Disclaimer: No me como el coco...

Dedicatoria: A Lau, a Ana, a Sof, a Arita, a Psico y a toda la gente que ha confiado en mi (al menos en algun momento, jeje).

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TODO MÁS CLARO SE REFLEJA.
Primera Parte

Autora: Elora Danan Xenagab.

Capitulo I: Diosas, espejos mágicos, mortales...

- ¿Que opinas?.
- ¿Yo?.
- Sí, tu.
- Mmm, prefiero no opinar, Gabrielle.
- Tienes que opinar, eres la diosa del amor, por los dioses, es decir, por tus parientes.
- Mira Gaby, opino que solo hay una solución.
- ¿Y es?.
- Vaya, pues, me cogiste de sorpresa...
- Agg, estupendo.
- Estoy un poco estresada, ¿sabes?.
- Gracias, Afrodita, la próxima vez que quiera a una buena amiga pensaré en ti.
- No seas sarcástica, el sarcasmo no te va.
- Aggg, da igual, lo mejor será que todo se quede como está.
- Si eso es lo que quieres, por mi vale.
- Cállate, quieres.
- Encima de que me preocupo por ti.
- Claro, por eso no dejas de admirarte en ese espejo.
- Es un espejo mágico, me lo ha regalado Apolo.
- ¿Y por qué es mágico?.
- Bueno, se supone que te muestra la cara de la persona de la cual estás enamorada, pero debe estar estropeado, solo me veo a mi misma.
- Es obvio.
- ¿El qué?.
- Te ves a ti misma porque solo te amas a ti misma.
- Oh, claro. Espera... eso no es verdad... quiero decir, mi cuerpo es el más lindo, es hermoso, suave, armonioso... oh, está bien, tienes razón.
- ¿Puedo mirar yo?.
- Adelante...... ¿Y bien?.
- Debe estar estropeado.
- ¿Solo te ves a ti misma?.
- Nop.
- ¿A quien ves?.- Gabrielle golpeó el espejo.- Ehh, ten cuidado, aunque esté estropeado me gusta.
- Lo siento.
- ¿A quien viste?.
- A nadie.- Afrodita la miro desconfiada.- Bu... bueno... - Afrodita la mira intensamente.- Ah, no, no, ni te atrevas, no vuelvas a leerme el pensamiento...
- ¿Por qué?.
- Porque invades mi intimidad.
- ¿Y qué?.
- Que a nadie le gusta que invadan su intimidad, o te gustaría que te espiaran cuando tomas un baño.
- No me importaría.
- Eso es porque eres una...
- ¿Una qué?.
- Oh, bueno, una diosa, quería decir una diosa.
- Ah. Es igual, soy tu amiga de confianza, se supone que me lo puedes contar todo.
- Afrodita, es tarde, Xena empezará a preocuparse.
- No me cambies de tema, no descansaré hasta que me digas quien se reflejó.
- Oh, está bien, fue... fue... fue
- ¡¡Gabrielleeeeee!!.- Una voz suena cerca del templo.
- Esa es Xena, tengo que irme.
- No, no.
- Afrodita, quítame estas cadenas... ¿no querrás que me enfade o peor aun, que Xena se enfade?.
- Anda por fi, por fi.
- Esto es chantaje.
- ¡¡Gabrielleeee!!.
- Qué pesada, por mis parientes, parece tu madre.- dice Afrodita exasperada.
- ¿Qué está pasando aquí?.- Xena mira con torva expresión a las dos mujeres.
- Solo estabamos jugando, ¿verdad Gaby?.- Las cadenas desaparecen por arte de magia.
- ¿Eso hacíamos?.- Afrodita pellizca a Gabrielle en el trasero.- ¡¡Sí, eso hacíamos!!.
- Es tarde, Gabrielle.- Dice rudamente Xena.- Será mejor que nos vayamos.
- ¡¡Claro!!.- Dice nerviosa Gabrielle.
- Un gusto hablar contigo, nena.- Dice Afrodita de forma seductora.- Acabaré averiguándolo.
- Ya "jugaremos otro día".- Dice Gabrielle con sorna, Xena estira de ella.

Capitulo II: Celos y más celos.

