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EROS EN LA ESCRITURA POETICA DE ALFONSINA STORNI: SU PROYECCION EN EL PROCESO DE LA EXPERIENCIA POETICO-COGNOSCITIVA 

Gisela Bencomo©

Es evidente que a través de la obra poética de Alfonsina Storni, el amor juega un papel fundamental. Desde su primer libro, La inquietud del rosal, hasta el último, Mascarilla y trébol, se puede trazar una trayectoria de la presencia de Eros, y de cómo éste lleva a Alfonsina a lograr un conocimiento de su propia realidad. Es al escribir esos poemas amorosos y eróticos que Alfonsina se enfrenta con su yo y con los conflictos que su propia naturaleza le traerá en su relación con los hombres y con el mundo.

Alfonsina, como bien señala Manuel A. Penella en su "Vida y obra de Alfonsina Storni, "nunca consiguió reconciliar plenamente al hombre y la mujer. Para ella, la mujer, investida por la naturaleza de atributos morales y espirituales de orden superior, es irremediablemente víctima de su amor por el hombre, un verdugo, un ser moralmente flojo, egoísta y medio bruto" (Antología Poética, p.III). Ese conflicto entre el sentimiento y el pensamiento es la que la lleva a escribir "esa poesía que Alfonsina Storni tanto necesitaba para llegar a ser ella misma" (Penella, p.II), y es a través de su escritura poética que llega a un autoconocimiento, como se descubre al analizar sus poemas.

En "La caricia perdida" (p.74) vemos que Alfonsina busca, a veces desesperadamente a alguien para darle su amor. Tiene caricias y quiere entregárselas al "primero que acertara a llegar". Esto nos descubre la gran necesidad de amor que existía en ser.

A veces Alfonsina nos habla de cómo el amor puede salvarla, como lo expresa en "Plegaria de la traición" (Poesía selecta, p. 21):

(Entra traidor! (Intenta algún milagro!

(Pase tu soplo vívido como una

Llama de vida donde el alma pueda

Despertar a la dulce Primavera

Y olvidar el invierno despiadado!

O de como sólo el amor puede aliviarla del miedo que siente cuando piensa en la insignificancia del ser humano, en la maldad del mundo y en la agonía que sufren las mujeres de su condicion, las mujeres que son capaces de pensar, como lo demuestran los siguientes versos de su poema "Miedo" (Poesía selecta, p.88):

Háblame amor, arrúllame, dame el mejor apodo,

Besa mis pobres manos, acaricia la fina

Mata de mis cabellos, y olvidaré; mezquina,

Que soy, oh cielo eterno, sólo un poco de lodo

(Es tan mala la vida! (Andan sueltas las fieras!...

Oh, no he tenido nunca las bella primaveras

Que tienen las mujeres cuando todo lo ignoran.

También encuentra Alfonsina en el amor y en el amado, una forma de comunicación y de llegar a la verdad, que según ella, el lenguaje con sus limitaciones, no le ha permitido encontrar:

Escuché palabras; (abundan las palabras!

Unas son alegres, otras son macabras.

No pude entenderlas; pedía a las estrellas

Lenguaje más claro, palabras más bellas.

Las dulces estrellas me dieron tu vida

Y encontré en tus ojos la verdad perdida. ("Luz", Poesía selecta, p.90

Otras, sin embargo, plantea los problemas que puede enfrentar una mujer cuando por amor, rompe con los patrones establecidos por la sociedad. En su poema "La loba" (Obras completas, Vol.1, p.77), nos habla de una mujer que tiene "un hijo del amor, de amor sin ley..." Y se descubre así misma cuando dice: "...yo no pude ser como las otras, casta de buey/Con yugo al cuello; libre se eleve mi cabeza!"

Y es que para Alfonsina el amor tiene la condición dual de dulzura y dolor. Al entregarse, sabe que causa su propio daño: "Cuánta dulce tortura quietamente sufrida,/Cuando, picada el alma de tristeza sombría,/Sabedora de engaños, me pasaba los días/(Besando las dos manos que me ajaban la vida!" ("Dulce tortura", p.21).

Más tarde en "Capricho" (Poesía selecta, p.55), Alfonsina apunta, con una gran dosis de ironía, las "cualidades" de que, según la sociedad de la época, está dotada la mujer, y aparentemente sigue el juego con su amado: "Bien; no, no me preguntes. Torpeza de mujer,/Capricho, amado mío, capricho debe ser."

En "Tú me quieres blanca" (Poesía selecta, p.76) es otra su actitud. Además de la ironía ya presente en "Capricho", también vemos una actitud de rebeldía y de desafío frente al hombre. Este poema es uno de los que mejor nos permite descubrir la manera en que ella se relaciona con los hombres. En el mismo, ella deja establecida muy claramente cual es su condición para una relación amorosa: igualdad. El hombre de poseer las mismas cualidades

que demanda en ella para poder llegar a un entendimiento entre ambos.

