entró uno de los soldados.

- Tú. Ven conmigo. Le dijo el guardia.

Xena salió con el guardia. Vio que había algunos soldados organizados en circulo. El guardia la llevó al centro. Bien Ikea. Vamos a ver que tan buena eres. Vas a enfrentarte a 4 de los mejores solados que hay en este batallón. Si los vences, podrás pertenecer al ejército de Gabrielle. Si te vencen serás torturada hasta morir.

- ¿Quién es el primero?. Fue lo que se limitó a decir en forma retadora Ikea la Guerrera.

De entre los soldados salieron 4 hombres, todos ellos fornidos, altos y llevando espadas, lanzas, dagas y garrotes.

- Ninguno será el primero. Pelearás con todos al tiempo. En una batalla los oponentes no se ponen en fila para pelear contigo. Que comience el combate.

Los cuatro hombres salieron decididos a vencer a Xena. La rodearon dejándole poco espacio para maniobrar. Como sabemos, Xena es muy astuta a la hora de combatir, así que aprovechó la cercanía de los hombres para usarlos como catapultas y salir impulsada hacia atrás, dándose espacio para pelear. Entre espadazos y patadas, Xena fue combatiendo uno a uno a los soldados. El comandante observaba sus habilidades y pensaba que iba a ser una excelente guerrera para su ejército. Los soldados fueron buenos oponentes para Xena, pero ninguno logró tan siquiera rozarla con algún arma. Uno a uno fueron cayendo derrotados al suelo, malheridos y molidos por la pelea que Xena les había dado. Cuando finalmente Xena se encontraba derrotando al último, cuando lo tenía justo en el suelo para golpearlo y vencerlo, algo pasó.

- ¿Qué está pasando aquí?. Preguntó la voz de una mujer.

En seguida todos los soldados se inclinaron y bajaron la cabeza.

- Comandante Milus, ¡hice una pregunta!. Dijo la mujer enfadándose

- El hombre apenas pasaba saliva y no era capaz de mirar a la mujer a la cara.

- Mi señora Gabrielle... verá... nosotros... nosotros estábamos...

- ¿Gabrielle?. Dijo Xena quien aún no había mirado a la mujer que había llegado.

- ¡Aún no me contestan mi pregunta!. Dijo Gabrielle enfadada.

- Yo... nosotros estábamos probando a esta guerrera para ver si era apta para unirse a nuestras tropas.

- ¿Guerrera eh?. Dijo Gabrielle curiosa y bajándose del caballo.

Xena permanecía en el suelo con la mirada baja. No tenía la menor idea de que hacer. Sintió un gran impulso de levantarse y abrazar a Gabrielle, pero no podía, por que la nueva Gabrielle era una mujer despiadada y de corazón duro. Optó por levantarse del suelo y pararse enfrente de Gabrielle. Quedaron cara a cara, mirada con mirada. Gabrielle se quedó quieta mirando a la guerrera quien de igual manera la miraba. Todos los músculos del cuerpo de Xena se aflojaron.

- ¿Cuál es tu nombre? Preguntó Gabrielle.

- Ikea. Se limitó a responder Xena.

- Bien Ikea. ¡Como te atreves a mirarme a la cara!. Dijo Gabrielle mandándole un codazo a Xena que la derribó al suelo y sacó sangre de su nariz.

Xena mandó su cabeza para un lado de sus hombros. No intentó ni siquiera limpiarse la sangre. Se limitó a regresar su mirada hacia Gabrielle.

- ¿Eres desafiante eh?. Le dijo Gabrielle. Me recuerdas a alguien. Una mujer que fue capaz de desafiar hasta a los mismos Dioses del Olimpo. ¡Amárrenla y llévenla al castillo!

Los soldados obedecieron las órdenes de su señora. Amarraron a Xena. La ataron a un caballo y la llevaron al castillo de Gabrielle. Al llegar la bajaron sin desatarla y la enviaron a un calabozo. Era un lugar frío y deprimente. Tenía en un rincón algunos harapos que cumplían la función de cama. Xena esperó que Gabrielle tuviera a Eve en un sitio mejor.

- ¿Qué va a pasar conmigo? Preguntó Xena.

- Mi señora Gabrielle dispondrá de ti después. Se limitó a responderle el soldado.

- ¡Bravo Xena! Dijo Ares saliendo detrás de una columna de piedra. Es increíble con la suerte la que has contado. No tuviste que hacer mucho, nunca contaste con que fuera la misma Gabrielle la que llegara a ti y no tú a ella.

- Ares ¡Vete de aquí!

