A finales del siglo XI y aprovechando el
clima de inestabilidad política,
Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid,
tomó
control de Valencia.
En Valencia, la presión norteafricana
favoreció una revuelta dentro de la ciudad. Los
sublevados entregaron el poder al cadí ibn Yahhaf, que
se avino a un compromiso con los almorávides a cambio de
la ayuda de éstos para luchar contra Rodrigo. Las
huestes del Cid, sin embargo, derrotaron a sucesivas
expediciones almorávides. Dentro de la ciudad una nueva
revuelta dio el poder a ibn Wayib, quien dirigió la
última resistencia de Valencia, que finalmente capituló
en 1094. Poco después de la entrada del Cid en la
ciudad, el cadí ibn Yahhaf fue quemado vivo en la plaza
pública y la mezquita fue convertida en catedral.
Establecido ya firmemente en Valencia,
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