Renovación Carismática Católica |
P. Salvador Carrillo del libro: La
Reno Unstés Hoy
RENOVAR LA RENOVACIÓN |
REFLEXIONES de Salvador Carrillo:
1. La Renovación
nació al impulso soberano del Espíritu Santo que le dio vida. No teniendo ni
fundador ni fundadores, la Renovación en el Espíritu no se rige por determinados
estatutos únicos, de valor común y universal. Los grupos de Renovación nacen en
la Iglesia y de la Iglesia, y brotan por todas partes con tal espontaneidad que
causan, a los ojos de una fe iluminada, una sorprendente admiración, que a veces
llega a cierto desconcierto.
2. Esto explica que exista una múltiple
diversidad de individuos y de grupos, con mucha frecuencia independientes unos
de otros. Como consecuencia normal. el crecimiento y el desarrollo de los mismos
no es homogéneo, ni puede serlo. Además, en los diferentes grupos se pueden
fácilmente detectar diversos acentos y características, lo mismo que inclinación
a variadas actividades
3. Los grupos de Renovación se relacionan entre
sí, no tanto por una integración y estructura organizada, -que llegaría en
algunos casos a ser hasta nociva, pues se correría el peligro de apagar
auténticas iniciativas suscitadas por el Espíritu-; sino por una amplia libertad
de asociación, diálogo, amistad y colaboración mutua, reconociéndose, sin
embargo, hermanos en el espíritu por la participación "en una misma experiencia
fundamental y en unos mismos objetivos generales"
4. Esta gran diversidad
se da en todos los niveles: internacional, nacional y diocesano. De aquí se
desprende una interesante complejidad en los grupos de Renovación, que puede ser
a la vez fuente de riqueza o causa de rivalidades peligrosas. Hay que ser muy
conscientes de este fenómeno a fin de buscar y encontrar los senderos adecuados
para caminar en la unidad y en la diversidad,
siguiendo mociones del
Espíritu.
5. Es un hecho claro y evidente que de la Renovación
Carismática han brotado y seguirán brotando innumerables iniciativas de vida y
acción apostólica, a veces con una pujanza muy notable. Cada uno siente que su
proyecto se debe a una verdadera inspiración del Espíritu de Dios. Por nuestra
parte creemos que en numerosos casos eso es una gran realidad.
La Iglesia necesita, en palabras de S.S. Juan XXIII, "un como
nuevo Pentecostés". Según el pensamiento de S.S. Pablo VI, la gran necesidad de
la Iglesia de hoy es el Espíritu Santo; la Iglesia necesita su "perenne
Pentecostés". Y S.S. Juan Pablo II ha expresado recientemente el mismo deseo y
el mismo anhelo: la necesidad de "un nuevo Pentecostés" para el mundo, en los
umbrales del siglo XXI. Siendo así, la Renovación Carismática aparece como una
respuesta, entre muchas otras, a las plegarias de la Iglesia que quiere
renovarse bajo la acción poderosa del Espíritu Santo. Este "bautismo en el Espíritu Santo" a los Apóstoles consistió,
ante todo, en recibir la persona misma del Espíritu divino, como un regalo del
Padre a través de Cristo glorificado. Fue el Don del Espíritu Santo. Pero
también consistió en recibir de ese mismo Espíritu, presente ya en el corazón de
los discípulos, innumerables gracias y dones. Pentecostés fue así no solamente
una gran gracia, sino un conjunto de gracias, dones y carismas del Espíritu
Santo.
Lo que urge en estas circunstancias es una doble
comprensión:
> Que los responsables de la Renovación -a nivel
nacional, diocesano o parroquial- sean conscientes de que el Espíritu Santo
tiene libertad de hacer surgir las obras que a él le plazca. En esa forma cuando
aparezcan nuevos grupos con características e iniciativas propias, no se
sentirán inquietos como si grupos de personas se les escaparan de las manos. Por
otra parte, estos grupos no es bueno que vivan aislados, sino que deben recurrir
a la autoridad del Obispo del lugar para darse a conocer y presentar su
identidad.
