SAMUEL CABALLERO

POEMA DEL INMIGRANTE

Siempre hay un mañana y un ayer. Siempre una despedida y un volver. Y es la misma historia que a menudo se repite de querer volver. Vuelven las estaciones del año y con ellas su acontecer; vuelve el huerto a florecer, el fruto a crecer y las hojas a caer. Y..en un atardecer encendido, regresan las aves a su nido, a dar calor y abrigo, y a sus polluelos proteger. Y nosotros: para bien, o para mal, siempre queremos volver, adonde quedó enterrado el cordón umbilical. Y qué sucede cuando volvemos al sitio anhelado? Entonces nos damos cuenta, que la mente nos ha traicionado; que nada es lo mismo, que todo ha cambiado; que aquel ambiente antes nuestro y alagüeño, ahora es ajeno, tiene otro dueño. Que ya no existe aquel humilde hogar donde un dia todo fuera: luz y alegria, y hoy, aquel paraje triste, solo semeja una tumba fria. Entonces nuestros ojos entristecen, al ver el solar valdío donde triste canta un grillo, y unas hierbas crecen. Y qué nos queda entonces? Solamente volver de nuevo, al exilio voluntario, a voltear las hojas del calendario, y a esperar:que una fria mañana, o- un lluvioso atardecer, tengamos que emprender -el viaje del no volver- Amigo mio, la vida es un laberinto: es sueño, es ilusión y es misterio.

REGRESAR AL INDICE DE SAMUEL