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Según las investigaciones arqueológicas realizadas en terrenos valencianos, es en  el Paleolítico Superior donde más evidencia se recoge sobre la presencia del llamado hombre moderno.  Estos habitantes eran cazadores, hacían uso de la piedra para fabricar punas arrojadizas, cuyas formas y técnicas de construcción van evidenciando el transcurso de diferentes etapas.  Construían campamentos al aire libre y utilizaban las cuevas  para construir tiendas, paravientos y empalizadas que ayudaban a mantener las condiciones de habitabilidad

 

 
      El historiador romano Tito Libio establece que la fundación de Valencia data del año 138 a. C, siendo cónsul romano Décimo Junio Bruto.  Se estableció como una fortaleza en la ribera derecha del río Turia, para instalar soldados licenciados, a los que repartió tierras junto a la nueva ciudad   Las evidencias arqueológicas, agujeros para postes de cabañas y tiendas de campaña, indican que el asentamiento era provisional en su origen pero que en muy poco tiempo dio paso a construcciones mas sólidas, llegando hasta acuñar su propia moneda en muy poco tiempo.
 

La ciudad fue destruida en el año 75. a. C.  como consecuencia de una guerra entre Pompeyo y Sertorio.   Los restos descuartizados de soldados romanos junto con sus armas encontrados en la excavación de la Almoina hacen pensar que, como resultado de alguna batalla,  la ciudad quedó abandonada durante al menos cincuenta años.

 

  La excavación de la Almoina también sirve como evidencia de que para el Siglo I Valentia, como la conocían los romanos, presentaba un ritmo ascendente en su desarrollo.   Como consecuencia del crecimiento urbano y la afluencia de nuevos colonos, se hacia necesaria la construcción de edificios públicos tales como el foro o circo romano.  También se amplió la infraestructura construyéndose un puerto fluvial, edificios hidráulicos tabernas, baños, y un granero.

  En la segunda mitad del siglo III, la despoblación de sus barrios y el abandono de las redes de infraestructura son indicativos de que la ciudad de Valencia cayó en un periodo de crisis al igual que el resto del imperio romano en esa época. 

 

     Para el año  270 el emperador Aurelio restablece la unidad del Imperio, y Diocleciano en el 284 le da una nueva organización, que favorece el impulso expansivo de la Iglesia. Ello contribuye al asentamiento y asimilación orgánica del cristianismo en las regiones ya más evangelizadas.   Sin embargo, para marzo del 303 esa situación de bonanza cambia y se produce una sangrienta persecución contra los cristianos  decretada por los emperadores Diocleciano y Maximiano.  La memoria de Vicente Mártir es un ejemplo de las consecuencias de esta persecución en territorio valenciano. 

 
 
     En el Siglo VI en tiempos del obispo Justiniano, Valencia vuelve a experimentar el desarrollo y los templos cristianos van reemplazando los centros de culto romanos.  Para el 554 la ciudad se convirtió en un punto estratégico donde se instalaron algunos contingentes militares visigodos y se emprenden tareas de fortificación del antiguo circo romano.  En el 625, tras la expulsión de los bizantinos se hace evidente una nueva etapa oscura a juzgar por la pobre evidencia arqueológica disponible. 
 
      Tras la conquista musulmana del 711 hay evidencias de la destrucción de la ciudad de Valencia, Balansiya en fuentes árabes, por Abad al-Rahman I, primer emir de Córdoba.    Su hijo Abd allah al-Balansi ejerció un gobierno autónomo sobre el área de Valencia y la ciudad entró bajo las influencias del Islam que cambió en muy poco tiempo la lengua, la religión y las costumbres de sus habitantes.
 
       Durante la época de los califas Valencia evidencia una recuperación urbana con la construcción del primer perímetro de huerta en el actual barrio del Carmen y la remodelación de la antigua área episcopal visigoda, alrededor de la Catedral, todo esto como un anexo a la residencia del gobernador.  En el 1010 y tras la caída del Califato de Córdova la ciudad creció, se construyo una nueva muralla y numerosos hallazgos arqueológicos testimonian el auge alcanzado por la ciudad en esa época.   
 