- Si lo que te preocupa es que alguien nos vea hablando, puedes estar tranquila, por aquí no vienen mucho. Es más, casi nunca se acuerdan de las personas que encierran aquí, por ahí a los muchos días vienen a ver y lo que encuentran es un cadáver.

- ¡Dioses Ares, deja de fastidiarme!

- Aunque claro Xena, a lo mejor viene la misma Gabrielle a buscarte y te podría encontrar conmigo... y se podría poner muy pero muy celosa de verme aquí, encerrado.

- ¿Hasta cuando voy a tener que seguir soportándote Ares?

- Por siempre Xena. Ahora tengo lo que quiero, aunque me hubiera gustado más que tu hubieras sido la que estuviera al frente de éste gran imperio, pero no me puedo quejar por que quien lo hizo fue tu mejor aprendiz. Estaré rondando observando como tan ilusamente tratas de convertir a Gabrielle en la estúpida cuenta cuentos que era antes. Solo te digo una cosa, si con Livia tuviste serios problemas, aquí no habrá Eli que valga Xena, ahora Gabrielle es como tener a Livia triplicada.

Ares desaparece. ¿Sería cierto lo que Ares le dijo? ¿La habrían encerrado en ese calabozo para dejarla morir ahí?. No lo creía. Además que Gabrielle había dicho algo lo cual podía ser la clave de todo. Ikea le había recordado a alguien, a una mujer que había sido capaz de desafiar al olimpo entero. Sin duda Ikea le había recordado a Xena.

Pasados dos días, el comandante Milus fue hasta el calabozo en donde se encontraba Xena. Abrió la puerta y le habló.

- ¡Tú!. Ven conmigo.

- ¿Y mi señora Gabrielle?. Pensé que ella querría verme.

- ¿Qué no has oído? ¡Que vengas conmigo!.

Xena fue con el comandante. Estaba temerosa que la fueran a matar. ¿Pero que motivos podrían tener para hacerlo? ¿Acaso el haber sido capaz de haber mirado a los ojos a Gabrielle era suficiente motivo? Tenía que estar lista. La condujeron a un ala del castillo en donde estaba una bodega con armamento.

- Ahí tienes algunas ropas. Cámbiate y después ordena las lanzas, los arcos, las flechas, afila las espadas y cuando termines repórtate conmigo.

El hombre se fue dejando a Xena encerrada en la bodega. Xena había sentido alivio, puesto que al parecer no la iban a matar. No podía salir de la bodega pero al menos estaba dentro del castillo. Para ir ganando terreno dentro, hizo caso a la orden que le fue dada. Ordeno el armamento y afiló las espadas. De lo poco que había alcanzado a ver cuando fue traída al castillo y cuando fue llevada a la bodega de las armas, se pudo dar cuenta que el castillo era muy grande. Tenía que ir haciéndose un mapa mental de éste para poder ir desarrollando su plan. Al terminar de realizar las labores encomendadas, se asomó por la rendija de la puerta y llamó al soldado encargado.

- He terminado de cumplir las ordenes.

- En seguida le aviso al comandante Milus.

Al poco rato llegó el comandante Milus quien le ordenó al soldado abrir la puerta de la bodega. Entró y lo observó todo.

- Bien. Parece que todo está ordenado y clasificado de manera correcta. Veamos como afilaste esas espadas.

Milus toma una espada entre sus manos y se propone a cortar un barril que se encontraba en el lugar. La espada atraviesa el barril sin ninguna dificultad.

- ¡Perfecto mujer! No hay duda que sabes como afilar una espada. Ven conmigo.

- ¿Voy de regreso al calabozo?

- Ya no. Irás a atender a los soldados. Les servirás la comida y les darás vino hasta que se vayan a dormir.

Xena no protestaba ante lo que le ordenaba el comandante. Se repetía a si misma que si quería permanecer en el castillo debería hacer caso de todo. Lo que ella necesitaba era poder moverse por el castillo con libertad para poder llegar a Gabrielle. Con cautela mientras la conducían a donde se encontraban los soldados, miraba cada puerta y cada corredor por el que pasaba. Llegó a donde se encontraban los soldados los cuales eran atendidos por algunas mujeres. Un soldado le dio una jarra con vino.

- Ve a servirles vino.

Si hay algo que Xena odiaba más que nada en este mundo, era tener que servirle a los hombres, y más cuando esos hombres eran una partida de borrachos.

- ¡Oye!... ¡belleza! Dame vino. Le dijo un soldado.

Xena fue con la jarra a servirle el vino. El soldado la miraba con ojos deseosos. Xena quiso retirarse pero el soldado la retuvo.

- Hmmmm quizás más tarde me puedas dar alguna otra cosa. Xena se retiró rápidamente del soldado para no perder los estribos.

