Chocó 7 días
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LA COLUMNA DE MENA MENA Claro oscuro de nuestro acontecer Un episodio de nuestra reciente historia Tan grave es la situación del Chocó, como departamento, que cada vez que se inaugura una nueva administración, creemos que es la última. Institucionalmente existimos pero cada día hay menos gobierno y mucho menos que administrar. Esto lo comprenden mejor quienes asumen tal responsabilidad. No es invención de hoy, es la suma de una tras otra, que inevitablemente algún día explotará. No obstante muchos opinan que con todas las dificultades que existen "ha faltado el hombre". Al parecer sentimos que no hay gobernante peor, cuando el último siempre reivindica a su inmediato antecesor. La calificación de uno u otro no es por logros, que no los hay ha mucho tiempo. Es por actitudes y comportamiento personal. De uno y otro, hay ejemplos del reciente pasado, que nos dejan mucho en qué pensar. Serán quienes escriban la historia del Chocó, más profunda, quienes concluyan sobre el pasado y presente del terruño que amamos. Hace unos años me decía un conciudadano escritor que vive en París, que los chocoanos algún día tendrán que pedirle cuentas a sus dirigentes. ¿Qué han hecho del Chocó? Dos casos sucedieron que nos suscitan reflexiones hondas. El dr. Andrés Rumié Mosquera (q.e.p.d.), intelectual y jurisconsulto, honesto y de amplio prestigio regional, fue gobernador del departamento del 8 de septiembre de 1970 al 30 de abril de 1971. Nueve meses de ejercicio del cargo, al cual renunció irrevocablemente. Un secretario de despacho que acompañaba al gobernador, me dijo que ni siquiera sus más íntimos colaboradores se dieron cuenta del hecho. Se argumentó después que por "enfermedad". Otros dijeron que el dr. Rumié Mosquera, hombre de exquisitas maneras, facilidades económicas y alto vuelo social, se aburrió de las inclemencias del medio, desastre financiero y gubernamental. Sincero consigo mismo: tiró la toalla. Dieciséis años después, cuando el cáncer estatal en el Chocó, avanzaba irremediablemente, asume un abogado quibdoseño egresado del Rosario, dr. Arturo Ferrer Carrasco, por seis meses, febrero a agosto de 1986, organiza la casa por dentro y sus magros ingresos. Centraliza en la tesorería general las subalternas de los organismos descentralizados y hace corte diario de ingresos y egresos (personalmente) a las 6 p.m., maneja con los dedos de la mano los hilos del acontecer de las dependencias departamentales e instituciones comerciales, descentralizadas (fábrica de licores y beneficiencia del Chocó). Pagó la deuda existente en sueldos activos y jubilados y financió, a su retiro, seis meses futuros. Su gobierno fue didáctico y en los consejos de gobierno no solo se analizaba la dirección y el manejo de las entidades sino que se respiraba, con tablero y tiza, una cátedra de comportamiento oficial. No hubo en su corta administración el más mínimo asomo de corrupción. Lo oí dictar por teléfono a la secretaria del Ministerio de Hacienda, ponencias de proyectos para el congreso de la República. No lo amedrentó la situación económica de crisis en el departamento, las afrontó y superó con frescura y sobrada inteligencia. Se dice que las puertas del Ministerio de Hacienda y las presidencias de los bancos estatales, de los cuales fue su asesor, estuvieron abiertas a colaborarle en su gestión. Sin embargo, cuando exteriorizó tiempo después su deseo de ir al congreso por su departamento o a la alcaldía de su ciudad natal, le antecruzaron condiciones y costos altísimos los políticos dueños de la voluntad electoral. Indudablemente el Chocó hubiera tenido una etapa de progreso y recta administración, en el via crucis que vive desde mediados del siglo pasado. Por la politiquería al menudeo en su más baja expresión perdió Quibdó la oportunidad hasta hoy de tener agua potable y alcantarillado en su totalidad, que Arturo Ferrer Carrasco habría logrado financiar con las entidades nacionales. Según había expresado, era su obra fundamental para Quibdó. Son estos los contrastes de nuestra ya larga historia. De todo lo anterior fui observador, testigo y actor cercano desde la gerencia de una dependencia departamental. |
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