- ¿A qué jugabais Afrodita y tu?.
- ¿Qué a qué jugábamos?.- Gabrielle pregunta sorprendida.
- Sí.
- Pues... pues... tomábamos un baño con esencia de chocolate blanco...- se le ocurrió decir.
- No huelo a chocolate blanco.- Dice suspicaz Xena.
- ¿En serio?, debe ser olor de corta duración.- Responde Gabrielle, soltando una risita nerviosa. Pasa un instante antes de que Xena vuelva a hablar.
- Dijiste que ibas a dar un paseo, no que irías a ver a Afrodita.
- Bueno, encontré su templo y se me ocurrió pasar a hacerle una visita.
- Estaba preocupada.- Dice defendiéndose Xena.
- Lo siento.- Dice molesta Gabrielle.- No sabía que tenía que decirte a donde iba concretamente.
- No es eso, eres libre de ir donde quieras... es solo que...
- Ya, lo sé, estabas preocupada.- Gabrielle coge su manta y se recuesta.
- Voy a por agua.- Dice Xena secamente.
- Bien.
Gabrielle cierra los ojos lentamente y se deja seducir por Morfeo, pero un pellizco en su brazo le hace dar un salto.
- ¡¡¡Ahhhhhh, Afrodita!!!. Me has asustado.
- Ya lo veo.
- La próxima vez sé menos tosca.
- Siento tener tan poco tacto.
- ¿Qué quieres ahora?.
- Tengo una solución.
- ¿Para qué?.
- Para tu problema.
- ¿Qué problema?. Ahhh, ese problema.
- Sí, ese mismo.- Gabrielle se incorpora interesada.
- ¿Qué has pensado?.
Xena se acerca sigilosa al claro y observa perturbada a las dos mujeres hablando en susurros. Aguzando un poco el oído alcanza a escuchar parte de lo que hablan.
- Dile que le quieres, pero que solo sientes cariño, amistad.
- ¿Para eso tanto misterio?.
- Oh, bueno, es una solución, ¿no?.
- Sí, pero no quiero hacerle daño...
- Entonces entra el plan B.
- ¿Y ese plan es?.
- Muéstrale a quien amas realmente.- Afrodita sonríe pícaramente y Gabrielle le devuelve la sonrisa.
- No te daré el gusto Afrodita...
- Oh, vale. Allá tu, ahora tengo que irme... Blis está de un rebelde.
- ¿Por eso estas tan estresada?.
- Sí, ojalá me dieras uno de esos masajes que...- Gabrielle tapa la boca a Afrodita algo sonrojada.
- Xena estará al llegar, márchate ya.
- Mmmm.- Afrodita desaparece dejando miles de chispas rojas y doradas en el aire.
Xena suspira iracunda, asemeja un toro envalentonado. Se acerca indiferente al claro y deja las bolsas de agua junto a un árbol. Gabrielle se hace la dormida. Aun más enfadada, Xena se acuesta al otro lado del fuego.

Capitulo III: En casa del herrero...

La mañana amanece clara y tranquila, a diferencia de Xena, que parece un caballo desbocado. Recoge las cosas más temprano de lo normar y zarandea toscamente a Gabrielle, que se despierta intranquila.
- ¿Qué ocurre?.- Dice abriendo los ojos extrañadas.
- Nos vamos ya.
- Pero si aun no ha salido el sol.- Se queja Gabrielle.
- Si quieres quedarte, por mi no hay problema.- Gabrielle se levanta y encara a la guerrera.
- ¿Estás molesta por lo de ayer?, creí que lo habíamos resuelto.
- No tengo ganas de discutir.
- Yo tampoco.
- Bien, pues entonces recoge tus bártulos y sube a ese estúpido caballo tuyo.
- Mi caballo no es estúpido.- Xena no contesta.

Tras tres horas cabalgando en el más absoluto silencio, las dos mujeres divisan aliviadas una aldea tranquila. Hay muchas mujeres por las calles y algunos niños ociosos. Un herrero trabaja con renuencia.
- Xena, quiero dejar a mi "estúpido caballo" en la herrería, tiene una herradura gastada.- Dice sarcásticamente la bardo.
- Vale, estoy en la posada, alquilaré una habitación para esta noche.
- Bien. Nos vemos luego.
- No te entretengas.- Dice Xena apeándose de su caballo.
- Tranquila.