Mientras Xena servía vino, trataba de hablar con las demás mujeres, trataba de sacarles información pero se mostraban renuentes a decir cualquier cosa con respecto a Gabrielle. Uno de los soldados le solicitó vino a una de las mujeres, quien fue con su jarra dispuesta a llenar el vaso del soldado. El soldado estaba sentado y no se percató que detrás de él estaba la mujer, así que se volteó a llamarla de nuevo haciendo que la mujer derramara la jarra de vino encima de él. El soldado furioso por que la mujer lo había lavado en vino se levantó de la mesa y golpeó a la mujer arrojándola al suelo golpeándola en la cabeza. Xena no pudo resistir ver semejante trato y acudió a su defensa.

- ¿No te han enseñado a respetar a las mujeres?. Le dijo Xena enfurecida.

- ¡No!. Dijo el soldado mandando una de sus manos hacia el pecho de Xena, quién al ver lo que se proponía, le pegó en el brazo con toda su fuerza mandándolo bruscamente hacia abajo. El soldado enfurecido al ver que Xena lo estaba retando, tomó su espada.

- ¡Te voy a enseñar a respetar mujer!. Dijo el soldado pretendiendo golpear a Xena con el mango de la espada, pero Xena esquivó el golpe y en cambio ella le devolvió a él otro tanto. Otros soldados trataron de ayudar a su compañero, pensaron que poder con Xena iba a ser sencillo, pero en realidad para Xena era sencillo mandarlos uno a uno encima de la mesa con los ojos morados o la nariz reventada.

- ¡Basta! Dijo el comandante Milus deteniendo la riña que se había originado. Ustedes borrachos siempre se pelean los unos contra los otros. ¡Deben aprender a controlarse cuando están bebiendo!.

- ¡Nosotros no somos los que tenemos que aprender a controlarnos! ¡Es esa mujer! Dijo uno de ellos señalando a Xena quién

Milus voltea a mirar a Xena.

- ¿Qué? ¿Me van a decir que ella sola peleó contra estos hombres y los dejó así amoratados?

Los soldados no respondían por vergüenza.

- ¡Una mujer hizo esto? Volvió a preguntar Milus.

Los soldados siguen sin contestar.

- Ustedes, levanten este desorden. Le dijo Milus a las otras mujeres que ayudaban a atender el lugar. Tu... ¿eres la mujer que dice ser una guerrera verdad?.

- Así es. Se limitó a responder Xena.

- Vendrás conmigo.

- ¡Espera!. Esta mujer necesita atención, uno de tus hombres la golpeó y está maltratada.

- Si tienes tantas ganas de atenderla, ella vendrá contigo.

Milus nuevamente condujo a Xena al calabozo, pero esta vez iba con la mujer que había sido maltratada. Las metió dentro. Esta vez Xena no estaba preocupada, pues sabía que Milus había visto otra demostración de sus habilidades como guerrera y que tarde o temprano Gabrielle se enteraría. En realidad la que tenía que ver las habilidades de lucha de Xena no era Milus, era Gabrielle.

Xena tomó uno de los trapos que se encontraban ahí y lo mojó, se lo puso a la mujer en la frente.

- No debiste haberte molestado. Te han encerrado por mi culpa. Le dijo la mujer.

- No podía permitir que ese hombre se saliera con la suya.

- ¡Eres una mujer muy valiente!...

- Ikea. Me llamo Ikea.

- Yo soy Klina.

- ¿Porqué estás aquí dentro Klina?. Preguntó Xena empezando a indagar la situación.

- Hace un año, uno de los ejércitos de Gabrielle la Bárbara, saqueó la villa donde yo vivía, arrasando con todo. Necesitaba más hombres para su ejército. Mi esposo junto con algunos aldeanos trataron de oponer resistencia, pero fue en vano. Sin compasión alguna Gabrielle le enterró su espada a mi marido y lo mató. Todo el que no estuviera de acuerdo con su manera de pensar acababa atravesado por una espada o con el chakram en el pecho.

- ¿Cha..Chakram?. Preguntó Xena anonadada al oír que Gabrielle estaba usando el chakram para llevar a cabo sus asesinatos.

- Si, creo que así se llama ese aro filoso que hace volar para matar personas.

- ¡Dioses!. Dijo Xena casi quedándose sin aire.

- Yo preferí entregarme voluntariamente al ejército de Gabrielle, pues tengo dos niños y no quería que acabaran muertos o huérfanos, así que permitieron que los trajera conmigo. Ellos están aquí siendo entrenados para ser soldados, los puedo ver todas las tardes antes de venir aquí a atender a los soldados.

- Y... sobre Gabrielle... ¿Dónde está?

