(AGREGAREMOS MAS DATOS CUANDO LOS TENGAMOS LISTOS)
Salido del crisol de las protestas estudiantiles de París, en 1968, y entrando en el inicio de los movimientos revolucionarios de América Latina, Murillo Selva -un soñador empedernido-, estaba obsesionado con romper la lógica de la dominación económica, política y cultural extranjera.
Murillo escogió un camino escabroso y difícil, como fue encontrar las raíces de la identidad nacional; rescatarlas y transformarlas en una manifestación artística bajo las corrientes modernas del arte, aprendidas por uno de los pocos hondureños que tuvo el privilegio de ir a Europa y Sur América a estudiar política y arte.
De las 36 comunidades negras de la costa atlántica, el más talentoso director de teatro de Honduras tuvo la fortuna de llegar a Guadalupe, donde presenció y vivió los momentos alegres y tristes de campesinos y campesinas negras, en sus parrandas y ceremonias fúnebres. La aldea de Guadalupe queda a 20 kilómetros de Trujillo, en el norteño departamento de Colón, una zona de extraordinaria belleza natural y riqueza colonial, ya que fue el primer sitio donde el almirante Cristóbal Colón pisó tierra firme y se ofició la primera misa del continente americano en 1492.
Los negros llegaron a Honduras hace 200 años, deportados de la isla caribeña de San Vicente, al resistirse a la dominación española. Desde la década de 1970, por decreto oficial, se les reconoció como una etnia nacional, igual que los otros grupos indígenas: Lencas, Chortís, Tolupanees, Pech, Chorotecas, Tawahkas, Misquitos, Sumos y Ramas.
En junio de 1980, Murillo Selva vio coronado su sueño: logró formar un grupo de teatro, llamado Superación, de Guadalupe, y se presentó la obra "Louvabagu", que significa "El otro lado lejano". La obra se presentó, primero, en las comunidades de negros de la costa atlántica, luego pasó a los escenarios de Tegucigalpa, la capital hondureña, y a otras ciudades, hasta convertirse en la insignia del país en festivales en Europa, Sudamérica y Estados Unidos.
Murillo Selva declaró a Inforpress Centroamericana, con cierto aire de moderada vanidad, que mientras en los organismos internacionales de la cultura cómo la UNESCO, de la cual fue su consultor por muchos años- ahora está en boga la tesis del arte vinculado al desarrollo; en Honduras, hace 20 años ya se practicaba esta visión.
Cuando se presentó la obra, algunas personas la calificaron de espectáculo folklorizante, pero Murillo Selva se armó de paciencia y explicó que, en otras partes del mundo, "a esa expresión se le llama teatro y del bueno". Según su director, Louvabagu es una obra de teatro de carácter épico que cuenta o trata de contar la historia de uno de los componentes de la nacionalidad hondureña, como lo es la etnia negra o garífuna.
La obra comprende desde la deportación de los negros a Honduras, en 1797, hasta su posterior incorporación al movimiento de la historia nacional. Murillo dijo que la obra tiene una estructura narrativa que se apoya en la historia, ritos y danzas de los negros en Honduras. También se utilizó la tradición oral, la investigación académica y las leyes.
En la perspectiva de Murillo, al armar la obra, se utilizó parte de la historia nacional: el papel de las compañías bananeras, el analfabetismo, el racismo, las dictaduras de los caudillos hondureños, la influencia de Estados Unidos y la despersonalización de la cultura, además del espíritu de cultura, lucha y superación del pueblo hondureño.
Pero los actores, actrices y el director de la obra tomaron una decisión que todavía no es del todo aceptada por los hondureños: Presentarán por última vez su trabajo artístico en el teatro nacional Manuel Bonilla, a partir de la segunda semana de junio de este año.
El teatro Superación, al destacarse nacional e internacionalmente (ganaron una mención honorífica en el Festival Cervantino de México, por ejemplo), lograron que el gobierno llevara energía eléctrica, agua potable, carreteras, escuelas y centros de salud a las comunidades de la zona. Antes los niños negros morían de una enfermedad fácilmente prevenible o porque no había carretera o, mucho menos, automóviles para transportar a un hospital de otra ciudad más desarrollada. De otro lado, Louvabagu fue la primera obra que lanzó las coordenadas para que los negros, en vez de sentir pena o vergüenza por su cultura, se enorgullecieran de ella. La obra ha tenido una significativa presencia en la toma de conciencia de la identidad nacional.
Esta experiencia generó el espacio para el surgimiento, en 1975, del Ballet Nacional Garífuna, un grupo oficial. Además, en 1990 un grupo musical comercial de la costa atlántica hondureña, llamado Banda Blanca, internacionalizara el baile de la punta, compitiendo con la lambada brasileña de origen boliviano.
"Vea, Honduras es uno de los países de América Central con más diversidad cultural, ya que hay siete grupos indígenas, donde sólo los negros, en cierta forma, dieron a conocer el baile de la punta, una de sus tantas manifestaciones artísticas, pero falta divulgar las demás con toda su fuerza y creatividad", dijo Murillo Selva. Los otros grupos o pueblos autóctonos tienen expresiones propias, tanto en su modo económico, político y cultural, que son totalmente desconocidas y poco divulgadas fuera del país.
colaboración de:Juan Ramón Durán; Tegucigalpa, Honduras
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