A finales del siglo XI y aprovechando el clima de inestabilidad política, Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid,  tomó control de Valencia.    En Valencia, la presión norteafricana favoreció una revuelta dentro de la ciudad. Los sublevados entregaron el poder al cadí ibn Yahhaf, que se avino a un compromiso con los almorávides a cambio de la ayuda de éstos para luchar contra Rodrigo. Las huestes del Cid, sin embargo, derrotaron a sucesivas expediciones almorávides. Dentro de la ciudad una nueva revuelta dio el poder a ibn Wayib, quien dirigió la última resistencia de Valencia, que finalmente capituló en 1094. Poco después de la entrada del Cid en la ciudad, el cadí ibn Yahhaf fue quemado vivo en la plaza pública y la mezquita fue convertida en catedral. Establecido ya firmemente en Valencia,

Rodrigo se alió con Pedro I de Aragón y con Ramón Berenguer III de Barcelona con el propósito de frenar conjuntamente el empuje almorávide. Las alianzas militares se reforzaron además con vínculos matrimoniales. La hija del Cid, María (doña Sol en el poema), se casó con el conde de Barcelona y su otra hija Cristina (Elvira) con el infante Ramiro de Navarra. Tras la muerte del Cid, sin un heredero masculino que hiciera posible su legado, Alfonso VI tuvo que evacuar en 1102 la ciudad de Valencia.

 
       La caótica situación política de la Valencia musulmana, dividida en reinos de taifas, desorganizados y débiles, ofrecía una excelente oportunidad, sobre todo cuando el rey Jaime había finalizado la conquista de Mallorca. Jaime I conquistó rápidamente este territorio y tras la victoriosa batalla de El Puig cae la capital Valencia, entrando el rey en la ciudad el 9 de octubre de 1238.  Este hecho le puso fin a los cinco siglos de cultura musulmana en Valencia que, sin embargo, había dejado una sólida influencia en esa ciudad y en todo su  territorio.
 
     Ahora eran los cristianos los que tenían el poder y la población musulmana fue expulsada.  La ciudad fue repartida entre aquellos que habían participado en la reconquista.  En abril de 1261, fecha en que consta la celebración de las primeras "Corts" valencianas, el rey Jaime juró los "Furs" y las "Costumes" de Valencia, y dispuso que, de igual modo que él había jurado y confirmado los fueros y las costumbres, sus sucesores lo jurasen también ante la "Cort General", al comienzo de su reinado.
 
      A mediados del siglo XIV la ciudad pasó por graves dificultades:  La peste negra de 1348 y las sucesivas epidemias en los años siguientes que disminuyeron la población;  La Guerra de la Unión, revuelta ciudadana contra los extremos de la monarquía y la Guerra de Castilla que obligó a levantar de prisa una nueva muralla para contener en el 1363 y en el 1364 el ataque castellano.  En premio a esto, Pedro el Ceremonioso le concedió el título de “dos veces leal” representado por las dos “L” que ostenta su escudo.   
 
       La convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes se hacia particularmente difícil a lo largo de toda la Edad Media.  Los judíos habían progresado económica y socialmente, mientras que los musulmanes fueron instalados en una morería.  En el 1391 una turba asaltó el barrio judío, los sobrevivientes, atemorizados se refugiaron en una sinagoga y posteriormente se convirtieron al cristianismo, aunque muchos siguieron

practicando su religión en secreto.  En el 1456 otro grupo popular asaltó la morería, aunque sin consecuencias tan drásticas como en el asalto a los judíos.   Las peleas entre linajes eran muy comunes en esta época y en Valencia las más crueles fueron entre las familias Centelles y Soler, iniciadas por pequeños incidentes y que se agravaron con las muertes de Lluis de Soler y Pere de Centelles. En el año 1409 el padre Jofré viendo que por las calles la chiquillería apedreaba a los locos, construyó un manicomio, al lado del "Portal de Torrente", donde poder internarlos, siendo el primer manicomio del mundo.

