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LA COLUMNA DE MENA MENA

Para Benjamín E. Varela López M.D.

Un chocoano alma y corazón

Es buen chocoano también quien entrega su vida, ama, sirve y respeta al Chocó. Hace unos días cumplió un año más de vida el médico y amigo Benjamín E. Varela López. Sus colegas de la medicina le rindieron un cálido homenaje en reconocimiento a su labor profesional en nuestra tierra.

El doctor Varela López, nació en Malagana (Bolívar) y en los albores de su juventud se vinculó a Quibdó para siempre. Es un chocoano de alma y corazón que ha sufrido nuestras tragedias y gozado nuestras alegrías. Las endemias y males que nos agobian han sido para él su especialidad y su academia. Cuarenta y cuatro años de lidia haciendo de todo con todas nuestras deficiencias de medios científicos, es la más alta y significativa condecoración que le puede otorgar. Fue médico interno del Hospital San Francisco en 1960. En el 64 regresa a la clínica de maternidad Rafael Calvo, en Cartagena, donde realiza estuidos de anestesiología. A su regreso es nombrado médico anestesiólogo del hospital. En 1979 fue jefe de atención médica. Primer presidente de "Coomesa" (Cooperativa de médicos especialistas) hasta el 2002, cuando se retiró por afecciones de salud. El médico oferente cirujano, Dr. Jorge Elín López Valencia, en la noche del acto, expresó entre otras palabras: "Dios ha sido muy generoso conmigo porque ha puesto en mi camino a excelentes maestros a quienes me he aferrado tenazmente intentando asimilar algo de su sabiduría. El doctor Varela ha sido uno de mis maestros". Palabras sinceras de agradecimiento a quienes los años y el desempeño profesional les dio la maestría.

En la vida particular, quienes tratamos y compartimos con Micho momentos de complacencia festiva, sentimos inocultablemente su carácter sencillo, humilde y complaciente, descomplicado y afectuoso. Así ha transcurrido su vida transparente y pulcra de médico y ciudadano. Los chocoanos nos honramos con su ejemplo, testimonio y herencia que sus hijos engrandecerán con el paso de los años, esperamos.

Un saludo y abrazo al médico y amigo con quien un día en nuestra ya lejana juventud, él estudiante de bachillerato en Cartagena (barrio San Diego), yo marinero de la patria, compartimos el mismo techo, entonces bajo la severa pero dulce tutela de la vieja Adela, como le decíamos, que se digustaba cuando abusábamos de las altas horas de la madrugada. Muy temprano en la mañana, doña Adela, con celo maternal preguntaba: –¿A qué horas llegó el Cújar?.

Inolvidables recuerdos con el inconfundible aroma de los viejos callejones de Cartagena.

Cuál sería mi sorpresa cuando regreso a mi amada ciudad nativa y encuentro de médico y cirujano, al anterior estudiante, con quien compartimos el mismo alero de la vieja Adela (q.e.p.d.) en la calle Quero de Cartagena.

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