HISTORIA DE HONDURAS

Interludio Cultural

El Presbítero José Trinidad Reyes

El político conservador y Jefe de Estado don Juan Lindo (1847-1852) fue el último representante de la generación de ilustrados que participó en el proceso de la independencia. En su Constitución, la de 1848 y segunda ya después de la separación, se dispuso que a partir de 1860 ningún hondureño podría ser ciudadano si no sabía leer y escribir.

Es decir que estaba dando un plazo ideal de doce años para promover una amplia alfabetización basada en la conciencia cívica. Ideal que se quedó en eso.

El habilidoso Lindo logró neutralizar a los espadones conservadores: Ferrera, Guardiola, Medina, se enfrentó en la batalla de La Arada con las fuerzas del dictador Carrera y se las ingenió para reconocer el triunfo electoral y traspasar el poder al partido opositor, dando paso hacia el sillón presidencial al morazanista José Trinidad Cabañas.

También hizo publicar un visionario manifiesto de protesta contra los Estados Unidos por su agresión a México en 1848.

Su nombre ha quedado vinculado con dos hechos culturales muy importantes. En El Salvador, país del cual fue también Jefe de Estado, decretó la fundación de la Universidad Nacional. En Honduras, igualmente, al elevar el rango de Universidad a la Academia Literaria que existía en Tegucigalpa, rectorada por el presbítero José Trinidad Reyes. El Padre Reyes fue el aliento cultural de la Tegucigalpa de aquellos tiempos.

Coadjutor de la parroquia de San Miguel, durante veinticinco años fue siempre el consultor espiritual de chicos y grandes. Restaurador de los monumentos eclesiásticos, introductor del primer piano, autor de pastorelas que eran representadas por la comunidad, músico y poeta satírico, los principales políticos no se libraban de sus dardos.

En 1835 calmó a la población cuando a mediodía
todo se oscureció y se creía llegado el fin del mundo, explicándoles que la causa tenía que ser una erupción volcánica en algún país vecino, como en efecto lo era.

Profesor de física y animador de todas las procesiones y festejos, fue el primer defensor de los derechos de la mujer y sobre todo de la importancia de que ellas se educaran.

No fue extraño que un grupo de estudiantes que no podían continuar su año lectivo en Nicaragua, por los disturbios allá existentes, le eligieran para organizar una Academia de estudios (llamada Del Genio Emprendedor y del Buen Gusto) ni tampoco que, en 1847, cuando Reyes se hizo presente en Comayagua, la entonces capital política, a solicitar el apoyo de don Juan Lindo, la respuesta del Jefe de Estado fuera positiva y la Academia quedara convertida en Universidad.

Un respiro, un interludio cultural en medio de unos tiempos de muy mezquina producción económica o artística.

© La Prensa Honduras, C.A.
1999 Derechos Reservados



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