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LA COLUMNA DE MENA MENA

La cultura pública

Lo que fue ayer orgullo chocoanista. Vulgaridad y escándalo público.

Esa que se siente a flor de piel en los escenarios públicos: la calle, el andén (cuando existía como espacio público para que el transeunte se protegiera de los automotores), los parques, teatros, bares y cantinas, transporte público, colegios, campos de deporte y, aún, oficinas, donde se palpa el comportamiento público, es hoy triste espectáculo de todo lo contrario: la incultura. No confundir la idiosincrasia que es el temperamento de la raza o territorial de determinados conglomerados.

Es allí donde se diferencia tempreramento con comportamiento, que define el grado de cultura popular. No se necesita que todos los habitantes de una comunidad seamos académicos o egresados. Los fundamentos del comportamiento humano se inician en el hogar y se complementan en las aulas de la educación pública. No es cuestión de riqueza o pobreza, de pigmentación o raza, la cuestión es que cuando se desquicia el edificio, cuando se pierden y se confunden los valores, cuando se corrompe el elemento, la sal de la vida, se exteriorizan irremediablemente los extremos de la vulgaridad. Lo que pasa es que ello no incomoda a los que vienen o se formaron en el mismo ambiente.

Quienes por fortuna alcanzamos a vivir otras épocas no podemos olvidar aquellas costumbres heredadas de los mayores que fueron como maestros de la vida pública donde un ciudadano mayor estaba dotado de autoridad para reprender a los infractores menores. Era toda una autoridad y una escuela pública que hizo del chocoano, aunque humilde, nacionalmente admirado por su comportamiento y cultura. Fuimos, en la capital y en otras ciudades donde los chocoanos se educaban, paradigmas del buen comportamiento humano. Ciertamente el chocoano fue sinónimo de negro, sin importar de donde fuere, pero también de inteligencia y cultura.

Brillaba en el panorama nacional, entonces, Diego Luis Córdoba, Adán Arriaga Andrade, Eliseo Arango Ramos, Manuel Mosquera Garcés, y otros menores, que sintetizaban y representaba el concepto provinciano nacionalmente, con mucha grandeza y dignidad. Concepto que contradice creencias de ancestros e idiosincrasia. ¿Cuestión de formación?. Lo único que se, como ya lo dije en mi anterior escrito, es que los estudiantes y educadores, fueron ayer los primeros de la nación, hoy son los últimos. Son muchas y diversas las causas. Que sea el esfuerzo colectivo que algún día se imponga por bajarnos de los hombros el baldón y volver por los fueros de ayer. Mientras avergonzados asistimos al escenario público de nuestra vida cotidiana en donde por desgracia se ha impuesto la vulgaridad y el escándalo. Nuestro folclor poesía popular de nuestros valores terrígenos está invadido por la palabrería estridente y vulgar de un ritmo extranjero y decadente.

Duelo: Mi sentida condolencia a mi tío e hijo Gilberto Garcés Cuesta, por el fallecimiento de su esposa y madre, Dña Irma Posada Paz de Garcés, sucedido la semana pasada en la ciudad de Bogotá. Pedimos al cielo por su descanso eterno y comprensiva resignación al alma grande y reflexiva de Gilberto e hijos. Fue Irma en vida compañera incomparable de todas las horas.

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