- ¡Aquí mismo! En el castillo. Ahora está calmada por que está planeando un golpe terrible a Egipto. No hay mucho movimiento de tropas. Recién acabó de dar un golpe en Roma en donde salió victoriosa. En la noche va a dar una de sus... bacanales.

- ¿Gabrielle?... ¿bacanales?

- Hablas como si la conocieras...

- No no... solo que no sabía que le gustaban los bacanales.

- Gustarle no es palabra, ¡Le encantan! Son fiestas en donde hay baile, mucho vino, hasta he escuchado que asiste Ares el Dios de la Guerra como invitado especial, el cierra la noche junto con otras invitadas.

- ¿Otras invitadas?

- Pues.... se dice que al final del bacanal Gabrielle se encierra en su habitación junto con Ares y Zícia, su “dama de compañía” y jefe de seguridad.

Un nuevo dato para Xena. Al parecer Gabrielle aún conservaba su gusto por las mujeres, lo cual era un punto a su favor. De inmediato su plan tuvo otro enfoque. Debía impresionar a Gabrielle como guerrera y como mujer, para así facilitar el acercarse a ella.

De repente se abrió la puerta. Un soldad vino por ellas.

- Ustedes dos. Esta noche Mi Señora Gabrielle va a dar una gran fiesta para celebrar el golpe dado a Roma. Van a venir algunos reyes y comandantes de los ejércitos aliados y otros invitados. Necesito que ayuden a atender, a servir la comida y el vino.

Perfecto. Esa era una de las oportunidades que Xena estaba necesitando para acercarse a Gabrielle. No iba a ser fácil y menos sabiendo que existía Zícia. Pero tenía que intentarlo.
Llegada la noche todos los preparativos ya estaban listos. En las afueras del castillo se podían ver como las antorchas encendidas formaban un camino. Los caballeros llegaban en sus caballos, vistiendo sus armaduras y coronas. En la salón principal se había dispuesto un gran comedor en donde todos se sentarían a celebrar y a comer. En el fondo se apreciaba una tarima en donde algunas bailarinas entretendrían a los guerreros. En la mesa principal, justo en el medio estaba la silla de Gabrielle, quien tendría a su lado a las personas de su entera confianza.

- ¡Mujer! Deja de fisgonear y ponte a trabajar que hay que llenar las bandejas con fruta. Le dijo un empleado del castillo a Xena.

Xena obedeció. Llenó una bandeja con fruta y la tuvo lista para pasarla a la mesa de Gabrielle en cuanto le fuera posible. Todas las mesoneras estaban en la cocina esperando a que la gran fiesta empezara para comenzar a hacer su trabajo. Sonaron las trompetas del ejército Bárbaro de Gabrielle, lo que indicaba que era hora de dar inicio a la celebración. Los guerreros fueron entrando y acomodándose en las mesas asignadas. Cuando todos estuvieron listos en sus respectivos lugares el comandante Milus pidió silencio.

- Es para mi todo un honor, presentar ante ustedes a la gobernante de nuestras tierras y sus alrededores, a la conquistadora de todos los mares, a la guerrera más sanguinaria que ha visto el mundo. Mi Señora Gabrielle La Bárbara.

Todos los guerreros aplaudieron. De entre unas cortinas salió Gabrielle vestida con una impecable armadura la cual tenía de un lado su espada y del otro el chakram.

- ¡Gracias por haber venido!. Por favor siéntense. Coman y beban y lo más importante, celebren conmigo la conquista de Roma. En un futuro ¡Vamos por Egipto!.

- ¡SIIIIIII! ¡Bravo! Respondieron los guerreros quienes seguían aplaudiendo a Gabrielle.

- ¡Que suene la música! ¡Que comience la celebración! Dijo Gabrielle levantando su copa de vino.

La música empezó a sonar. En el escenario del frente dos mujeres empezaron a bailar para los soldados. Xena miraba desde lejos a Gabrielle y aún no lo podía creer. Tenía muy claro que esa noche no iba a lograr mucho, por que su misión era cosa de días, quizás tenía el tiempo limitado para evitar que Gabrielle saqueara todo a su paso hasta Roma. Con paciencia esperó a que el vino se le acabara a Gabrielle y que pudiera ir a servírselo. Mientras tanto se dedicó a servir a los demás guerreros, tratando de identificar a alguno. Pero ninguno le era familiar. Entre espera y espera, Gabrielle por fin desocupó su vaso de vino. Era la oportunidad perfecta. Tomó una de las jarras de vino, una gran bocanada de aire, y sin titubear se dirigió con paso firme hacia la mesa de Gabrielle.

- ¿A dónde crees que vas mesonera?. La detuvo Zícia.

