Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!
Quiénes somosAl finalA Los Sonetos de mi VidaA O Recuncho do Galego
A la Página PrincipalAre you looking for anybody?A good server for your web pageLooking for a Job?


JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.
(1881-1959)


PRIMAVERA.

Abril sin tu asistencia clara, fuera
invierno de caídos esplendores;
mas aunque abril no te abra a ti sus flores,
tú siempre exaltarás la primavera.
Eres la primavera verdadera:
rosa de los caminos interiores,
brisa de los secretos corredores,
lumbre de la recóndita ladera.
¡Qué paz, cuando en la tarde misteriosa,
abrazados los dos, sea tu risa
el surtidor de nuestra sola fuente!
Mi corazón recojerá tu rosa,
sobre mis ojos se echará tu brisa,
tu luz se dormirá sobre mi frente...



NADA.

A tu abandono opongo la elevada
torre de mi divino pensamiento.
Subido a ella, el corazón sangriento
verá la mar, por él empurpurada.
Fabricaré en mi sombra la alborada,
mi lira guardaré del vano viento,
buscaré en mis entrañas mi sustento...
Mas, ¡ay!, ¿y si esta paz no fuera nada?
¡Nada, sí, nada, nada...! -O que cayera
mi corazón al agua, y de este modo
fuese el mundo un castillo hueco y frío...-
Que tú eres tú, la humana primavera,
la tierra, el aire, el agua, el fuego, ¡todo!,
...¡y soy yo sólo el pensamiento mío!



RAMA DE ORO.

Doliente rama de hojas otoñales
que el sol divino enjoya y transparenta,
cuando hurta el sol la nube, polvorienta
rama es, de miserias materiales.
Todas las maravillas inmortales
que la hoja de oro exalta y representa,
se las lleva la hora turbulenta
al centro de los senos celestiales.
Corazón; seco, vano y pobre nido,
en que los sempiternos resplandores
hallan, un punto, refuljente calma;
cuando el amor te deja en el olvido,
se truecan en cenizas tus fulgores,
y es vil escoria lo que creíste alma.



ESPERANZA.

¡Esperar! ¡Esperar! Mientras, el cielo
cuelga nubes de oro a las lluviosas:
las espigas suceden a las rosas;
las hojas secas a la espiga; el yelo
sepulta la hoja seca; en largo duelo,
despide el ruiseñor las amorosas
noches; y las volubles mariposas
doblan en el caliente sol su vuelo.
Ahora, a la candela campesina,
la lenta cuna de mis sueños mecen
los vientos del octubre colorado...
La carne se me torna más divina,
viejas, las ilusiones encanecen,
y lo que espero ¡ay! es mi pasado.




Al principio

La Palestra de Euterpe.