 
       La revuelta de la Germanías fue una guerra civil que enfrentó a la sociedad valenciana.  Artesanos, labradores, el bajo clero y miembros de la pequeña burguesía de una parte, y de la otra la nobleza y el alto clero.  Entre el 1519 y el 1520 la Germanía controló la ciudad y establecieron acertadas medidas de gobierno.  La Guerra de las Germanías de Valencia terminó de ser reprimida con dureza por Germana de Foix, virreina de Valencia, que había sucedido, en 1523, al destituido, por ser tolerante con los rebeldes, Conde de Melito. Germana gobernó en Valencia hasta su muerte en 1538 y organizó, junto a su nuevo esposo el duque de Calabria, una pequeña pero brillante corte.
 
El tribunal de la Inquisición operaba en Valencia desde finales del siglo XV y su principal objetivo era la persecución de los judíos conversos que seguían practicando su religión a escondidas.  Este tribunal de la inquisición ejerció también otros tipos de represiones.  
 
      Para el Siglo XVII, dentro del largo reinado de Felipe IV entre el 1621 y el 1665 se produjo un reforzamiento de las ideas absolutistas y en Valencia hubo un progresivo control de los cargos municipales por parte del rey.  Esa actitud dio lugar a que en el 1633 se produjera un levantamiento de labradores de la huerta que protestaban por lo que entendían eran impuestos excesivos  sobre la producción y el consumo.  Llegaron a poner cerco a Valencia. Intervino el Virrey, el Marqués de Camarasa y al año siguiente se llegó a un nuevo acuerdo satisfactorio para ambas partes.
 
      Las epidemias de peste las mas graves entre 1647 y 1652 y la riada del Turia en 1651 contribuyeron a que la población de Valencia se redujera en un tercio.  La economía se mantuvo estancada hasta finales del siglo. Los mercaderes locales habían desaparecido y el comercio de exportación estaba en manos de extranjeros.  En el Siglo XVII, se realizaban grandes ceremonias donde la ciudad se transformaba, los palacios eran adornados y las calles iluminadas. Hoy en día las celebraciones de los Miracles de Sant Vicent o el Corpus son reminiscencias de las festividades de aquella época. 
 
A la muerte sin descendencia de Carlos II se produjo la Guerra de Sucesión, un conflicto dinástico.   Felipe V de Borbón fue coronado en Madrid en el 1701, y Valencia le extendió su lealtad hasta la llegada a la ciudad del archiduque Carlos de Austria en el 1705.  El 25 de abril de 1707 las tropas borbónicas derrotaron a las austracistas en la batalla de Almansa y tras la victoria, Felipe V decretó la abolición de Valencia y el acomodo del reino y su capital a las leyes y costumbres de Castilla.  Valencia tuvo que acostumbrarse a la presencia de tropas en la ciudad.  Se construyo la Ciudadela y se utilizaron varios edificios para alojar las tropas como la Lonja que sirvió de cuartel hasta el 1762
 
      En  el 1474  se creo el Gremio de Velluters o sederos.. En 1479 se promulgaron varias ordenanzas de los gremios sederos y terciopelistas, creándose el oficio de "velluters". Estas ordenanzas fueron aprobadas por el consejo de la Ciudad y por el rey Fernando el Católico, uniéndose a ellas unos estatutos y fundándose la Cofradía de S. Jerónimo, patrón del Gremio de Velluters y patrón del Colegio del Arte Mayor de la Seda.
     El edificio fue adquirido por los sederos valencianos en 1492, firmándose la escritura el 26 de septiembre de 1494 ante el notario don Luis Gasset. El original de este documento notarial se halla en el "Archivo de Protocolos de San Juan de Ribera".
     El 31 de octubre de 1686 Carlos II le concedió el título de Colegio del Arte Mayor de la Seda al Gremio de Velluters, siendo este título el privilegio más importante y trascendental de la historia del gremio y del colegio.
     El 22 de mayo de 1981 el rey don Juan Carlos I otorgó el título de Monumento Histórico-Artístico al Colegio del Arte Mayor de la Seda de Valencia y el 16 de marzo de 1995 la Generalidad Valenciana le concedió el título de Colección Museística Permanente, figurando por tanto en todas las guías de museos de España.
 