- A servirle más vino a mi señora Gabrielle. Respondió Xena en su papel de mesonera.

- ¡De eso me encargo yo!. Dijo la jefe de seguridad de Gabrielle.

- ¡Pero se le ha acabado el vino! Insistió Xena.

- ¡Ya te dije mujer! De atender a Gabrielle me encargo yo. Tu ve a encargarte de los demás.

Xena ya había encontrado la piedra en su bota. Al parecer Zícia cumplía a cabalidad su función de jefe de seguridad de Gabrielle y pasar sobre ella no iba a ser nada fácil. Tenía a Gabrielle demasiado cerca como para no aprovechar la oportunidad de llamar su atención. ¿Pero como hacerlo? Si causaba otra pelea entre los soldados a lo mejor terminaba muerta o encerrada en un calabozo y ella necesitaba estar viva y libre para poder cumplir su misión. Finalmente se le ocurrió un pequeño plan que podía llamar la atención de la guerrera. Un plan que involucraba algo de seducción pero a su vez de demostración de habilidades guerreras.
Cuando las bailarinas terminaran de entretener a los soldados, ella subiría al escenario a hacer un baile con espadas. No le pediría permiso a nadie, tan solo subiría y empezaría a bailar. Haciendo esto llamaría la atención de Gabrielle y Zícia no podría impedirle que la viera. Con cautela se ocultó detrás del escenario y al notar que las bailarinas concluían su danza esperó un par de minutos. Antes que alguien mas intentara subirse a la tarima, Xena de un brinco quedó encima de ella.

- Quisiera homenajear a mi Señora Gabrielle con una danza de batalla. Se merece todos los homenajes del mundo por ser la mejor guerrera que ha pisado nuestro reino. Dijo Xena tratando de subir el ego de Gabrielle.

Dicho esto la música empezó a sonar y Xena a bailar con dos espadas en las manos las cuales movía hábilmente al ritmo de la música. Pasados algunos minutos, Xena pensó en acercarse lo más que pudiera a Gabrielle, así que decidió bajarse del escenario y empezar a caminar hacia ella mientras continuaba bailando. Para evitar los celos de Zícia y no parecer tan evidente, empezó a moverse entre algunos soldados para no levantar sospechas. Poco a poco iba acercándose a Gabrielle. De vez en cuando Xena la miraba y al menos notaba que la atención de Gabrielle estaba centrada en ella. A Gabrielle siempre le había gustado la danza, y ahora que era una guerrera, era imposible que no le gustara una danza que combinara algo de lucha. La música terminó y Xena finalizó su baile justo en frente de Gabrielle, mirándola a los ojos nuevamente por unos instantes, pero para evitar recibir otro golpe después bajó la mirada al suelo. Los soldados aplaudieron al igual que Gabrielle. Xena se dio la vuelta para retirarse.

- ¡Espera!. Le dijo Gabrielle a Xena. Xena se quedó absolutamente quieta. Su corazón se aceleró.

- ¿Ikea verdad?. Le dijo Gabrielle.

- Tu servidora mi señora.

- ¡Voltéate Ikea!

Xena se dio la vuelta.

- Déjame ver tu cara.

Xena levantó su cara mirando fijamente a Gabrielle, quien parecía haberse deslumbrado con aquellos ojos azules.

- ¡Ya puedes retirarte mujer!. Le dijo Zícia.

- ¡No!. Refutó Gabrielle.

- ¡Tienes grandes habilidades de guerrera!. Le dijo Gabrielle. Mantente en el castillo, alguna vez podría necesitar de alguien como tu. Ahora ve a seguir cumpliendo con tu deber.

Xena pensaba, que había dado un buen paso esa noche. ¡Gabrielle había logrado recordar su nombre! Incluso pensó que había llamado su atención, que si no hubiera sido así, Zícia no se hubiera alarmado y la hubiera mandado retirar. Ahora el reto estaba en seguir acercándose más y más a Gabrielle. Xena siguió atendiendo las mesas, eso si con un ojo bien puesto sobre Gabrielle. Al parecer Zícia no permitía que nadie se le acercara a Gabrielle para servirle, solamente ella le alcanzaba el vino o la comida. Para hablarle al parecer tocaba tener un alto rango militar.