La posada está atestada de borrachos. Una joven mujer y otra más mayor atienden la barra.
- Hola.
- Hola, ¿qué va a tomar?.- Pregunta la vieja.
- Solo quiero una habitación, con baño si es posible.
- Oh, claro, son 12 denarios.
- ¿Tiene baño?.- Pregunta Xena de nuevo.
- Si, mujer, si, Vika se encargará de llevarte agua caliente.
- Gracias.
- ¿No va a comer, ni a beber?.
- Sí, tengo que esperar a mi amiga. Póngame un baso de vino.
- Bien.
Xena toma asiento en una de las mesas más alejadas y mira con renuencia la puerta de entrada. Pasa una media hora y empieza a desesperarse. Para distraerse cuenta los borrachos de la taberna, pero se cansa y decide ir a buscar a Gabrielle.

Gabrielle deja el caballo al herrero y le da de importe dos denarios.
- Vendré a buscarlo mañana.- le dice al viejo.
- Bien, señorita. ¡¡Por los dioses!!. Una... una diosa.- Gabrielle sonríe halagada.
- Oh, es muy amable, pero...
- Lo dice por mi, nena.- El viejo cae desmayado. Molesta, Gabrielle suspira.
- Mira lo que has conseguido, necesito mi caballo para mañana.
- No te preocupes, despertará dentro de un rato.
- ¿Qué pasa ahora?.- Pregunta cansada de las inesperadas apariciones de la diosa.
- Tengo otra solución.
- Espero que sea mejor que la anterior.
- He pensado que Xena podría mirarse al espejo, sin saber que es mágico.
- ¿Para qué pretende ser eso una solución?.
- Oh, bueno, ¿no tienes curiosidad por saber de quien está enamorada Xena?.- Gabrielle se queda pensativa.
- No. Centrate Afrodita, estabamos hablando de "mi problema".
- Venga ya, he visto la duda en tu cara, sientes curiosidad por saberlo.
- Siento curiosidad, pero no vamos a hacerle eso a Xena.
- Por fa, anda. ¿Quizás descubra algo interesante?.
- ¿Cómo qué?.- Pregunta Gabrielle sorprendida.
- No sé, es cuestión de averiguarlo.
- Oh, maldita sea, está bien. ¿Cómo lo hacemos?.
- Yo me ocupo de eso, no te preocupes.
- Bien. Ahora déjame tranquila.
- ¡¡Gabrielle!!.- Xena llama a Gabrielle preocupada.
- Ves, Xena está de mal humor por tu culpa.
Xena observa la escena desde una pequeña rendija de la herrería. Aprieta la mandíbula cuando distingue la figura de Afrodita de nuevo. Intenta escuchar lo que hablan.
- Es por tu culpa.
- Oh, sí, claro. No quiero que sepa nada de esto...
- Se supone que es tu amiga, deberías contárselo...
- Cada vez que hago referencia a ese tema se pone muy tensa.
- ¿En serio?. Bueno es normal.
- ¿Qué quieres decir?. Es igual... márchate ya, no quiero que Xena se enfade... más.
- Ay, está bien.- Afrodita desaparece y Gabrielle suspira aliviada. Al salir de la herrería se topa con Xena.
- ¡¡Xena!!.- Grita asustada.
- Tardabas mucho.- Se defiende la guerrera.
- Lo sé y lo siento, este herrero es como Joxer, hay que explicarle las cosas treinta veces.- Gabrielle sonrie empujando a Xena fuera de la herreria.- Alquilaste la habitación.
- Si.- Xena esta enfadada, es la segunda vez que Gabrielle le miente. Y de qué se supone que estaban hablando, daba la impresión de que entre ellas... No, eso no era posible...
- Tierra llamando a Xena.- Dijo Gabrielle golpeandola en la cabeza.
- ¿Qué decias?.
- Necesito tomarme un baño.
- Yo también.

Capitulo IV: Mi reflejo es tu reflejo.