      El XVIII fue el siglo de las ideas y de las luces.  Las influencias de la Ilustración oriundo de Francia llegó a Valencia.   Algunos valencianos representantes de esta época lo fueron: Gregorio Mayans y  Pérez Bayer, nacido en Valencia en el siglo XVIII. Era canónigo y catedrático, preceptor de los infantes de España. Donó los terrenos para la construcción de la Iglesia Parroquial, y la manda construir a Joaquín Ibañez García. La Iglesia se termina en 1776, en honor de Sto. Tomás de Villanueva, y fue la base para la formación de la villa en su actual emplazamiento.  En el 1776 se formó la Sociedad Económica de Amigos del País que impulso muchas mejoras en la producción agrícola y promovió diversas instituciones económicas, cívicas y culturales. 
 
      Entre finales del siglo XVIII  y principios del XIX Valencia estuvo inmersa en las repercusiones de la revolución francesa.  El 23 de mayo de 1808 hubo un levantamiento armado contra las tropas de francesas de Napoleón Bonaparte, tomaron la Ciudadela pasando por las armas a cuatrocientos civiles franceses que allí se refugiaban y constituyeron una Junta Suprema de gobierno para hacerse cargo de la ciudad.  Los generales franceses Moncey y Suchet atacaron Valencia consiguiendo el objetivo el 9 de enero de 1812 y después de tres intentos.  En mayo de 1814 Fernando VII regresó a la península a través de Valencia haciendo una entrada triunfal e instalándose en el palacio de Cervelló.  Instauraron un gobierno absolutista y Valencia estuvo regida por el general Elio. 
 
      El reinado de Fernando VII representó para Valencia un periodo de conflictos.  El general Elio fue encarcelado en marzo de 1820 y ejecutado tres meses después.  Durante la Década Ominosa 1823 a 1833 llevaron a cabo una represión contra liberales y masones por parte de las fuerzas del Estado y de la Inquisición.  Esta última ejecutó en Valencia a su última víctima Cayetano Ripoll en el 1824.  En el 1833 y tras la muerte de Fernando VII asume la regencia María Cristina y la ciudad vive en un clima revolucionario con enfrentamientos entre liberales y republicanos y bajo la amenaza constante de las tropas carlistas de Cabrera.  Desde Valencia partió María Cristina  al exilio en octubre de 1840 regresando tres años después cuando proclamaron a Isabel II como reina.   Durante este periodo se produjeron cambios importantes en Valencia.  En 1833 se crearon las provincias y ese mismo año se reestructuró el Ayuntamiento, desapareciendo los cargos vitalicios y accediendo a ellos personajes de la burguesía valenciana, representantes de la oligarquía pero elegidos por sufragio.  En el 1837 se puso en marcha la desamortización de  bienes de la iglesia, saliendo al mercado inmuebles y terrenos que fueron adquiridos en su mayoría por la burguesía.
 
      Durante el reinado de Isabel II Valencia experimento un notable crecimiento. Con próceres tales como José Campo, la ciudad se encaminó hacia la modernidad mejorando la infraestructura y los servicios.   En el 1868 se escenificó la Revolución Gloriosa e Isabel II marchó al exilio.   Amadeo de Saboya subió al trono y su gobierno estuvo plagado de conflictos políticos.  Finalmente abdicó en el 1873, luego de lo cual se proclamó la Primera República.   El Cantón de Valencia fue proclamado el 19 de julio pero el 7 de agosto el general Martínez Campos entro en la ciudad apaciguando el conflicto y promover la dinastía borbónica.  Alfonso XII, hijo de Isabel II llego a Valencia el 11 de enero de 1875 siendo proclamado rey poco después. 
 
Valencia fue la cuna de la restauración borbónica; destacados miembros del patriciado local contribuyeron a su advenimiento y ayudaron a construir el sostén político del sistema.  En el 1890 se concedió el sufragio masculino de lo cual se benefició el partido Republicano con Vicente Blasco Ibáñez al frente. 
 
Las murallas de Valencia fueron derribadas para el 1868, se dio paso a las obras del Ensanche y eso causó una rápida urbanización en el sector oriental que se pobló con edificios de estilo modernista y ecléctico.  Surgió también la anexión de los municipios periféricos, desde el Grau o el Cabanyal a Patraix, Campanar o Benimaclet. 
 
