Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

UNA ESTRATEGIA MILITAR

para la conquista del mundo católico

Frente a las «cruzadas» de las sectas, nosotros nos quedamos con los brazos «cruzados». Por eso seguimos perdiendo gente, mientras ellos avanzan.

Cruzada moderna
He aquí lo que afirma a este propósito Ben Amstrong, responsable ejecutivo de las televisiones religiosas de Estados Unidos, en un video propagandístico titulado «El intento de conquistar América Latina para Cristo»:

«Nuestra fuerza aérea es la T.V.;
la infantería son todos los convertidos,
que van de casa en casa...
La nueva cruzada no se está llevando a cabo
de forma aritmética, sino geométricamente,
y las ondas de radio suscitan cada día
una nueva iglesia».

Se habla de cruzada, fuerza aérea e infantería. ¿Qué más estamos esperando para entender que se está hablando de una guerra, una edición moderna de las antiguas «guerras santas»?
Mediante los medios de comunicación masiva (radio y T.V.) las sectas tratan de bombardear continuamente al pueblo católico, creando confusión entre sus filas y simpatía hacia el «Nuevo Evangelio» que ellos pregonan. Mediante las «campañas» en los parques, los estadios y los cines, su presencia se hace siempre más cercana y amenazante. Hasta que llega el «hermano», visitando casa por casa.
Perfecta estrategia militar: fuerza aérea, artillería e infantería; el enemigo se acerca siempre más, hasta lograr un contacto personal con todos los habitantes de un determinado lugar, tratando de no dejar sin rastrear hasta el último palmo de tierra.

Guerra sicológica
Así que todo está previsto para la conquista del mundo católico al evangelicalismo, empezando por América Latina. Hasta la guerra sicológica con el fin de amedrentar, acomplejar, deprimir y debilitar al católico, convenciéndolo de que, por el simple hecho de ser católico, no se puede salvar.
¿Por qué? Porque está militando en el lado equivocado, bajo las banderas de satanás, puesto que «el papa es el anticristo», «la Iglesia Católica es la ramera» (Ap 17,1) y «los católicos son idólatras» por el asunto de las imágenes (Ex 20, 4).
Estando así las cosas, si el católico quiere salvarse, no tiene otra alternativa que salirse de la Iglesia Católica (Ap 18,4: Salte de ella, pueblo mío) y volver a bautizarse en la nueva Iglesia (Jn 3,3: Hay que nacer de nuevo), puesto que el bautismo que recibió de niño no tiene ninguna validez, por no tener pecados (Hech 2, 38: Arrepiéntanse y háganse bautizar) y no tener fe (Mc 16,16: El que cree y se bautice se salvará).

Malos pastores
y falsos profetas

Pues bien, frente a esta situación, ¿qué hacen muchos pastores irresponsables? Hablan de paz, diálogo, misión compartida, sin ninguna consideración por el católico de la calle, agredido y confundido por las sectas, que busca en vano alguna razón para sentirse seguro en la Iglesia y permanecer fiel a las enseñanzas que recibió de sus padres.
Lo que está pasando en nuestros días con relación al problema de las sectas, parece un retrato de lo que declaró el profeta Ezequiel respecto a la manera de comportarse de los malos pastores:

«No han fortalecido a las ovejas débiles, no han cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida, no han tornado a la descarriada ni buscado a la perdida. (...) Ellas se han dispersado por falta de pastor y se han convertido en presa de todas las fieras del campo (Ez 34,4-6).»

Malos pastores y falsos profetas:
«No han construido una muralla en torno a la casa de Israel, para que pueda resistir en el combate, en el día de Yave» (Ez 13,5). «Extravían a mi pueblo diciendo: "¡Paz!", cuando no hay paz» (Ez 13,10).

Desarme general
Y todo esto ¿por qué? Por el miedo a provocar un enfrentamiento entre católicos y sectas. En nombre de la paz, se deja al católico en la ignorancia acerca de su identidad, creando a católicos acomplejados frente al fenómeno sectario. Paz a costa de un desarme general; una completa rendición, sin haber dado ni siquiera la primera batalla.
Y para justificar una actitud tan cobarde, se llega a ensalzar las virtudes del ejército invasor, que se encuentra en plena campaña de conquista, sin hacer el mínimo esfuerzo por ayudar al pueblo católico a organizarse y resistir frente a la embestida de las sectas.

Tolerancia religiosa
y evangelización

Una cosa es respetar a todos, más allá de cualquier tipo de credo e ideología, y otra cosa es pensar que todo es lo mismo, se enseñe lo que se enseñe. No hay que confundir tolerancia religiosa con evangelización.
A este propósito, es suficiente recordar lo que dice San Pablo acerca de los que enseñan un Evangelio diferente del que se enseñó desde un principio. Los llama «malditos» (Gál 1,8). Es que con el Evangelio no se juega. Primero se cambia una cosa, después otra y al final no queda nada del Evangelio auténtico, que nos ha sido transmitido desde un principio. La historia de las distintas herejías es muy ilustrativa al respecto.

Ser fiel
y sentirse bien

No es lo mismo ser fiel y sentirse bien. Desgraciadamente hoy la moda es sentirse bien. Se está perdiendo el sentido de la fidelidad. Por eso se cambia fácilmente de un credo a otro, con el afán de buscar nuevas maneras para sentirse bien, prestando atención a cualquier charlatán en turno.
Pues bien, hay que reaccionar frente a esta moda, rescatando el sentido de la fidelidad a Cristo, a su Evangelio y a su Iglesia.
En efecto, no es lícito bajar el nivel de la fe con el afán de agradar a más gente y aumentar la propia membresía. En lugar de rebajar las cumbres de las montañas para facilitar a todos la escalada, es preferible entrenar mejor a la gente y formar a verdaderos escaladores, que puedan llegar hasta las cumbres más altas, aunque sepamos de antemano que serán siempre una minoría.

Aumentar la autoestima
Frente al afán proselitista de las sectas, que no descartan ningún medio para confundir y conquistar al católico desprevenido, es necesario crear a nivel general una clara conciencia acerca de nuestra identidad como católicos:

«Somos la Iglesia que Cristo fundó y entregó a Pedro y los apóstoles»; «El Papa es el sucesor de Pedro»; «Nosotros tenemos imágenes y no ídolos»; etc., y todo esto probado bíblica e históricamente.

Si hacemos esto, aprovechando las homilías, la catequesis infantil y presacramental, nuestros programas de radio y televisión, la enseñanza religiosa que se imparte en nuestros colegios, ... entonces estaremos construyendo un dique frente a la penetración de las sectas, a cualquier signo pertenezcan. Es lo que el pueblo católico espera de sus pastores. Es lo mínimo que se le puede dar, para que su esperanza no se apague.

[ Apologética y Ecumenismo | La División religiosa | Una estrategia militar | Las dos caras de la misma moneda | Plan Despertar | Plan Mínimo | Método de Trabajo | Talleres de Biblia y Sectas | Una estrategia militar | Colabora con nosotros ]

Email: aggalindo@hotmail.com