En "Oye" (Poesía selecta, p.91) Alfonsina reconoce que ella se debate entre la mujer intelectual, pensante, que se equipara al hombre y la mujer ardiente y apasionada que se rinde en presencia del amado; y admite que en ella pesa más su deseo de amar que el de pensar: "Yo seré a tu lado silencio, silencio,/Perfume, perfume, no sabré pensar,/No tendré palabras, no tendré deseos,/Sólo sabré amar."

Sin embargo en "Hombre pequeñito" (p. 53) Alfonsina no cede tan mansamente al amor. En este poema se plantea otro aspecto de su gran conflicto interno:la imposibilidad de amar a un hombre que no esté a la altura de sus condiciones. Se deja llevar por el instinto físico en un momento determinado, pero luego su razón la fuerza a terminar con la relación.

Ante esta imposibilidad de amar a un hombre mediocre, Alfonsina toma conciencia de que ella es diferente, y que por tanto tiene que encontrar a ese ser especial. En "Un sol" (Poesía selecta, p.97) nos habla, otra vez, de su conflicto:

He amado mucho, todo amor fue magro,

Que todo amor lo conocí con mengua.

He amado hasta llorar, hasta morirme.

Amé hasta odiar, amé hasta la locura

Pero yo espero algún amor-natura

Capaz de renovarme y redimirme.

Y en medio de esa búsqueda desesperada, se pregunta: ")En dónde está quien mi deseo alienta?... )En dónde está el que con su amor me envuelve?" Pero, luego vuelve ha hablar, de nuevo, la mujer que sabe que busca algo especial y dice: "Ha de traer su gran verdad sabia.../Hielo y más hielo recogí en la vida:/Yo necesito un sol que me disuelva."

Ese sol que sea capaz de disolverla lo idealizó Alfonsina en "Esta tarde" (p.83): "Ahora quiero amar algo lejano.../Algún hombre divino."

Sin embargo, se da cuenta de que ese hombre, en realidad, no existe, porque como bien advierte en "Pasión" (Poesía selecta, p. 175) los hombres: "Unos besan las sienes, otros besan las manos,/otros besan los ojos, otros besan la boca./Pero de aquél a éste la diferencia es poca./No son dioses, )qué quieres?, son apenas humanos."

Llevada por el deseo del amor fisico, Alfonsina, a veces, se entrega al amor; pero a sabiendas de que no es lo que en realidad busca, lo toma como un juego: "No es que crea, no creo, si inclinado/Sobre mis manos te sentí divino/Y me embriagué, comprendo que este vino/No es para mí, mas juego y rueda el dado..." (Tú, que nunca serás", p.110).

Debatiéndose entre el deseo de amar y ser amada y su calidad de mujer que no quiere ser oprimida y sojuzgada por el hombre, Alfonsina razona sobre cuál es la situación en que se encuentran en su sociedad las mujeres que, como ella, son capaces de pensar yr= y razonar. En "La otra amiga" (p.118) da testimonio de esto:

"......................-Las mujeres mentales

Perdedoras salimos en negocios de amores.

..................................................................

Las mujeres mentales somos plataformas

Mejoramos los hombres, y pulimos sus normas,

Refinan en nosotras su instinto desatado.

Y cuando, ya cansadas de esperar, les pedimos

El corazón, en cambio del propio que le dimos,

Se lleva la que pasa lo que hemos labrado."

A pesar de los conflictos, a pesar de su lucha interior y de sus razonamientos, Alfonsina no pudo sustraerse a la atracción que el hombre producía en ella. Luchó contra esa pasión arrolladora, contra ese instinto erótico, que su razón le hacía rechazar, y esta lucha y este conflicto lo que hace que nazca en ella la poesía, como refleja su poema "La flor del mal" (Obra poética, Vol.1 p.75):

"Yo he pretendido odiar...lo he pretendido...

Imposible me fué. Triunfó una rosa

Que hay en mi corazón; triunfó la hostia

De la bondad innata. Sobre el odio

Arrojó polen una mariposa

Que mis jardines líricos colora...

Y el odio, ungido, fecundó una blanca

Ensoñación de paz que estaba pronta

Para brotar del alma dolorosa."

De esta manera, podemos concluir, que es a través de la poesía que Alfonsina logra canalizar toda la angustia que produce en ella ese debatirse entre el sentimiento y el pensamiento, y es la poesía la que la lleva, finalmente, a un autoconocimiento.

 

 

BIBLIOGRAFIA

 

Storni, Alfonsina. Poesías: Antología Poética. Madrid: Ediciones Felmar, 1981.

------. Obras completas. Buenos Aires: Sociedad Editora Latino Americana, S.A., 1964.

------. Poesía selecta de Alfonsina Storni. Barcelona: Edicomunicación, S.A., 1995.