      Los hábitos sociales de los valencianos comenzaron a cambiar.  La feria de junio ahora era el eje del calendario, aunque nunca abandonaron a otras celebraciones más tradicionales u a otras que tomaban importancia como las fallas.  El teatro y los toros eran actividades importantes.  Otras atracciones aparecieron como el cinematógrafo.  Las personas acomodadas se reunían en los clubes o los cafés y los obreros lo hacían en los casinos y centros de diversión. 
 
La producción de madera, la metalurgia y el sector de la alimentación, incluyendo la exportación de vinos y agrios,  sustituyeron a la industria de la seda con gran éxito.  El partido republicano de Blasco Ibáñez gobernó de manera casi interrumpida entre 1901 y 1923.  La primera guerra mundial sumió a Valencia en un estancamiento, en el 1917 surgió una huelga general repitiéndose la situación en el 1919  y 1920.  Entraron en una situación violenta donde aparecieron las bombas y los asesinatos de civiles y agentes del orden.  En el 1923 se instauró la dictadura de Primo de Rivera que no evito la consolidación del movimiento obrero ni que los sectores conservadores se aglutinaran en torno a la Derecha Regional Valenciana.  El 12 de abril de 1931 la coalición de partidos republicanos consiguió una victoria absoluta en las elecciones locales, Alfonso XIII renunció y se proclamó la Segunda República el 14 de abril. 
 
      El clima de enfrentamiento continuó en Valencia durante algún tiempo.  En el 1936 el Frente Popular ganó las elecciones y las clases populares  exigieron la adopción de reformas sociales y económicas.  El ayuntamiento fue disuelto y se excarceló a los presos políticos, pero las protestas continuaron y de nuevo asaltaron las iglesias y conventos.  Sucedió un levantamiento militar el 18 de julio que fue neutralizado rápidamente; el 30 de marzo de 1939 Valencia se rindió y las tropas nacionales hicieron su entrada en ella. 
 
El advenimiento de la Dictadura provocó un cambio radical: se prohibieron los partidos políticos, se inició una severa represión ideológica, la administración recuperó las competencias anteriores a la guerra y la iglesia abanderó el rearme moral de la sociedad. La autarquía económica provocó una profunda crisis y el desabastecimiento de los mercados: los racionamientos se impusieron durante más de una década. Para colmo de desgracias, el 14 de octubre de 1957 el Turia se desbordó en la peor riada de su Historia.
 
      A principios de los sesenta se inició la recuperación económica, que Valencia vivió con un espectacular crecimiento demográfico debido a la inmigración y con la ejecución de importantes obras urbanísticas y de infraestructuras. Se puso en marcha el Plan Sur para construir un cauce alternativo al río Turia que evitará futuros desbordamientos, se mejoraron los accesos y se iniciaron reformas interiores, cambiando la fisonomía de algunas plazas destacadas (como la del Ayuntamiento o la de la Reina) y abriendo calles (Poeta Querol). La ciudad creció, se diseñaron nuevos barrios en la periferia y se trazaron nuevas avenidas.
 
      A la muerte del general Franco en 1975 se inició el proceso de transición democrática y el posterior de transferencia de competencias a la Comunidad Valenciana. La noche del 23 de febrero de 1981, sin embargo, estuvieron a punto de truncarse ambos por la intentona golpista que, desde Valencia, lideró el capitán general Milans del Bosch. La democracia propició la recuperación de la lengua y la cultura valenciana.
 
     En las dos últimas décadas Valencia ha cambiado de cara. Proyectos emblemáticos, como el Jardín del Turia, el IVAM, el Palau de la Música o el de Congresos, el metro, o la Ciudad de las Ciencias, han identificado a los valencianos con su ciudad y están atrayendo cada día más y más turismo. Pero, junto a ellos, son las infraestructuras y los servicios los que convierten a Valencia en una urbe moderna, una ciudad que afronta el futuro con optimismo, consciente de los retos que tiene delante (el crecimiento sostenible, los cambios sociales, la revitalización del centro y de los barrios históricos, la coordinación con los municipios de su entorno) pero firmemente asentada en una destacada posición dentro de España y de Europa.
 

Fuente de Información Primaria Generalitat Valenciana

     
 

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