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Umberto-Umberto es un personaje araucano que vive en Inírida hace como 20 años, adicto a la marihuana, cocaina y bazuco, poeta, escritor y humorista. Escribe el único periódico del pueblo, cada 4 a 7 días, en papel usado que le regalan en las empresas públicas, siempre de 4 hojas cada ejemplar, que vende a 1000 pesos. De eso viven él, su compañera, también adicta y sus 2 hijos. Por supuesto es muy pobre. Es muy inteligente, ha publicado 1 libro de cuentos del llano y la selva, hace unos 10 años vivió con una francesa allá en Inírida durante 4 años después de los cuales ella retornó a su país. Transcribo aquí un relato suyo, publicado en Internet en la página de www.llanera.com. Camine pa’llevala. “El criollo araucano” es ese pájaro humano que madruga silbando, ordeña cantando, trabaja su trabajo de llano alegre y vive contento de poder compartir con los demás su queso y su carne, su alma, su rancho y su tiempo. Con todo esto apenas
asistió a la escuela primaria y en su simplificada manera de vivir solo carga
un sombrero, un chuchillo en la cintura y en el bolsillo una cajeta de chimo (o
chimojo como se conoce en cuba y en otras islas de las antillas a esa pasta de
tabaco que en tiempos muy atrás usaban los indios). El sombrero se lo quita
pa’comer, el cuchillo sólo cuando va a pelear y el chimo, cuando esta dormido. Su actividad es netamente
pastoril y de pan usa el topocho, un plátano regordete de color cenizo de
apenas tres filos. Sus mujeres son caseras y su ocupación se limita a cocinar,
lavar, amamantar y sobre todo a
barrer el patio. “Somos los mejores jinetes, lo mas bueno soga, los mas nobles, buenos y generosos” dice el presidente del club de coleadores en una carta a los socios. Hay un relato que
refleja de manera fiel el comportamiento del llanero y es el del tipo que después
de parar su ranchito en todo el medio de la sabana, teniendo como único vecino
el sol que se paseaba de oriente a occidente de seis de la mañana a seis de la tarde. Acomodo su ranchito, se vino para el pueblo, palabreo una muchacha, se la llevó, la dejó en el rancho y se fue a sabanear los animales y por la tardecita cuando regresó le pidió comida y la mujer le contesto: “ Cual comida...? , si usted no me trajo leña”. “Camine pa’llevala” fue la única respuesta, la acomodo en el anca del caballo y la regreso al pueblo. Se llevo otra y la misma vaina: “la comida...? Cuál comida..? si usted no dejo leña” y “ camine pa’llevala” y también la devolvió para el pueblo. Después palabreo otra mujer, se la llevo, la dejo en la casa, se fue a sabanear y por la tardecita cuando llego le salió la mujercita a recibirlo con la comida. El hombre vio que la casa estaba caída y le pregunto qué había pasado y ella le contesto: Como usted no me dejo leña, yo tumbe la casa para hacerle la comida”. “Ah...! esta si” dijo él, “esta si”. Umberto-Umberto |
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