Acabada la fiesta, Xena se quedó limpiando las mesas y arreglando las sillas, poco a poco el lugar se fue quedando solo, lo cual Xena aprovechó para escabullirse y seguir a Gabrielle hasta la habitación. Con mucha cautela y aprovechando las sombras del castillo, gateó, se arrastró y caminó hasta dar con la habitación de Gabrielle. Se acercó lo más que pudo, notando que la puerta estaba abierta. No se veía nada más que la cama y algunos muebles. Los guardias de turno se acercaban, ante lo cual Xena se asustó pues no quería ser descubierta, por que esto le podría causar la muerte, se ocultó con muchísimo cuidado detrás de una cortina, quedándose absolutamente quieta. Uno de los guardias se asomó por la ventana para hacer vigilancia del exterior del castillo casi rozando la cortina y a Xena, pero para su suerte el guardia no vio nada anormal y siguió su camino. Xena nuevamente se acercó a donde estaba antes y vio que ahora Ares se encontraba en la habitación. Sintió su sangre hervir y quiso arrojarse sobre Ares y golpearlo hasta matarlo. Pero no podía hacerlo. Ares se movió y luego volvió a aparecer cerca de la cama, pero acompañado de Gabrielle, a quien besaba apasionadamente. Ares como Dios que es, se percató de la presencia de Xena, ante lo cual, empujó a Gabrielle a la cama, se quitó su chaleco, su cinturón y con una gran sonrisa mortificadora le cerró a Xena la puerta en la cara dejándola con la imagen de lo que estaba por suceder.

- ¡Me la vas a pagar Ares! Dijo Xena entre sus dientes con una incontenible rabia.

Qué más podía hacer Xena. Contenerse. Por que entrar allí a interrumpir sería peor. Se escucharon pasos acercándose, nuevamente Xena se escondió detrás de la cortina. Se asomó y vio a Zícia pasar y acercarse a la puerta. Cuando tuvo la mano sobre la chapa acercó su oreja a la puerta luego la alejó y se alejó ella se fue caminando por un pasillo. Al menos no había tenido que ver a Zícia entrar y unirse a la fiesta privada de Gabrielle. Por que ya con Ares dentro con ella estaba teniendo suficiente. Xena se devolvió por donde había llegado hasta el salón. Miró y no había nada sospechoso y se propuso a ir a donde estaban la otras mesoneras. Cuando estaba en la mitad del salón fue sorprendida.

- ¿De donde vienes? Le dijo Zícia quien la miraba desde una esquina.

Xena se quedó quieta y abrió sus ojos azules.

- Vi a alguien ir hacia ese corredor, vi sombras y estaba buscando algún guardia para avisarle. No quisiera que nada le pasara a mi Señora Gabrielle...

- ¡Fui yo la que pasó por el corredor!. Dijo Zícia.

- ¡Ah! Esteeee... mil disculpas.

- Si eres tan buena guerrera como dices, deberías tener tus sentidos más agudos. Ve con las otras. Le dijo Zícia retirándose.

Xena había logrado escaparse de ser atrapada por Zícia.
Al otro día se levantó temprano y se unió a las otras mesoneras en la mesa de desayuno.

- ¡Ikea! ¡Ven! Le dijo Klina, la mujer que había defendido de los soldados el día anterior.

- Xena se sentó junto a ella. Tomó un trozo de pan y lo partió para desayunar.

- ¿Qué te hiciste anoche? No te vi después de tu repentino baile para Gabrielle.

- Me escabullí para recorrer un poco el castillo.

- ¿Estás loca? ¡Donde algún guardia te hubiera atrapado te hubieran matado!

- Pero no lo hicieron. Es que necesito saber en donde está una persona.

- ¿Quién?

- Klina... ¿Puedo confiar en ti?. Preguntó Xena tanteando terreno.

- Sé que te va a sonar extraño Ikea, pero tengo el presentimiento que tu llegada al castillo va a cambiar las cosas, siempre te estaré agradecida por lo que hiciste por mí, puedes confiar en mí. Dijo Klina hablando con sinceridad.

- Klina, Quisiera conocer a la mensajera de Eli. Sé que Gabrielle la tiene aquí, años atrás... fui seguidora de Eli, visité sus templos pero perdí el rastro de la mensajera.

- Pues... no te sé decir mucho. Efectivamente ella está aquí en el castillo, pero exactamente en donde no lo sé. He escuchado que la tienen en una celda especial, en donde ella y los pocos seguidores de Eli que siguen vivos y con ella le oran. La únicas personas autorizadas para verla son Gabrielle o Zícia o el guardia que les lleva alimentos.

Al ser una mesonera, Xena estaba en el lugar indicado, ya que tenía acceso a la cocina del castillo y si toda la comida se preparaba ahí, ya fuese para Gabrielle o los soldados, entonces también la de Eve debía ser cocinada y traía desde ese sitio hasta la celda en donde estuviera. Ahora la misión era saber cual era el guardia encargado de llevar la comida a Eve.

- Klina, ¿Es Milus quién le lleva la comida a la mensajera de Eli?