Gabrielle frotaba la espalda de Xena con suavidad, se deleitaba en cada roce. Xena se removía intranquila, le encantaba aquellos momentos, pero seguía estando molesta con la bardo. Por lo visto, no era a ella a la única a la que Gabrielle le frotaba la espalda y le daba buenos masajes, también a Afrodita. Se mordió la lengua con rabia.
- Déjalo ya.- Xena se levantó airada y salió del agua toscamente.
- Debe estar en esos días.- Susurró Gabrielle bromeando.
- ¿Qué curioso?.
- ¿Qué pasa?.- Preguntó Gabrielle acercándose a Xena.
- No recordaba que ese espejo estuviera allí.
- Lo traje yo.- la joven tabernera entró en la habitación.- Pensé que les gustaría.
- Gracias.- Dijo Xena secamente.
- Les traje ropa seca.- La joven dejó la ropa encima de la cama.- Dicen que es un espejo mágico.- Sus palabras llamaron la atención de Xena, que miró al espejo con interés.
- No le veo nada especial.- Se colocó enfrente y se miró, pero le extrañó lo que veía.- Puede que me equivoque.- Dijo.
- ¿Qué ha visto?.- Preguntó la muchacha realmente interesada. Xena frunció el ceño un poco turbada y desconfiada. Gabrielle veía la escena con total atención.
- La veo a ella.- Contestó Xena señalando a la bardo. Gabrielle calló redonda al suelo.- ¡¡Gabrielle!!.- Xena levantó a la bardo asustada, mientras la joven miraba extrañada el espejo.
- Puede que no estuviera estropeado.- Reflexionó. Xena la miró extrañada.
- ¿Quieres ayudarme?.- Ordenó Xena.
- Claro.- la joven cogió una jarra de agua y la vertió sobre la cabeza de Gabrielle con gracia, ante la mirada sorprendida de Xena. Gabrielle abrió los ojos asustada y lo primero que vio fue a Xena. Volvió a desmayarse.
- Pero bueno, ¿qué demonios le pasa?.- Se preguntó Xena extrañada. Golpeó suavemente el cachete de la bardo que volvió a recuperar el sentido.
- ¡¡¡¡Xena!!!!- Gritó pegando un gran salto y alejándose de la guerrera.
- Gabrielle, tranquila soy yo.
- Lo sé.- Contestó la bardo nerviosa y sonrojada hasta los topes.
- ¿Se puede saber que te pasa?.
- Yo mejor me marcho.- La joven guiñó un ojo a la bardo y salió por la puerta sonriente.
- ¿A mi nada?.
- Estás roja, ¿no habrás cogido un resfriado?.
- Sí, seguro, debe ser eso.- Contestó nerviosa. Xena se acercó a la joven bardo, que saltó de nuevo hacia atrás.
- Gabrielle, ¿quieres tranquilizarte?.
- Para ti es fácil decirlo.
- ¿Qué?.
- Nada. Déjalo, creo que ya estoy mejor.- Repentinamente vergonzosa, Gabrielle se viste tras el vestidor y se tapa hasta el cuello en la cama, ante la mirada extrañada de Xena.
- ¿Seguro que estás bien?.
- Sí.
- Bien.- Xena se dispone a meterse en la cama, pero Gabrielle pega un respingo cayéndose al suelo.
- Creo que dormiré en el suelo.- Reflexiona.
- ¿Estás loca? Con ese resfriado. Tu duermes aquí, yo te daré calor.- Dice indiferente Xena
- ¿Calor?.- Gabrielle se pone de pie asustada.
- ¡¡Gabrielle!!, deja de moverte, me estás poniendo nerviosa.
- No hace falta que me des calor, yo me encuentro bien, de hecho tengo calor.- Dice secándose las gotas de sudor que resbalan por su frente.
- Me parece que ya estás delirando.- Dice Xena bromista.
- Ven aquí.- Xena estira de su mano y la hace caer en la cama, junto a ella. Gabrielle esta vez no se resiste. Se deja abrazar nerviosa por Xena y carraspea algo incomoda.
- ¿Mejor?.
- Y qué lo digas.- Gabrielle abre los ojos como platos al darse cuenta de lo que acaba de decir.- Quiero decir que sí, estoy mejor.- Xena sonríe complacida.
- ¿Puedo preguntarte algo?.- Gabrielle traga saliva.
- Claro.
- ¿Qué está pasando entre tu y Afrodita?.- Gabrielle se incorpora asustada.
- ¿A qué te refieres?, ¿qué sabes?. ¿Qué te ha dicho esa...
