Chocó 7 días
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LA COLUMNA DE MENA MENA La decadencia de un pueblo Decía Montaigne, que, "a nadie le va mal durante mucho tiempo sin que el mismo no tenga la culpa". Fue la carrera primera, como ya se ha dicho, epicentro y símbolo urbano de los quibdoseños. No pretendo ser defensor a ultranza de lo que allí ocurrió a principios del siglo pasado hasta cuando la clase dirigente y la aristocracia allí residente se fueron de Quibdó, en busca de otros cielos. No obstante, criollos y emigrantes se quedaron enfrentados al vendaval y a la crisis económica del 30; allí comienza el declive y a oscurecerse el panorama luminoso y social de entonces. Ya la clase media de los pobladores de los pantanos de Quibdó, tomaban posesión en las barriadas de la ciudad en franca formación. La carrera primera fue un pretexto politico-social necesario como ha sido en todo el universo. Que hubo excesos, privilegios, discriminación, todas las élites del universo lo han hecho. La fisonomía del hombre chocoano se moldea allí en un espécimen humano de buenas costumbres, honradez, inteligencia, pulcritud y patriotismo. Los hijos de los criollos heredaron las virtudes de nuestros mayores. Hubo incuestionablemente una aristocracia distinguida, como ya se ha dicho, que no solo era válida en el Chocó, sino que tuvo espacio social en los más exigentes clubes de Cartagena, Popayán, Medellín y Bogotá. Y hubo momentos en que la otra sociedad, la gente de color competía el lujo y esplendor, sedas del Oriente y perfumes de Europa, linos de Holanda y Portugal, engalanaban las noches de la "aristocracia negra". En los salones de los Mayo, Caicedo y de los Asprilla, en La Alameda Reyes, no bailaba cualquier negro. Fue gente honesta y respetada. Pasaron los años, el auge del metal se vino a menos y el Chocó dejó de ser exportador. Sobrevino la pobreza y el éxodo de firmas comerciales que dieron prestancia económica a Quibdó, Istmina, Tadó y Nóvita en el pasado. La plaga de la corrupción invadió el ámbito oficial. Funcionarios y dirigentes comenzaron a intervenir directa o indirectamente en el festín presupuestal, de tal manera que hoy nos clasifican internacionalmente al lado de Haití: la potencia mundial de la miseria y la corrupción . De un entorno social que en una década produjo en el pasado cuatro ministros de Estado, presidente de la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado, Contralor General de la Nación, escritores, intelectuales de reconocimiento nacional, dice mucho de nuestro pasado. De allí descendimos a los últimos lugares del escalafón educativo y primeros del analfabetismo nacional, vergonzantes récords que desdibujaron al hombre chocoano, a quien hoy mira la nación con desprecio y desdén. El legado de respeto, integridad y pundonor que recibimos los chocoanos de hoy de nuestros pobladores, llámense carrera primera, mulatos o negros, se deshizo en nuestras manos. ¡Qué horror!, diría el dr. Manuel Mosquera Garcés. "Perfiles y memorias de la saga yesquiteña" Mi saludo cordial y agradecimiento al profesor Juan de Dios Cuesta Benítez, autor del libro Perfiles y memorias de la saga yesquiteña. Todo un recuento y censo romántico de los yesquiteños de todas las épocas, con sus características, vivencias, relieve y profundidades, dichos de la mejor forma vernácula que caracteriza a la gente de ese entorno. Ser yesquiteño es un privilegio que todos los quibdoseños no nos podemos dar. Es un tratado en prosa que va desde Eladio Candia y Gertrudis hasta Tunununo, que todos los quibdoseños debemos tener. |
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