- No. Milus se encarga más de la parte táctica de las batallas y está mas a cargo de los ejércitos de Gabrielle. Debe ser otra persona.

- ¿Zícia?

- Podría ser, aunque no creo.

Muchos guardias entraban y salían de la cocina del castillo. Estar detrás de cada uno era una tarea casi imposible. Definitivamente Xena necesitaba estar entre la guardia personal de Gabrielle.

- Klina, anoche mientras servía el vino a los soldados, me pareció escuchar que a pesar de la derrota al ejército Romano, queda un pequeño ejército que se resiste al gobierno de Gabrielle...

- Así es. Es un pequeño ejército rebelde de hombres que aún guarda la esperanza de acabar con el imperio de terror de Gabrielle. No han podido ser exterminados debido a que se desconoce en donde están, al parecer se esconden con facilidad o se hacen pasar por ciudadanos del gobierno de Gabrielle, le han dado mucha guerra. No serán muchos pero operan con inteligencia. Según escuché, se están aliando con el ejército de Egipto para la próxima guerra contra el ejército de Gabrielle.

Lo que Xena quería era cambiar a Gabrielle nuevamente, a la persona que había sido antes, no que fuera vencida en ninguna batalla por que después de vencida sería castigada y perseguida por sus crímenes, al fin y al cabo Xena conocía bien la historia detrás de la redención.

- ¿En que piensas Ikea?

- En algo que vi anoche... vi a Ares rondando el cuarto de Gabrielle.

- ¿Cómo hiciste para ver eso? ¿No me digas que te atreviste a ir hasta allá?

- Eso hice.

- Pues creo que ya te había comentado algo de eso. Después de las fiestas que da Gabrielle, sigue una fiesta privada a la cual asiste Ares. No es desconocido que a Gabrielle le gustan los hombres atractivos para... entretenerse.

- ¿Es que aparte de Ares hay más hombres en su vida?. Pregunta Xena sorprendida.

- Hace rato que no los tiene. Pero si. Es bien sabido que si ve algún soldado o prisionero de batalla que le atraiga, lo mantiene a su disposición personal.

- Y... ¿Mujeres? Preguntó Xena tímidamente.

- Fíjate que ahí si pasa algo raro. Dentro de las habladurías del castillo, se corre el rumor que Zícia es muy “amiga”, de Gabrielle. Dice Klina haciendo el gesto de comillas con sus dedos mientras dice amiga. Zícia es la única mujer que se conoce dentro de la vida de Gabrielle. Pero yo creo que Gabrielle no se fija en ninguna otra por que Zícia no la deja, no por voluntad propia sino más bien por que Zícia cuida lo que ella considera suyo.

Zícia y Zícia. Definitivamente uno de los objetivos de Xena ya estaba muy claro. Tenía que pasar por encima de Zícia.

- ¡Viene un ejército hacia el castillo! Gritó uno de los guardianes

- ¡Te lo dije! ¡Debe ser una avanzada del ejército de Egipto junto con los rebeldes!

Xena se asomó por una de las ventanas y vio como se dirigía hacia el castillo un pequeñísimo ejército, con algunos hombres a caballo y otros a pié. Llevaban espadas y lanzas.

- ¡Todos en posiciones de ataque! Gritó el comandante Milus.

En el castillo había una gran revolución. Todos los soldados corrían, iban y venían organizándose para pelear. De repente se escuchó la voz de Gabrielle.

- ¡Vamos a sacarle las entrañas a esos malditos Egipcios! ¡Y cuando ya las tengan afuera las colgaré a la vista de los demás para que aprendan a no meterse conmigo!

- Parece que son hombres dispuestos a negociar. Dijo otro de los comandantes.

- ¡No me interesa! ¡Vamos a matarlos! Respondió Gabrielle con una mano en su espada.

Gabrielle bajó las escaleras y se fue a encabezar las tropas Bárbaras. Después que bajaron los soldados, Xena corrió detrás.

- ¿A dónde vas Ikea? Le preguntó Klina.

- ¡Quiero ver de cerca!

- ¡Mujer puede ser muy peligroso! Le dijo Klina tratando de advertirle.

- ¡No te preocupes!. Dijo Xena tratando de calmarla.

Xena bajó y se percató de los movimientos de Gabrielle. Ya estaba montada encima de su caballo dispuesta a atacar. Los hombres del ejército contrario detuvieron su paso. Uno de ellos dio un paso al frente y habló.

- ¡Venimos a negociar con Gabrielle La Bárbara! ¡Venimos en son de paz!

- ¡Soldados ataquen! Dijo Gabrielle enfurecida.

