El Baño
Los restos más antiguos de instalaciones para la limpieza corporal pertenecen a los palacios egipcios, aunque son tan fragmentarios que resulta difícil deducir su estructura. En los palacios de la civilización egea, en Cnosos y Faistos, se encuentran los primeros ejemplos de salas de baño, asombrosas por su cuidada disposición y el avanzado sistema de suministro de agua y de desagües.
La versión romana de los baños se preocupaba tanto de la sensualidad como de la limpieza. Los romanos construyeron magníficos baños públicos, como los de Caracalla, que ocupaban una superficie de 11 hectáreas. En ellos podían bañarse 1600 personas al mismo tiempo, siguiendo un ritual que se iniciaba con la aplicación de aceites para pasar luego a una sala caliente, una sala de vapor, el baño caliente, el baño frío y, finalmente, la aplicación de ungüentos una vez más. Además de los lujosos baños públicos eran frecuentes los baños privados en las casas particulares, como los que se conservan en la ciudad de Pompeya.
Los pueblos mesoamericanos contaban con construcciones especiales que se dedicaban al baño llamadas temazcalli entre los mexicas. Eran de vapor adosados a la vivienda, aunque también había baños públicos. El temazcalli tenía una pared de piedras porosas tras la que se encontraba un horno alimentado desde afuera. Cuando las piedras estaban bien calientes se echaba agua sobre ellas para producir vapor y el que se bañaba se azotaba ligeramente con un manojo de hierbas humedecidas para estimular la circulación y aumentar la sudoración; terminaba enjuagándose con agua limpia.
En la Europa medieval la gente no solía bañarse, excepto en las zonas de influencia árabe. Habían desaparecido los baños públicos, en parte porque escaseaba el agua al destruirse muchos acueductos romanos; en parte porque se consideraba que eran lugares de promiscuidad y por temor a la peste bubónica que asoló Europa en el siglo XV.
Los médicos del siglo XVIII empezaron a recomendar a la gente que se lavara todos los días la cara, el cuello y las manos. Los franceses idearon una bañera con desagüe, modelo que llevó Benjamín Franklin a los Estados Unidos en 1790. Sin embargo, el baño tardó en volver a formar parte de los hábitos diarios de la gente.
Cuando la reina Victoria subió al trono de Inglaterra en 1837 no había baño alguno en el palacio de Buckingham, en incluso en la década de 1870 eran raras las casas que los tenían.
Las tinas de baño con tuberías para la entrada de agua caliente fueron posibles en la década de 1880 con la instalación de calderas domésticas calentadas por los fogones de las cocinas; en esa época comenzaron a fabricarse en serie bañeras de hierro fundido.
Menu