> Que las nuevas agrupaciones no
olviden que de una u otra forma nacieron de la Renovación; que no pierdan lo
específico que Dios ha dado a la Renovación, como es el vivir un nuevo
Pentecostés, recibiendo "un bautismo en el Espíritu Santo"; y que mantengan una
cierta relación fundamental que los lleve a comunicarse y a compartir como
hermanos con los demás miembros de la Renovación, mostrando esa comunión de
origen, por ejemplo, mediante la asistencia a ciertos eventos generales de la
gran familia renovada.
6. Finalmente, el Documento subraya que en la
Renovación Carismática el liderazgo debe caracterizarse más como un ofrecimiento
de servicio, que como un ejercicio de gobierno y de poder. Esta cláusula es
sumamente importante, pues encierra un espíritu evangélico de primera calidad,
que da un parecido al servicio prestado por Jesús, el cual no vino a ser
servido, sino a servir; y no a ser señor, sino siervo y esclavo de todos (Mc 10,
42-45; Jn 13,13-15).
A este propósito hay que ser honestos y mencionar un
escollo en el que fácilmente los líderes de la Renovación pueden caer a menudo o
de hecho han caído, y es "el perpetuarse en los cargos". Esta especie de plaga,
de ambición de poder o de engreimiento en el mismo, tiene como consecuencia que
los grupos vayan perdiendo lentamente su fuego, su capacidad de iniciativa y de
búsqueda, su ardor, su aire de juventud, su vida, dominados consciente o
inconscientemente por el cansancio y el statu que en que poco a poco se van
situando los dirigentes. Tal vez el primer remedio a este mal es fijar y
respetar, mediante estatutos claros y precisos, los tiempos normales de cambio
en los ministerios de cada comunidad carismática.
" e renovación
profunda de su Iglesia, lo que sucedió en el primer Pentecostés. En otras
palabras, la Renovación surgió de la expectativa de un Pentecostés actual. Por
eso, la Renovación se puede definir en forma sintética como "Un Pentecostés
hoy".
Pero de inmediato y
espontáneamente surge una pregunta: Y, ¿qué fue Pentecostés? ¿En qué consistió
la gracia de esa primera efusión de Espíritu Santo? Y ¿qué hacer para que lo que
sucedió entonces pueda también acontecer hoy?
Pentecostés fue, ante todo, "el
bautismo en el Espíritu Santo, el bautismo en el fuego del Espíritu", que Jesús
había prometido a sus Apóstoles el día en que subió a su Padre: "Seréis
bautizados en el Espíritu Santo... Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que
vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos... hasta los confines de la tierra"
(Hch 1.5.8; cf Lc 3,16).
De entre ellas recordemos principalmente ocho:
1a El
don del mismo Espíritu Santo, la Promesa del Padre.
2a Un encuentro vivo
y palpitante con Cristo glorificado.
3a Una profunda transformación
interior en los Apóstoles.
4a Una efusión de numerosos carismas para
construir la Iglesia.
5a Una nueva lectura y comprensión profunda de las
Escrituras.
6a El descubrimiento de los sacramentos de la Iniciación
cristiana.
7a El nacimiento de la Iglesia en torno a María, la Madre de
Jesús.
8a El anhelo evangelizador para dar a conocer a Jesús a todo el
mundo.
Estas gracias tienen que actualizarse en los miembros de la
"Renovación Carismática" para que ésta cumpla su misión en el mundo y en la
Iglesia y sea verdaderamente una realidad eficaz y operante, una auténtica
"Renovación Pentecostal".
Ahora bien, las gracias de Pentecostés fueron y
son para toda la Iglesia; para la Iglesia de todos los tiempos; para la Iglesia
de nuestros días; para mi Iglesia particular; ¡para mí, que soy
Iglesia!
Nadie tiene el monopolio de Pentecostés, ni del Espíritu
Santo.
Por tanto, la Renovación Carismática no debe encerrarse en sí misma,
sino que tiene que abrirse en fecunda acción apostólica. La Renovación no
intenta comunicar ni riquezas propias, ni una espiritualidad particular
exclusiva: Su misión es despertar en sus propios miembros, pero también en todos
los demás grupos de la Iglesia, la conciencia de la necesidad urgente de un
nuevo Pentecostés, y suscitar el deseo de "un bautismo en el Espíritu Santo"
para el mundo entero.
I. La RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA es un movimiento mundial,
pero no uniforme, ni unificado. No tiene un fundador particular, ni un
grupo de fundadores como muchos otros movimientos. No tiene listas de
miembros participantes. |