Cada cosa que hacía Gabrielle era como darle a Xena un golpe en la cabeza. No lograba entender que tenía Gabrielle en el corazón para mandar a matar inocentes sin compasión.

- ¡Esa es mi chica! Recuerda. ¡Tu eres la conquistadora del mundo! Dijo Ares quien estaba parado mirando a Gabrielle.

Era como estar recordando la época de Livia. Era lo mismo. Ares detrás envenenando la mente de Gabrielle, incitándola a pelear. Pero si Livia había logrado cambiar, después de haber sido tan mala, con Gabrielle la cosa tenía que ser igual.

- ¿Reconoces ese fuego en sus ojos?. Le dijo Ares a Xena.

- Reconozco que eres una pésima influencia. Le respondió Xena furiosa.

- Si no reconoces ese fuego en los ojos de Gabrielle, es por que no podías verte tu misma a la cara cuando eras Xena, la destructora de naciones.

- ¡Yo cambié! ¡Gabrielle va a cambiar!

- ¡No me hagas reír!. Una vez probado el poder y el sabor de la conquista es muy difícil dejarlos atrás. Tengo una mejor idea. ¡Únete a ella Xena! ¡Ambas serían las dueñas y señoras del mundo entero!.

- No tengo interés en ser ama o señora del mundo.

- ¡Ah claro! ¡Ahora tu interés es detener a Gabrielle y volverla la tonta escritora de cuentos para niños que era antes. ¡Morirás en el intento! Dicho esto Ares desapareció.

- ¡Qué haces aquí afuera mesonera! ¡Al castillo! ¡Esto es una batalla!. Le dijo un soldado entrándola. Xena fue entrada a la fuerza al castillo. No pudo evitar que personas inocentes fueran heridas y asesinadas y eso la tenía muy mortificada.

- ¡Ikea! ¡Aquí estás! ¡No debes exponer tu vida de esa manera saliendo al campo de batalla!. Le dijo Klina.

- Es que es terrible ver todos los inocentes que van a morir, todos los heridos que van a quedar por ahí tirados...

- Gabrielle no deja heridos tirados. Sean o no de su ejército los trae al castillo y cuida de ellos y después les da dos opciones. O se unen a ella o son asesinados a sangre fría. Y adivina a quienes nos toca ir a cuidar de los heridos.. ¡A nosotras!

- ¿Y los cuida para luego volverlos a matar?

- Así es ella. Los pone como ejemplo a la rebelón.

Al otro día las mesoneras fueron llamadas a ir a cuidar y sanar a los heridos de la batalla. Por supuesto Xena fue llamada a cumplir con dicha labor. Había mas o menos 10 hombres heridos. Haciendo cálculos, Xena pensaba que si dentro del castillo había 10 heridos, aproximadamente habían muerto otros 10. Al parecer los heridos tenían heridas menores, se propuso a ayudar al que estuviera más grave y encontró a un soldado con la cara absolutamente llena de sangre.

- ¡Prefiero que me mates mujer! ¡Prefiero que lo hagas antes de unirme al ejército de Gabrielle La Bárbara!.

- ¡Cálmate! ¡De eso nos encargamos después! ¡Primero hay que curarte! ¡No podrás seguir con tu causa en éstas condiciones!

- ¡No me interesa vivir si es para seguir el resto de mis días obedeciendo órdenes de matar inocentes y saqueando villas de personas que no se lo merecen!

- ¡Esperemos que no sea así! ¡Te digo que te calmes que de eso nos encargaremos después! Déjame limpiarte toda esa sangre de la cara!

Xena mojaba un pequeño trapo entre agua e iba limpiando la sangre de la cara del soldado. Al parecer no tenía heridas mayores, solamente algunas cortadas que habían dejado la cara ensangrentada. Cuando la cara del soldado estuvo más o menos limpia y visible, Xena volteó a mirar y vio la espada del soldado. Se asombró.

- ¿De dónde sacaste ésta espada? Preguntó Xena nerviosa.

- Era la espada de mi padre.

Xena volteó a mirar al hombre. Se quedó mirándolo fijamente. Esa cara le era familiar...

Continuará...

Nota: Si se preguntan ¿Cómo asi que nadie reconoció a Xena, sobretodo Gabrielle? Y si también se preguntan ¿Cómo carajos Gabrielle puede ser tan mala? ¡esa no es Gabrielle! La primera... Para todos Xena estaba muerta, ¿quien se iba a imaginar encontrarla luego de 3 años viva? no se por que rayos nadie la reconoció! cosas del guión!.. Y ¿como se me ocurrió vovler a Gabrielle una maldita? Todos pueden ser malvados, nadie es un santo, Gabrielle no es la excepción de volverse mala...


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