EN LA TUMBA DE MI MADRE











Es aquí donde reposa

de mi madre el cuerpo frío;

y es aquí donde el llanto mío

debe la tierra empapar.

Porque la tumba que guarda

nuestra reliquia más santa,

es la mansión sacrosanta

donde debemos llorar.


Que es la lágrima del cielo

don precioso para el hombre,

bálsamo rico, y sin nombre

que la alcance a reseñar;

ella sola, si sufrimos

sobre el alma fiera pena,

lava el dolor que envenena,

cura el intenso pesar.

Es la esencia que embalsama

del corazón la honda herida,

cuando se postra afligida

del espíritu la fe;

cuando la luz importuna

y las sombras preferimos

porque en las sombras sentimos

algo del ser que se fue.

Cuando sin fe ni esperanza

lloramos el bien perdido;

cuando es la vida un gemido,

un eterno sinsabor;

cuando la risa que asoma

a nuestro labio marchito,

es el lamento infinito,

de un infinito dolor.



Venancio Calderón