Los trabajadores de la salud todavía están a tiempo
Víctor Cetre Mosquera
En el año que termina se hicieron más patentes los daños producidos en la salud pública, con motivo de las reformas introducidas por la ley 100 de 1993; cuyas medidas se pusieron en marcha a partir de 1994, y desde entonces los negativos efectos en la prestación de la salud en todas sus ramificaciones no se hicieron esperar, principalmente en el cierre de hospitales de larga trayectoria universitaria y servicio a los más pobres; por la drástica disminución de los recursos de la nación hacia este campo.
La profundización de la crisis hospitalaria en los meses recientes trajo consigo protestas y movilizaciones de universitarios y empleados del área, lo cual condujo a que el propio gobierno tomara la iniciativa de introducir cambios en la referida ley; por cuyo motivo en el Senado de la república hace tránsito un proyecto que apunta a este objetivo. Porque todas las opiniones coinciden en señalarla como la causante de los males que hoy enfrenta la salubridad oficial en su conjunto; por cuanto con ella se inició el desmonte
de cuanto habíamos ganado en este campo, y así mismo el camino a la privatización de aquella.
Es demasiado claro que los proponentes de la idea, tienen su propio criterio sobre lo que debe modificarse, sin ir muy lejos respecto de las verdaderas raíces de los problemas, y en lo esencial las cosas quedarán tal como estaban antes: es decir, se hará un simulacro de reforma que nada cambiará, por lo tanto conviene que por ante sus respectivas organizaciones; desde el más encumbrado hasta el más modesto servidor de la salud deberán trabajar en orden a conseguir cambios sustanciales que eliminen la calamitosa situación que hoy vive el sector. Todavía están a tiempo.