A Mi Madre |
que te ocultas en nubes de pesares, los ecos de mi alma entristecida lleve hacia ti la brisa de los mares.
por seguir el fantasma de la gloria, cada son es la gota de este llanto que consagro a tu plácida memoria.
su llanto no vertiera en este día, a mis penas el alma cauce estrecho en mares de dolor se anegaría.
de crímenes la tierra que me abriga, o al cielo en su justicia he provocado ¿porqué, oh madre, porqué cruel te castiga?
te erige sus cadalsos el dolor? Tu delito fue darme la existencia, ¡fue tu delito tu materno amor!
¿Quién ha turbado tu felice anhelo? el que trueca en desorden la armonía, y la paz ahuyentó del triste suelo.
que abrojos presta al cabezal del hombre, el oro a la ventura necesario hasta de aquel que aborreció su nombre.
a vivir con nosotros volverá, su tiránica ley, de la natura los vínculos de amor no romperá.
van con destino, madre, a tu sustento, de mi primer afán los dones gratos, son muestras de esperanza y de contento.
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ni codicias injustas, criminales, me impulsan a soñar con las riquezas, mis fines son, lo juro, celestiales.
de la familia en el honrado gremio, el bien no individual, son el encanto que busca el corazón cual grato premio.
a sus hijos las presas inocentes, en alas de mi amor volar pudiera o darte mis abrazos elocuentes!
en la risueña edad de mi lactancia, hoy mi sudor, mi ser, todo mi aliento los cuidados te pagan de la infancia.
por fuego de virtud, las bendiciones que me diste al partir, no desoídas se pierdan tus maternas oraciones.
que así se presta a generoso empleo, lo bendigo también si enjuga el lloro o redimiendo al infeliz lo veo.
si los aromas de tu amor no alcanzo? ¿qué te importan los dones que recibas si en pos de tus caricias no me lanzo?
que luzca siempre su genial bonanza y nunca el triste y nebuloso velo nos encubra ¡ay! ¡el sol de la esperanza!
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