- Gabrielle, solo os he visto hablar... Ella... no me contó nada.
- Oh, bueno, no pasa nada, está un poco preocupada por Blis, eso es todo, necesita mi consejo, nada más.- Xena la mira torvamente.
- Sé que no se trata de eso.
- Bueno... está bien... solo... hablábamos de Virgil.
- ¿¿¿Virgil???.- Xena se incorpora incomoda.
- Sé que no te gusta que te hable de él, pero necesitaba que Afrodita me aconsejara. Tu sabes que el está...
- Enamorado de ti.- Sentenció Xena.
- Sí, y no sé como hacerle entrar en razón...
- Es irónico, padre e hijo enamorado de ti.
- Sí, y que lo digas.
- Entonces, ¿es por él por el que solo sientes amistad?. Creí que hablabais de mi.
- ¿Nos espiaste?.
- No, solo escuché por casualidad.
- ¿Creíste que lo decía por ti?.
- Bueno, sí.
- ¿Esa fue la razón por la que estabas tan molesta?.
- Técnicamente, sí.
- ¿Qué quieres decir?.
- Gabrielle estoy un poco cansada, ¿por qué no hablamos de esto mañana?.
- Como quieras.- Gabrielle se recuesta, pero es incapaz de conciliar el sueño. Observa que Xena parece estar profundamente dormida. Observa el espejo, que Afrodita aun dejó allí y se levanta cuidadosamente para volver a mirar en él. Vuelve a ver a Xena reflejada en él. Xena abre los ojos y la observa.
- ¿A quien ves?.- Pregunta susurrando.
- Xena... me asustaste, creí que estabas dormida.
- Lo estaba, pero eres muy poco sigilosa.
- Ja, ja.
- Dime qué ves.
- Nada, solo...
- ¿Sí?.- Gabrielle recapacita. Xena no sabe lo que significa, así que decide decirle la verdad.
- Te veo a ti.- Dice sonriente, intentando disimular su contrariedad. Xena sonríe repentinamente contenta.
- Eso esperaba.
- ¿Lo esperabas?.
- Te dije que saldría bien.- Afrodita apareció de la nada sonriéndole a Xena misteriosamente.
- ¿Cómo?.- Preguntó la bardo extrañada.
- Afrodita me ha ayudado con un gran problema.
- Fue fácil liar a esta nena.- Dice la diosa señalando a Gabrielle.
- ¿A mi?. Oh, ya veo. Veamos, Xena lo sabe todo, ¿verdad?.
- Así es. Bueno, mi trabajo ha terminado, necesito un largo descanso.
- Me has engañado vilmente.- Se queja Gabrielle malhumorada.
- ¿Acaso no es eso lo que tu te proponías?.
- Oggggg.- Gabrielle se tira encima de Xena y empieza a hacerle cosquillas.- Siempre consigues sacarme de mis casillas.
- A ver, a ver, demuéstrame como te sales de las casillas, me encanta verte enfadada.
- No tientes tu suerte.- Gabrielle se tiende al lado de Xena y ambas quedan mirando el techo, repentinamente se hace un gran silencio.
- ¿Así que estás enamorada eh?.- Pregunta Xena con sorna.
- ¿Quién te lo ha dicho?.- Contesta Gabrielle disimulando estar sorprendida.
- Muy graciosa.
- ¿Así que tu también lo estás?.
- Has tardado mucho en darte cuenta, hace mucho que me enamoré.- Gabrielle se vuelve y mira a Xena apoyada graciosamente en su mano. Xena la mira sonriente, le acaricia el rostro con ternura.
- También yo llevo mucho tiempo enamorada de... Virgil.- Xena sonrie.
- ¿Virgil eh?. También yo llevo mucho tiempo enamorada de él.- Gabrielle sonríe.
- No mientas, estás enamorada locamente de Argo.
- Vamos, ese es mi amor platónico... Ven aquí.- Xena agarra a Gabrielle y la besa con fuerza. La bardo sonrie mientras besa a la guerrera. Después de un largo rato se separan y empiezan a reír felices.
- Vaya, le hemos roto el corazón a Virgil y a Argo.- Dice Gabrielle y ambas ríen aun más fuertes.
Afuera las estrellas brillan con más fuerza que de costumbre y una hermosa estrella cruza el cielo dejando una gran sonrisa dibujada. Se escucha una sonrisa hueca.
- JAJAJAJA, si supieran que lo del espejo es mentira, yo lo truqué, JAJAJAJAJA.

YYYYYYYYYY CORTEN.


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